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—¡Quédense donde están! —ordenó Tom en el acto.

Corrió al interior de la casa y volvió a salir un momento después con su espada en una mano y su pistolera de cintura en la otra. No se trataba de una espada de práctica, sino de su mortífera katana de acero que utilizaba en su trabajo como el más eficaz cazador de zombis de toda Ruina. Se colgó la correa al hombro mientras pasaba frente a Benny a toda velocidad con dirección a la cerca. La saltó como un corredor de carreras de obstáculos y se alejó a toda velocidad mientras se abrochaba la hebilla de la pistolera.

—¡No se muevan del jardín! —les advirtió.

Esta última orden flotó hacia ellos a la par que Tom desaparecía sobre la colina.

Benny giró hacia Nix, quien miró a Lilah, quien posó los ojos en Chong, quien a su vez contempló a Morgie.

—Tom ordenó que nos quedáramos aquí —se apresuró a decir Nix.

—Claro —confirmó Benny.

Y de inmediato partieron. Tomaron todos sus espadas de madera y se apresuraron para atravesar la puerta del jardín, con excepción de Lilah, quien brincó la cerca exactamente como Tom lo había hecho momentos atrás. Entonces corrieron tan rápido como eran capaces de hacerlo.

Polvo y decadencia

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