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Santiago Ramón y Cajal

1852–1934

EL CEREBRO DEL GENIO

Me llamo Santiago y soy científico. Nací en Petilla de Aragón y, aunque mi padre era médico, me costó elegir esa carrera. En el colegio no era el mejor estudiante. De vez en cuando hacía trastadas y prefería salir a pasear y observar la naturaleza que pasarme las tardes aprendiéndolo todo de memoria. El dibujo, en cambio, me gustaba mucho, pero mi padre me insistió para que estudiara Medicina.

Con la carrera recién terminada me llamaron para el servicio militar, que entonces era obligatorio. Pedí la plaza de médico y al poco tiempo me mandaron a Cuba, que entonces era española, a cuidar de los soldados enfermos. También yo caí muy enfermo y volví a España, donde mi madre y mis hermanas cuidaron de mí hasta que me recuperé.

Gané poco dinero en Cuba, pero lo gasté muy bien: me compré un microscopio. Quería saber cómo funcionaba el cerebro y el microscopio era de gran ayuda. Todo lo que veía a través de esa lente tan pequeña, lo dibujaba. Después, cuando trabajé como profesor de Medicina, hacía esos mismos dibujos de colores en la pizarra para explicar a mis alumnos lo que eran las neuronas y cómo funcionaban. También contaba todo lo que descubría en artículos y dibujos que se publicaron en las revistas médicas de España y de otros países. Tanto gustó a otros científicos lo que descubrí que, cuando tenía cincuenta y cuatro años, me dieron el premio Nobel de Medicina. Lo curioso es que nos lo dieron a medias a Camilo Golgi y a mí, que teníamos opiniones opuestas sobre las neuronas, y luego, con los años, se demostró que yo tenía razón, aunque él también había hecho grandes descubrimientos.

Dediqué mi vida a investigar, pero también a escribir, dibujar, fotografiar, pasear por el campo, disfrutar de la familia y enseñar a mis alumnos todo lo que pude. Porque la vida, como el cerebro, se compone de pequeñas cosas que colaboran entre sí.

Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina en 1906, es el científico más importante de nuestra historia. Pionero de la neurociencia, descubrió que el cerebro está compuesto por millones de células especiales, las neuronas, y que estas podían comunicarse unas con otras a través de impulsos eléctricos.

«Mientras el cerebro sea un misterio, el universo continuará siendo un misterio»