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La tesis culturalista (la relación con el medio)

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El principal exponente de esta posición es Parsons, quien en su obra La colonización antioqueña en el occidente de Colombia (1949) de manera prioritaria define el empuje del carácter antioqueño por las características adversas de la geografía en que se desenvuelve:

Las montañas templadas de los Andes más septentrionales del occidente de Colombia son la morada de los sobrios y enérgicos antioqueños, quienes a sí mismos se titulan ‘los yanquis de Suramérica’. Son sagaces, de un individualismo enérgico, y su genio colonizador y vigor han hecho de ellos el elemento dominador y el más claramente definido de la república. Su aislamiento geográfico, largo y efectivo, en las montañas del interior de Colombia, se refleja en un definido tradicionalismo y en rasgos culturales peculiarísimos. Ser antioqueño significa para ellos más que ser colombianos. (Parsons, J., 1997, p. 21)

Esta visión de Parsons, que es también tenida en cuenta por Everett Haven y Ann Twinam, no es compartida por otros autores. Por ejemplo, Mesa Bernal, reforzando seguramente su visión genealogista, considera que las difíciles características geográficas no son exclusivas de Antioquia. Y aduce que, dado que las condiciones en otras partes son iguales (como en Santander), se habrían presentado las mismas características en otros conglomerados del país (Mesa, 1988, pp. 23-24).

Claro que Parsons, junto con su visión especializada del medio geográfico característico, introduce otras particularidades que tienen que ver con los desarrollos ancestrales de sus habitantes. Según él, el hecho de “la terrible mortandad que siguió a los primeros contactos de los españoles” pudo influir en que “los sobrevivientes de los primeros cincuenta años de epidemias, trabajos forzados y reajustes fisiológicos agudos fueran un grupo selecto (...) que iba a proveer una porción importante de la cepa de la evolución de la ‘raza antioqueña’” (Parsons, 1997, p. 88). Y concluye que

muchos de los españoles, lo mismo que sus descendientes mestizos, se vieron obligados a emprender labores productivas por su propia cuenta. Esta circunstancia dio desde temprano un impulso a la tradición democrática del trabajo en Antioquia, en contraste con otras regiones del sur y oeste, donde el elemento indígena se ha mantenido más numeroso. (Parsons, 1997, pp. 22-23)

Y lo lleva a remarcar la idea de que durante los tiempos coloniales “los blancos constituían una aristocracia honorable, aunque sin cultura, cuyo rango era aceptado incuestionablemente por las clases inferiores” (Parsons, 1997, p. 24). Esta concepción de Parsons es la base que utiliza para interpretar el fenómeno de lo que él denomina “colonización moderna” para referirse a la migración antioqueña del siglo XIX, entre cuyos móviles destaca la pobreza de los vasallos durante la Colonia y las malas tierras de la provincia (Parsons, 1997, p. 114 y ss.).

El trabajo de Parsons, además de haberse constituido en la referencia indefectible de todos los trabajos sobre la colonización antioqueña, también fue, junto con los postulados genealogistas, el que principalmente generó la llamada “novela rosa” sobre el tema. Estudios posteriores con mayor profundidad sobre las relaciones sociales y económicas de los antioqueños y sus móviles poblacionales han introducido la polémica a Parsons, sin desconocer en absoluto su valor, que ya es considerado clásico.

Caminos y fundaciones: Eje Sonsón-Manizales

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