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Aprender a recibir

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El hecho de establecer límites y de recibir es algo que resulta muy alarmante para una mujer. Se muestra a menudo temerosa de necesitar demasiado y de ser entonces rechazada, juzgada o abandonada. El rechazo, el juicio y el abandono son muy dolorosos porque en la profundidad de su inconsciente ella mantiene la incorrecta creencia de que no merece recibir más. Esta creencia se formó y reforzó en la niñez cada vez que tuvo que reprimir sus sentimientos, necesidades o deseos.

Una mujer se muestra particularmente vulnerable a la negativa e incorrecta creencia de que no merece ser amada. Si de niña fue testigo de un abuso o directamente la destinataria de éste, será aún más vulnerable al sentimiento de no merecer amor; le resulta difícil determinar su valor. Oculto en el inconsciente, este sentimiento de inmerecimiento genera el temor de necesitar a otros. Parte de ella imagina que no será apoyada.

Debido a que teme no ser apoyada, inadvertidamente rechaza el apoyo que necesita. Cuando un hombre recibe el mensaje de que ella no confía en él para satisfacer sus necesidades, se siente inmediatamente rechazado y desmoralizado. La desesperación y desconfianza por parte de ella transforman sus necesidades válidas en expresiones desesperadas de necesidad y le comunican a la pareja masculina el mensaje de que no confía en que pueda apoyarla. Irónicamente, los hombres se sienten fundamentalmente estimulados por el hecho de ser necesitados, pero se desaniman ante la necesidad.

En esos momentos, una mujer supone erróneamente que tener necesidades lo ha desanimado, cuando en realidad lo que lo ha hecho es su desesperación, desesperanza y desconfianza. Si no reconoce que los hombres necesitan que se tenga confianza en ellos, a una mujer le resulta difícil y confuso entender la diferencia entre necesitar y necesidad.

“Necesitar” es acercarse abiertamente y pedir apoyo a un hombre en forma confiada, dando por sentado que él hará lo mejor posible. Esto lo estimula. “Necesidad”, sin embargo, es necesitar desesperadamente apoyo porque uno no confía en obtenerlo. Aleja a los hombres y los hace sentir rechazados y no apreciados.

A las mujeres, el hecho de necesitar a los otros las confunde. Además, la decepción o el abandono les resultan particularmente dolorosos, incluso en lo concerniente a las pequeñas cosas. No es fácil para ellas depender de los demás y luego ser ignoradas, olvidadas o despedidas. Necesitar a los otros las coloca en una posición vulnerable. Ser ignoradas o sentirse decepcionadas las lastima más porque consolida la incorrecta creencia de que carecen de méritos.

Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus

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