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El amor estimula a los marcianos

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Los marcianos comenzaron a construir una flota de naves espaciales que los transportaría por los cielos hasta Venus. Nunca se habían sentido tan vivos. Al vislumbrar a las venusinas, por primera vez en su historia comenzaron a tener sentimientos que no eran egoístas.

De igual modo, cuando un hombre está enamorado se siente estimulado a ser lo mejor de que es capaz, a fin de servir a los demás. Cuando su corazón está abierto, se siente tan confiado que es capaz de efectuar grandes cambios. Al brindársele la oportunidad de poner a prueba su potencial, expresa lo mejor de su personalidad. Sólo cuando piensa que no puede tener éxito, experimenta una regresión hacia sus viejas costumbres egoístas.

Cuando un hombre está enamorado, comienza a preocuparse tanto por el otro como por sí mismo. Se encuentra repentinamente liberado de las cadenas de sentirse estimulado sólo por sí mismo y queda libre para dar a otro, no para beneficio personal, sino como expresión de su preocupación altruista. Experimenta la satisfacción de su pareja como si fuera propia. Puede soportar fácilmente cualquier penuria para hacerla feliz, porque su felicidad lo hace feliz. Sus luchas se tornan más fáciles, siente la energía de un propósito más elevado.

En su juventud puede estar satisfecho de servirse sólo a sí mismo, pero cuando madura la autogratificación ya no resulta satisfactoria. Para experimentar satisfacción debe comenzar a vivir su vida estimulado por el amor. El hecho de sentirse inspirado para dar en forma libre y desinteresada lo libera de la inercia de la autogratificación, desprovista de la atención de los demás. Aunque aún necesita recibir amor, su mayor necesidad es dar amor.

La mayoría de los hombres no sólo están deseosos de dar amor sino que tienen sed de él. Su mayor problema es que no saben lo que se están perdiendo. Pocas veces vieron a sus padres lograr satisfacer a sus madres. Como resultado, no saben que una gran fuente de satisfacción para un hombre puede surgir del hecho de dar. Cuando sus relaciones fracasan se sienten deprimidos y se meten en la cueva. Dejan de preocuparse por los demás y no saben por qué están tan deprimidos.

En esos momentos se retiran de las relaciones o de la intimidad y permanecen metidos en sus cuevas. Se preguntan el para qué de todo y por qué deberían molestarse. No saben que han dejado de preocuparse por los demás porque no se sienten necesitados. No se dan cuenta de que si encontraran a alguien que los necesitara, podrían superar la depresión y sentirse nuevamente estimulados.

Para un hombre, no ser necesitado es una muerte lenta.

Cuando un hombre no siente que representa una diferencia positiva en la vida de alguien, le resulta difícil continuar preocupándose por su vida y sus relaciones. No es fácil sentirse estimulado cuando no se es necesitado. Para sentirse nuevamente estimulado necesita sentir que es apreciado, que confían en él y que es aceptado. Para un hombre, no ser necesitado es una muerte lenta.

Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus

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