Читать книгу Carne y hueso - Jonathan Maberry - Страница 31
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—No te muevas —susurró Nix.
Benny no tenía intención de hacerlo. Ni siquiera estaba seguro de poder.
El león estaba entre la hierba alta, con la cabeza levantada mientras el viento le agitaba la melena. Sus ojos dorados estaban fijos en ellos. Gruñía en silencio, mostrando los dientes, pero sin emitir ningún sonido. Hasta las aves en los árboles se habían quedado quietas ante la presencia de este gran felino.
Nix apretó a Eve contra su pecho, y la pequeña gimió suavemente en su sueño; un gemido defensivo, preocupado.
—No lo provoquen —advirtió Chong.
—De verdad que no planeaba hacerlo —murmuró Benny.
—Dios —dijo Nix en un áspero susurro—, ¡ahí hay otro!
Benny volteó a su derecha y ahí, apenas más allá del pino Bristlecone, estaba otro león. Una gran hembra. De fácilmente unos ciento cincuenta kilos. Ágil, de color rubio oscuro, su cuerpo entero mostraba la tensión de sus músculos.
Benny abrió la boca para intentar decir algo —lo que fuera—, pero antes de poder hacerlo, se produjo un movimiento a su izquierda. Un tercer león.
Y más allá, otro.
Benny sintió que un sudor helado le escurría por la espalda. Tenía su katana colgando del hombro y Chong traía su bokken atada con una correa a su cadera. Y Nix tenía la pistola.
¿Sería suficiente con eso? Lo dudaba. De hecho, sabía con certeza que eso no detendría a más de una de aquellas bestias. Tal vez Tom habría conseguido hacer algo, pero Tom estaba muerto.
Los leones los observaban. Cuatro pares de ojos hambrientos, cuatro mentes astutas analizando la situación, justo lo que Benny trataba de hacer. Sabía que aquí también estaba perdiendo la batalla de sensatez.
—¿Benny…? —susurró Chong.
—Estoy planeando algo —mintió Benny.
Cierto, Nix tenía la pistola, pero también estaba cargando a Eve. Para poder desenfundar tendría que acostarla en el suelo o pasársela a alguien más. Eso con toda seguridad despertaría a Eve, y muy probablemente se asustaría y tendría otro ruidoso ataque de histeria. Benny podía entender aquello. Un ataque de histeria parecía la mejor manera de reaccionar en ese momento.
¡Tom! ¿Qué debo hacer?
Nada. Ninguna voz en su cabeza, ninguna respuesta.
Benny trató de recordar su entrenamiento. Una de las reglas del guerrero inteligente era siempre ser consciente de sus recursos. Y conocer siempre las rutas para entrar y salir de cualquier situación.
Detrás de ellos estaba el barranco lleno de zoms. Cruzando el barranco había una muerte segura en forma de una legión de pálidos devoradores de carne humana. Había un denso bosque donde esconderse, pero estaba al otro lado de la manada de leones.
Mierda, pensó Benny. Vamos, Tom… ahora sería un muy buen momento para alguna elegante táctica de batalla. ¿Cómo salimos de ésta? ¿Cómo hacemos para no morir?
Pero lo único que escuchó dentro de su cabeza fueron los ecos de su propio corazón batiente.