Читать книгу Polvo y decadencia - Jonathan Maberry - Страница 15
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—¡Benny! ¡Arriba!
La voz se oía a un millón de kilómetros de distancia.
—¡Benny!
Su cerebro adormecido le asignó origen a la voz. Nix. Le estaba gritando a él. ¿Por qué? Intentó preguntarle, pero sólo brotó de él un murmullo de balbuceos sin sentido.
Entonces ella comenzó a moverlo. A sacudirlo.
Benny consiguió abrir un ojo. Era como levantar cien kilogramos de ladrillos.
—Buenos días, Nix —consiguió decir en un tono de voz incluso razonable—. ¿Te gustaría un poco de pan tostado?
Nix lo abofeteó en pleno rostro. Con fuerza.
—Auch…
La bofetada despejó su conmocionado cerebro y pudo comprender que Nix estaba inclinada sobre él, gritándole a la cara.
—¡ZOMS!
Hay que empezar por eso…
Su cerebro recuperó plena consciencia. Cuando Nix lo jalaba para levantarlo se produjo un movimiento a su izquierda, y Benny volteó para ver que el señor Matthias se levantaba despacio, con sangre escurriendo de sus labios correosos y su garganta abierta. El nuevo zom volvió hacia Benny su rostro laxo y gimió como un alma en pena.
Otro movimiento hizo a Benny girar, y ahí estaban Danny Houser y su madre, caminando vacilantes sobre el césped en dirección al porche. Ambos habían sido mutilados a mordidas. Ambos estaban muertos. Detrás de ellos, al interior de la casa de los Houser, se escucharon gritos y disparos.
—¡Atrápala! —Nix recogió la espada de Benny y se la lanzó. Benny la recibió en el aire en el momento en que el señor Matthias daba un paso torpe hacia él. Nix saltó del porche y corrió a interceptar a Danny, blandiendo la espada en alto.
El señor Matthias estaba demasiado cerca para conectarle un contundente swing, así que Benny cambió su plan y lo golpeó con la pesada empuñadura de su espada de madera. El lance alcanzó al señor Matthias en la barbilla y el impacto reculó fuertemente en las muñecas de Benny. El padre de Zak trastabilló.
Benny volteó hacia donde estaba Nix justo a tiempo para verla derribar a la señora Houser de costado, pero en el mismo instante Danny se adelantó y aferró un buen puñado del cabello rojo de Nix. Benny dio un paso reflejo en su dirección, pero entonces el señor Matthias lo sujetó por la camiseta y de un tirón lo hizo caer al suelo. El zom comenzó a levantarlo, primero hasta que sus pies quedaron a nivel del piso, y después más arriba. Incluso muerto, el señor Matthias era un hombre poderoso. Benny colgaba de los puños del zombi y por un momento miró de frente a esos ojos muertos que ya no necesitaban parpadear.
Había una historia que los chicos solían contar. Afirmaba que si mirabas directo a los ojos de un zom verías en ellos el reflejo de cómo serías tú al convertirte. Benny había dejado de creer en ello luego de la pesadillesca aventura del pasado septiembre, pero ahora, mirando a los ojos vacíos del señor Matthias, Benny supo exactamente cómo luciría de zom. Pequeño, descolorido y extraviado, con todos los restos de su humanidad y personalidad extinguidos como un fósforo calcinado.
—¡No! —gritó, y cuando el señor Matthias se lanzó a morderlo, Benny atravesó la espada en la boca abierta de la criatura.
El señor Matthias mordió con un gran tronido que astilló la espada de madera y rompió la punta de sus incisivos.
Entonces el señor Matthias soltó a Benny, concentrado en sacarse la bokken de la boca. La espada resonó contra las tablas del suelo. Cuando el zom se volvía nuevamente hacia Benny, el chico giró sobre su cadera y pateó con ambos pies, golpeando con sus talones las rodillas del zombi. El impacto lo hizo retroceder, de modo que el señor Matthias tropezó con el cuerpo inerte de Zak, y el monstruo cayó hacia atrás con un gran estruendo. Benny se puso rápidamente en pie, levantó su espada de madera, y la dejó caer sobre su adversario utilizando cada gramo de fuerza que le restaba.
¡CRACK!
La espada se partió por la mitad justo en el lugar donde el señor Matthias la había mordido, pero el golpe destrozó el cráneo del zom. Zak Matthias cayó de bruces contra las tablas, gimiendo y retorciéndose y tratando de asirse a la nada. Benny observó los cuarenta y cinco centímetros de nogal astillado que tenía en las manos, le dio la vuelta, lo levantó muy alto, sujetándolo con ambas manos, y lo bajó con fuerza contra la base del cráneo del señor Matthias. Hay una abertura estrecha donde la espina dorsal se une al cráneo. Tom la llamaba “el punto ideal”, y es el lugar donde el tronco del encéfalo es más vulnerable. Corta ahí y el zom será para siempre aquietado.
Benny puso todo el vigor que tenía en el golpe.
Pero falló. La punta de la estaca alcanzó la parte dura del cráneo y resbaló hacia un costado hasta acabar achatándose contra las tablas del piso junto a la oreja del zom.
—Mierda —maldijo Benny.
