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Aprender a dar

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El temor más profundo del hombre es no ser lo suficientemente bueno o ser incompetente. Compensa dicho temor centrándose en incrementar su poder y competencia. El éxito, la realización y la eficiencia son lo primero en su vida. Antes de descubrir a las venusinas, los marcianos estaban tan preocupados por estas cualidades que nada ni nadie les interesaba más. Un hombre se muestra muy descuidado cuando tiene miedo.

El temor más profundo del hombre es no ser lo suficientemente bueno o ser incompetente.

Así como las mujeres tienen miedo a recibir, los hombres tienen miedo a dar. El hecho de esforzarse en dar a los demás significa arriesgarse al fracaso, la corrección y la desaprobación. Dichas consecuencias resultan muy penosas porque internamente, en su inconsciente, mantiene una creencia incorrecta en el sentido de que no es lo suficientemente bueno. Esta creencia se formó y reforzó en la niñez cada vez que pensaba que se esperaba de él un mejor desempeño. Cuando sus logros pasaban inadvertidos o no eran apreciados, en su inconsciente profundo comenzó a formar la creencia incorrecta de que no era lo suficientemente bueno.

Así como las mujeres tienen miedo de recibir, los hombres tienen miedo de dar.

Un hombre se muestra particularmente vulnerable a esta creencia incorrecta. Genera dentro de sí el temor a fracasar. Quiere dar pero teme fracasar, así que no lo intenta. Si su mayor temor es la falta de adecuación, evitará naturalmente todo riesgo innecesario.

Irónicamente, cuando un hombre se preocupa mucho, su temor al fracaso crece y él da menos. A fin de evitar el fracaso deja de dar a la gente a quien más quiere dar.

Cuando un hombre se siente inseguro puede compensarlo preocupándose únicamente por sí mismo. Su respuesta defensiva automática es decir: “No me importa”. Por esta razón, los marcianos no se permitieron sentir o preocuparse mucho por los otros. Al tener éxito y poder, finalmente se dieron cuenta de que eran lo bastante buenos y podían dar. Fue entonces cuando descubrieron a las venusinas.

Aunque siempre habían sido buenos, el proceso de poner a prueba su poder los preparó para la sabiduría de la autoestima. Al tener éxito y mirar hacia atrás, tomaron conciencia de que cada fracaso resultaba necesario para alcanzar sus siguientes éxitos. Cada error les había enseñado una lección muy importante, necesaria para alcanzar sus objetivos. Así se dieron cuenta de que siempre habían sido lo suficientemente buenos.

Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus

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