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Cuando una mujer ama a un hombre

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Una mujer que se enamora de un hombre se parece a la primera venusina cuando creyó que llegaban los marcianos. Ella soñó que aterrizaría una flota de naves espaciales proveniente de los cielos y que aparecería una raza fuerte y protectora de marcianos. Esos seres no necesitarían cuidado sino que, por el contrario, querrían ser el sostén y la protección de las venusinas.

Esos marcianos eran fervientes y estaban inspirados por la belleza y la cultura venusinas. Los marcianos reconocieron que su poder y competencia carecían de significado sin alguien a quien servir. Esos seres imponentes y admirables encontraron alivio e inspiración en la promesa de servir, agradar y satisfacer a las venusinas. ¡Qué milagro!

Otras venusinas tuvieron sueños similares e instantáneamente salieron de su depresión. La comprensión que transformó a las venusinas fue la creencia de que la ayuda estaba en camino porque llegaban los marcianos. Las venusinas se deprimieron porque se sentían aisladas y solas. Para salir de la depresión necesitaban sentir esa ayuda afectuosa que estaba en camino.

La mayoría de los hombres casi no se da cuenta de lo importante que es para una mujer sentirse apoyada por alguien que se preocupa por ella. Las mujeres son felices cuando creen que sus necesidades serán satisfechas. Cuando una mujer se siente perturbada, abrumada, confundida, agotada o desesperada, lo que más necesita es el simple compañerismo. Necesita sentir que no está sola. Necesita sentirse amada y apreciada.

Empatía, comprensión, aprobación y compasión influyen mucho en ayudarla a tornarse más receptiva y reconocer el apoyo del hombre. Los hombres no se dan cuenta de esto, porque sus instintos marcianos les dicen que es mejor estar solos cuando se sienten perturbados. Cuando ella se siente perturbada, sin respeto alguno él la dejará sola, o bien, si se queda, empeorará las cosas tratando de resolver sus problemas. No se da cuenta en forma instintiva de hasta qué punto resulta importante para ella la cercanía, la intimidad y la participación.

Al compartir sus sentimientos ella comienza a recordar que merece amor y que sus necesidades serán satisfechas. La duda y la desconfianza desaparecen. Su tendencia a la compulsividad disminuye cuando recuerda que ella merece amor y que no debe ganárselo; puede relajarse, dar menos y recibir más. Ella lo merece.

La tendencia de una mujer a la compulsividad disminuye cuando recuerda que ella merece amor y que no tiene que ganárselo; puede relajarse, dar menos y recibir más. Ella lo merece.

Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus

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