Los dedos del señor Matthias buscaban los tobillos de Benny, pero al parecer ya no les quedaban muchos tendones funcionales para asir. Benny dio un paso atrás para ponerse fuera de su alcance. El zom gemía lastimero.
Inmediatamente Benny procedió a buscar a Nix. Mientras bajaba del porche vio a Danny Houser caer con la cabeza inclinada sobre el cuello torcido —mas no roto. Nix caminó atrás alejándose de él, con el pecho agitado presa del miedo y la fatiga.
—¡Cuidado! —gritó Benny al ver que la señora Houser se lanzaba hacia Nix por un punto ciego.
Justo cuando Nix giraba, Benny derribó a la madre de Danny con un empujón que los envió a ambos a rodar por el suelo. La zom se retorcía y siseaba como un gato atrapado y enterró sus dientes en el hombro de Benny. Éste consiguió moverse antes de que las mandíbulas se cerraran, y todo lo que ella arrancó de una mordida fue un bocado de camiseta sudada.
De pronto se escuchó un golpe apagado y una vibración recorrió al zom; luego otro y otro más, y Benny comprendió que Nix estaba golpeando al monstruo con su espada, tratando de distraerlo o dislocarle los huesos.
—¡Nix! —gritó una voz—. ¡Atrás!
Los golpes cesaron, y un segundo después alguien le quitó de encima el cuerpo del zom y Benny supo que Tom estaba ahí. Había pasado un poderoso brazo alrededor del cuello del zom, y aunque la criatura peleaba y se revolvía, estaba ahora indefensa.
Una docena de personas llegaron corriendo al jardín por entre las casas. Chong y Morgie iban con ellos, y cuando vieron a Benny tirado en el césped y cubierto de sangre, se detuvieron de inmediato y quedaron clavados al suelo. Nix estaba más allá con su bokken entre las manos, jadeante y aterrada pero aparentemente indemne. Todos la miraron por un segundo, y después los ojos volvieron a dirigirse a Benny.
El chico comenzó a levantarse, pero de pronto Lilah apareció con una brillante daga en la mano. Antes de que Benny pudiera hablar, Lilah se montó encima de él y colocó la punta de la cuchilla bajo su mentón. Benny se paralizó.
—¡Lilah! —rugió Tom.
—¡Mira su hombro! Ha sido mordido —contestó ella.
—No… —chilló Benny con voz ronca.
—¡No! —secundó Nix.
Tom entregó a la señora Houser al capitán Strunk y otros dos hombres de la guardia del pueblo. Ellos la amordazaron y la ataron con practicada técnica, aunque sus rostros eran una mueca de miedo y repulsión. Tom se aproximó a un costado de Lilah y le tocó el brazo que sostenía la daga.
—No —dijo con más suavidad, mirando a Lilah y a Benny alternativamente—. Si ha sido mordido, entonces yo tengo que encargarme de él. Es mi familia.
—No he sido mordido —insistió Benny, pero nadie parecía prestarle atención.
Los ojos de Lilah eran del color de la miel, pero en ese momento Benny pensó que se veían tan fríos como el hielo. No había trazas de compasión o humanidad en su rostro. Todo lo que él podía ver era a la cazadora, la guerrera solitaria. La legendaria Chica Perdida que había matado tanto a humanos como a zoms en su senda de supervivencia en Ruina y Putrefacción.
El cuchillo se sentía como un hierro ardiente contra su piel.
Entonces Lilah lo retiró, y la chica dio unos pasos atrás.
—Asegúrate de hacerlo —le dijo a Tom—. O lo haré yo.
Benny se hundió en el césped, más agotado por los últimos segundos que por toda la pelea contra los zoms.
Nix pasó rozando a Lilah, con los ojos entrecerrados y furiosos, y se colocó entre los dos. Morgie se acercó hasta quedar hombro con hombro junto a Nix; luego de un leve titubeo, Chong hizo lo mismo. Sus cuerpos formaban una valla. Lilah los observó con mirada calculadora, como si los estuviera midiendo para decidir qué tan difícil —qué tan fácil— sería pasar a través de ellos para llegar hasta el probable zom.
Benny se incorporó temblando.
—No he sido mordido —gritó. Para probarlo, se sacó la camiseta y la lanzó al suelo, a los pies de Lilah. La ira empezaba a surgir en él, reemplazando centímetro a centímetro la sensación de terror—. ¿Ves?
—Ya veo —fue todo lo que Lilah dijo. Bajó su cuchillo y se dio media vuelta. Todos la vieron dirigirse al porche, subir los escalones y, sin pausa de por medio, clavar la punta de la cuchilla en la parte trasera del cráneo del señor Matthias. A diferencia de Benny, ella no falló en atravesar el punto exacto.
—Rayos —aventuró Morgie.
—Ajá —respondió Chong, pálido y alterado.
Tom se agachó y levantó la camiseta de Benny, examinó el agujero de la mordida en el hombro y se la devolvió.
—¿Seguro que estás bien?
Benny miró hacia el porche, donde el cadáver del señor Matthias yacía tendido muy cerca del de su hijo. Del cuerpo que alguna vez había sido un chico de su edad. Que alguna vez fuera su amigo. Otra víctima.
—Dije que no he sido mordido —finalizó Benny, sacudiendo su cabeza lentamente mientras se alejaba—, pero estoy a billones de años luz de estar bien.