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PRÓLOGO, DE MANUEL LLANAS

Los Boixareu y Marcombo: continuidad de una tradición

Empezando por el hecho, más que notorio, de que las publicaciones promovidas por el monasterio de Montserrat se sitúan cronológicamente en el primer lugar del ranking mundial de las editoriales más antiguas todavía activas hoy —y con producción continuada en el tiempo—, la historia de la edición catalana ofrece un abanico variado de características que la singularizan. Es el caso, para empezar, de las asociaciones gremiales, que arrancan con la creación, en 1553, de la Cofradía de San Jerónimo de los Libreros, oficio que entonces implicaba también el de editor y que, a partir del último tercio del siglo XIX, se acaba diversificando en las diversas actividades de la producción y comercialización del libro (artes gráficas, editores, distribuidores y libreros). Un segundo aspecto remarcable lo constituyen, a partir del segundo decenio del siglo xx, las exportaciones de libros a la América hispanófona, base del negocio de empresas como por ejemplo Montaner y Simón, Maucci, Sopena, Salvat, Gustavo Gili u Océano; se trata del factor decisivo para la conversión de Barcelona en la capital líder de la edición en español, posición que sigue manteniendo actualmente. A todo esto se añade, en tercer lugar, la existencia de linajes de editores que, en algunos casos, perduran durante siglos enteros: del siglo XVII al XX, los Jolis-Pla y los Abadal; a caballo entre los siglos XIX y XX, los tres López (los dos primeros de la Librería Española y el tercero de la Llibreria Catalònia), Casals (inicialmente de la Tipografía Católica homónima) o Millà; o, ya en el siglo XX, los Sopena, los Salvat o los Gili.



Este volumen —una crónica completísima, profesional y familiar a la vez— patentiza cómo Boixareu y Marcombo participan de lleno en estas constantes históricas. El fundador, Josep Maria Boixareu Ginesta, compra la Librería Hispano Americana en 1949 y, como los López de la Librería Española y los Millà de la librería del mismo nombre, la vincula estrechamente con la producción editorial para que se refuercen mutuamente. Como titular del negocio, Boixareu Ginesta se integra activamente en el Gremio de Libreros de Barcelona, que preside de 1952 a 1966, y representa a sus homólogos españoles en la fundación de la Comunidad Internacional de Asociaciones de Librerías (CIAL). Al mismo tiempo, se incorpora al consejo de administración del Instituto Nacional del Libro Español. Por su parte, Josep Maria Boixareu Vilaplana se muestra activo en las asociaciones de editores; forma parte de la junta directiva del Gremio de Editores de Cataluña durante treinta años (1980-2010) —veinte de los cuales como vicepresidente—, de la junta de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) y de la junta del Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO). Simultáneamente, se integra en la International Association of Scientific, Technical and Medical Publishers (STM). En esta línea de implicación en las corporaciones profesionales, Jeroni Boixareu, el actual consejero delegado, ha sido, hasta ahora, vicepresidente de los gremios de Editores y Libreros de Cataluña.

Por otro lado, la expansión y la implantación de Marcombo en América —en una docena de repúblicas, y especialmente en México— constituyen la clave esencial de su trayectoria; los documentados capítulos que este libro les dedica me excusan ahora de extenderme en ello. Y, en paralelo, sobresale la continuidad familiar al frente de la editorial y de la librería: al fundador, Boixareu Ginesta —que en 1967 se asocia con un primo hermano, Boixareu Gimó—, le sucede Boixareu Vilaplana; y hoy, setenta y cinco años después, la máxima función ejecutiva recae en el nieto del primero, Jeroni Boixareu Pallarès. Con un catálogo especializado en obras técnicas y científicas, Marcombo se inscribe, además, en una línea temática que, en Cataluña y contemporáneamente, inaugura la editorial Salvat y que han explotado —parcialmente o monográficamente— sellos como Labor, Manuel Marín, F. Susanna, Gustavo Gili, Reverté u Omega (de la familia Paricio).

Entre las valiosas contribuciones de esta historia de la empresa sobresalen con luz propia, por un lado, el reporte minucioso de la red de contactos y amistades establecida con profesionales del sector —editores, distribuidores, libreros— en España, Europa y América, sea por medio de alianzas comerciales o bien de relaciones personales, ambas tejidas en ferias y congresos y en organismos del mundo del libro; y, por otro lado, la profusión de documentos, textuales y —sobre todo— gráficos, testigos irrecusables del camino recorrido y de la proyección, local e internacional, de la casa. Todo ello no habría sido posible, primero, sin el gran esfuerzo del autor —que se ha consagrado a ello en cuerpo y alma durante tres años— y, segundo, sin una particularidad altamente meritoria de Marcombo: haber conservado un archivo. Este mérito se acentúa —y sé de qué hablo— por contraste con el montón de editoriales que, por diferentes motivos, han sufrido tal devastación documental que solo se pueden reconstruir sus características y su evolución de forma muy insuficiente o insatisfactoria.

En fin: los casi tres mil setecientos cincuenta títulos que Marcombo ha puesto en circulación a lo largo de sus setenta y cinco años de vida dan fe de una iniciativa sólida y prestigiosa que solo cabe desear que perdure muchos años más.

Manuel Llanas

Universidad de Vic


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