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REFLEXIÓN PREVIA, A MODO DE AFORISMOS

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Johann Wolfgang von Goethe: «Cuando el hombre, inducido a una viva observación, comienza a mantener una lucha con la Naturaleza, siente ante todo el impulso irrefrenable de someter a sí mismo los objetos. Sin embargo, muy pronto estos se le imponen con tal fuerza que siente cuán razonable es reconocer su poder y respetar su acción».

Jules Chauvet: «El vino cuanto menos lo toques, mejor».

Pierre Masson: «Una uva perfecta es la condición de un vino auténtico».

Kliment Timiriázev citado por Stefano Mancuso y Alessandra Viola: «La planta —escribía Timiriázev— es el eslabón que une la Tierra con el Sol». «De hecho» (añaden Mancuso y Viola) «casi todo lo que el ser humano ha usado como fuente de energía desde el principio de los tiempos proviene de ella». La uva más sana y el vino que nace de ella son, también, fuente que transporta la energía y belleza de los viñedos y de quienes los cuidan hacia quienes los vemos y bebemos.

George Bernard Shaw: «No hay amor más sincero que el amor por la comida». Tenemos que incluir el vino en el concepto «comida». Alimento es, para el cuerpo y para el espíritu.

Henry David Thoreau: «Me complace pensar que el sentido del gusto, por lo general grosero, me ha provisto de una percepción intelectual, que la inspiración me llegaba desde el paladar... “si el alma no es dueña de sí misma —dice Tseng-tse—, miramos sin ver, escuchamos sin oír, comemos sin distinguir los sabores de los alimentos”. Quien distingue el verdadero sabor de sus alimentos nunca será un glotón». Este libro aspira a proponer un momento de pausa y de reflexión a partir de algunos ejemplos de inspiración y de sabor verdadero en el mundo del vino.

Jules Chauvet: «Algunos vinos no solo tienen caracteres precisos, tienen también siluetas ideales. Pueden evocar las mañanas fragantes de primavera y los emotivos atardeceres de septiembre». Ahí me gustaría llegar a mí... Para que luego digan que Chauvet era frío.

Henry David Thoreau: «Mi vida forma parte del infinito. El aire es tan profundo como nuestra propia naturaleza. Me muevo para pedirle cosas nuevas a la existencia. Quiero empezar bien este verano y hacer algo que sea digno de él y de mí; quiero trascender mi rutina diaria y la de mis convecinos; quiero alcanzar ahora mi inmortalidad y que posea las cualidades de mi vida diaria... y que mi canto no desmerezca de las estaciones. Y ojalá pueda obligarme a ser un cazador de lo bello y nunca se me escape nada». Quiero que tú, lector, aceptes ser mi vecino durante tu estancia en este libro y quiero ser capaz de transmitirte en él la emoción que he sentido con las personas y paisajes de donde salen los vinos que rompen mi rutina diaria.

Marc Forbes, viticultor de Yarra Valley (Australia): «Cualquiera que piense que tiene todas las respuestas, está muy lejos de hacer un vino interesante». (Leído en el prefacio del libro de Jamie Goode y Sam Harrop MW.)

Annie Dillard: «Si analizas una molécula de clorofila, obtienes ciento treinta y seis átomos de hidrógeno, carbono, oxígeno y nitrógeno relacionados de un modo preciso y complejo alrededor de un anillo central. En el centro del anillo hay un único átomo de magnesio. Ahora bien, si quitas ese átomo de magnesio y en su lugar exacto colocas un átomo de hierro, obtienes una molécula de hemoglobina». La clorofila permite que la cepa convierta en fruto aquello que recibe de la tierra y del sol. En este sentido, el vino es la «sangre» de la tierra. Conviene entenderlo para ser conscientes de dónde nace su poder y dónde reside su simbología a lo largo de la historia de la civilización.

Stefano Mancuso y Alessandra Viola: «Todos los olores producidos por los vegetales, como por ejemplo el del romero, la albahaca, el limón o el regaliz, equivalen a un mensaje concreto: son las “palabras” de las plantas, su vocabulario». Los olores que producen las cepas, concentrados en sus uvas, pueden llegar al vino. Cuando esto sucede, y te aseguro que sucede a veces, estamos en disposición de escuchar un lenguaje que parece nuevo (por distinto) pero que, en realidad, viene de nuestra relación ancestral con la naturaleza. No siempre lo entendemos, pero existe y cuando podemos reconocerlo, sabe distinto y suena muy bien.

Sue Hubbell: «Puede que este año se siegue, puede que no. Mis ojos han dejado de ver belleza en la uniformidad». Es una bonita manera de definir cómo percibo los vinos de los que habla este libro.

Wendell Berry: «No existe diferencia alguna entre el destino de la tierra y el destino de la gente. Cuando se maltrata a una, la otra sufre también».

Marco Aurelio: «Todo lo que entra en los planes de la naturaleza, y que tiende a conservarla en buen estado, es bueno para cada una de sus partes integrantes».

Alfredo lo pintó en la pared de su osteria, Alfredo e Ada (Via dei Banchi Nuovi, 14, en Roma), a finales de la década de 1950: «un pasto senza vino è come un giorno senza sole» («una comida sin vino es como un día sin sol»). No sé si sabía que la frase era una traducción de Brillat-Savarin, pero qué más da... en un local como Alfredo e Ada, vino y comida son sinónimo de vida, de vida buena y hermosa.

Pues eso.

Vinos naturales en España

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