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Introducción

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En América Latina asistimos a un uso cada vez más frecuente de la categoría de “identidad” y a la presencia de sentidos un tanto ambiguos para definirla. Identidad de los trabajadores, de las mujeres, de los pueblos originarios; identidades de clase, étnicas, biológicas, culturales, políticas; modos identificatorios; identidades colectivas, disidentes, subalternas, son algunas de las tantas expresiones que solemos encontrar en el vocabulario académico sobre el tema.

En general, es posible advertir el predominio de enfoques sustancialistas en los estudios identitarios, los cuales buscan dar cuenta de la esencia-fundamento sobre la que se define o construye una identidad determinada. Estas interpretaciones exhiben algunos presupuestos básicos, entre los que resultan recurrentes: 1) que las identidades constituyen un punto de llegada homogéneo y muchas veces estático; 2) que las mismas se encuentran sustentadas por una serie de principios que las autodefinen; ejemplo de ello es el caso de las identidades nacionales, que suelen delimitarse desde atributos tradicionales como la historia común, la música, la lengua, el territorio, entre otros; y 3) generalmente no se establece un análisis capaz de dar cuenta de las dimensiones conflictivas y simbólicas de los procesos de constitución y reconstitución identitarios, esto es, de la lucha por la definición de las identidades en sí mismas.1

Frente a ello, numerosas perspectivas contemporáneas (desde el campo del psicoanálisis, las teorías políticas posfundacionalistas,2 la sociología posestructuralista, los estudios culturales, entre muchos otros) han advertido la necesidad de comprender las identidades desde abordajes no sustancialistas, a partir de reconocer su carácter conflictivo, relacional e incompleto. Nos centramos aquí en uno de estos enfoques, la teoría política del discurso, de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe,3 precisamente porque, en ella, la construcción identitaria remite a procesos no esenciales y eminentemente disputados. Al mismo tiempo, dicha perspectiva postula una especial e interesante vinculación entre el abordaje de las identidades políticas y populares, y el análisis del populismo como lógica de articulación política.

La preocupación central de este capítulo gira, entonces, en torno a dos asuntos o interrogantes clave: ¿de qué modo podría relacionarse una noción no sustancialista de las identidades políticas con una conceptualización no esencialista ni peyorativa del populismo? Y ¿qué aportes puede proporcionar este enfoque para el estudio de dos experiencias latinoamericanas concretas, el peronismo en Argentina y el gaitanismo en Colombia?

Dichas preguntas ofician de guía para los apartados que componen este capítulo. La primera parte está centrada en recoger y sistematizar los aportes de la teoría política del discurso para la compresión de la mutua imbricación entre la cuestión identitaria y la cuestión populista. La segunda proporciona algunos elementos que permiten profundizar el abordaje de las identidades, las identificaciones populares y las articulaciones populistas. En tercer lugar, se ensayan algunos ejercicios analíticos sobre las dinámicas específicas del peronismo en Argentina y el gaitanismo en Colombia, a partir de las disquisiciones teóricas introducidas en los apartados previos. Por último, incorporamos una breve conclusión, que retoma los aspectos destacados del escrito y abre posibles sendas de indagación en torno a las identidades y los populismos en general.

En definitiva, las líneas que se despliegan a continuación procuran trazar una suerte de mapa de problemas y operaciones analíticas en torno a la constitución y la redefinición de las identidades peronista y gaitanista, que luego se desarrollan con mayor especificidad a lo largo del libro. Con ello se pretende contribuir a los estudios identitarios en el campo de las ciencias sociales, subrayando una idea central: que la constitución y la redefinición de las identidades remiten a procesos eminentemente políticos, relacionales, históricos y contingentes. Es desde ese entendimiento que se hace posible emprender el análisis de experiencias políticas concretas, resguardando su complejidad, heterogeneidad y dinamismo.

Descentrando el populismo

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