Читать книгу Ética, hermenéutica y política - Jordi Corominas - Страница 16
2. AUTOR FUNDAMENTAL, SAN AGUSTÍN: MENTIR, NO; PERO LO AGOBIA LA PROBLEMÁTICA HUMANA
Оглавление2.1. Textos de San Agustín. De mendacio, 395, donde el autor confiesa que el tema es bastante oscuro; (11) un trabajo de investigación en el que nos comunica sus reflexiones y dudas. Y Contra mendacium, escrito un cuarto de siglo después. Aquí San Agustín se muestra más seguro, pero no del todo. (12)
Pasado algún tiempo quiso destruir el primer escrito, mas no lo hizo, sino que lo retocó porque contenía reflexiones que no incorporaba el segundo trabajo. Ahí mismo el autor confiesa que la problemática humana solía conmocionarlo.
2.2. Textos de Santo Tomás. Summa Theologiae II–II, q. 110, que presenta en forma organizada la doctrina de San Agustín. (13)
2.3. Según ellos mentir siempre es pecado. Parece que dicen “la mentira es mentira”. ¿Por qué? Nunca puede ser bueno y lícito lo que es malo intrínsecamente y en su género. La mentira es mala por naturaleza. Palabras y gestos sirven para expresar la verdad. Dios es la Verdad misma. Nos toca decir la verdad como manera de unirnos a Dios y de alabarlo. Jesús, la palabra de Dios hecha carne, es la verdad. Los cristianos seguimos a Jesús; decimos la verdad, no la mentira.
2.4. Tipos de mentira según el intento:
Nociva: un mal a otro (la más grave).
Oficiosa: un bien útil para mí o para otro, o para evitar un mal (menos grave).
Jocosa: un bien agradable, divertirme (leve).
2.5. Solución que presentan San Agustín y Santo Tomás:
No es lo mismo mentir que ocultar la verdad.
Puede estar justificado el ocultar la verdad.
El que miente oculta la verdad, pero el que oculta la verdad no por eso miente.
2.6. Las maneras justificadas de ocultar la verdad sin mentir han sido variadas a lo largo de la historia. Una, el mal menor. Mucho tiempo se usó la llamada restricción mental, que consiste en ocultar la verdad con la condición de que la expresión tenga un sentido verdadero. Por ejemplo: estoy sentado en un parque y pasa delante de mí un joven que huye despavorido. Instantes después llegan corriendo unos matones y me preguntan si por ahí pasó un joven. Yo respondo “No pasó por aquí”, mientras que de manera distraída veo el hueco de la manga de mi camisa. Sólo que en casos apurados, únicamente los muy ingeniosos encuentran pronto una frase con sentido verdadero. Por ello, hoy día se considera justificado el ocultar la verdad diciendo cualquier cosa si quien me pregunta no tiene derecho a sacarme a mí la verdad. O sea, no estoy obligado a decir mi verdad a quien me pregunta sin tener derecho a obtenerla de mí.