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Cómo aprendieron las venusinas a sentirse valiosas

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Durante siglos las venusinas compensaron este temor fundamental a la falta de mérito mostrándose atentas y sensibles ante las necesidades de los demás. Daban y daban, pero en su interior no se sentían dignas de recibir. Esperaban que por el hecho de dar se tornarían más dignas. Después de siglos de dar, finalmente se percataron de que merecían recibir amor y apoyo. Luego miraron hacia atrás y tomaron conciencia de que siempre habían sido dignas de apoyo.

Este proceso de dar a los demás las preparó para la sabiduría de la autoestima. Al dar a los otros pudieron ver que los otros eran verdaderamente dignos de recibir, y así comenzaron a ver que todos merecían ser amados. Por último, vieron que ellas también merecían recibir.

Aquí en la Tierra, cuando una niñita ve que su madre recibe amor, automáticamente se siente merecedora de afecto. Puede superar fácilmente el impulso venusino de dar demasiado. No tiene que superar el temor a recibir, porque se identifica totalmente con su madre. Si su madre aprendió esta sabiduría, entonces la niña la aprende automáticamente observando y sintiendo a su madre. Si la madre se muestra abierta para recibir, la niña aprenderá entonces la manera de recibir.

Las venusinas, sin embargo, no tenían modelos, de manera que les llevó miles de años abandonar su actitud de dar en forma compulsiva. Al ver gradualmente que otros eran dignos de recibir, se dieron cuenta de que ellas también merecían recibir. En ese momento mágico los marcianos también sufrieron una transformación y comenzaron a construir naves espaciales.

Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus

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