Читать книгу Diseño creativo: manual de ideas - Juan Diego Ramos Betancur - Страница 8
Qué prefieres: ¿imitar y repetir o diseñar creativamente?
ОглавлениеCaballo de Leonardo de Vinci en Milán.
Escultura de Nina Akamu
La inteligencia humana no es un patrimonio de cada persona, sino que es un bien comunal en cuanto que su despliegue y enriquecimiento dependen de la capacidad de cada cultura para ofrecer los instrumentos adecuados a tal efecto. Jerome Bruner. Desarrollo cognitivo y educación1
Los orígenes míticos de la humanidad están llenos de grandes y sugestivos ideales creativos. Los humanos, en esta soledad universal inconmensurable, creamos diferentes deidades para explicar el origen de todo lo que existe. Estos seres absolutos, en su poder infinito, vieron el enorme vacío y dieron forma al universo. Al principio era el caos, por lo que ellos en su sabiduría, se propusieron ordenar los elementos y transformar esa energía multimodal en soles, planetas, gravedad, electromagnetismo, inteligencia. Y a partir de allí, establecieron la forma de los astros y las fuerzas que los regulan, el lugar de los cielos arriba y de la tierra abajo (según nuestra perspectiva); del agua, el fuego, la luz y las sombras, las diferentes especies y, al final, nosotros, la razón de todo: los sorprendentes seres humanos. Y tú y yo, y los demás, ya sobre la tierra, hemos hecho lo posible por sobrevivir como especie de la mejor manera, a pesar de los daños y los logros, de toda la sabiduría y las contradicciones.
En casi todas las culturas de la humanidad se han contado las mismas leyendas fundacionales sobre la creación del mundo y de la deriva de los eventos. Ya vivieron más de cien mil millones de personas antes que nosotros, nos antecedieron, nos dieron este lugar y este “estado del arte”. Somos hoy casi ocho mil millones y aquí vamos, viviendo y creando.
Los chinos tienen un libro profundamente simbólico conocido como I Ching, que se complementa con una práctica tradicional denominada Feng Shui. Este libro y esta práctica no son imaginarios sobre divinidades, sino que le hablan directamente al hombre, a su mundo personal; ofrecen consejos que necesitamos para vivir y enfrentar las múltiples realidades que confluyen en una sola vida. Esto es creatividad casi pura.
¿Qué cosa es ser creativo? Ser, un asunto de la ontología. Significa que tienes algo dentro de ti, que forma parte de lo que eres desde que naciste, es lo que te hace único y debes liberarlo cada día, exponerlo al mundo para que sientas la plenitud de tu existencia.
Ser creativo significa que tienes el potencial innato de hacer que se produzcan situaciones nuevas en tu vida, cuando realmente exploras en saber pensar lo no pensado, en decir, lo que no habías dicho, en sentir lo que no habías sentido o experimentado aún; o en hacer lo que no habías hecho. De hecho, denominan Metacognición a aquello que se conoce como pensar en cómo pienso, descifrar los mecanismos de la mente que poseemos, las emociones o sentimientos que están usualmente asociados a nuestros pensamientos y recuerdos.
Sigmund Freud habló de la represión y la frustración como dos mecanismos en los cuales ciertas ideas no consumadas, pensamientos y sentimientos no expresados, deseos insatisfechos o sin saciar, etcétera, se ocultan de la mente consciente. Los anhelos y los sueños interrumpidos, las pulsiones truncadas, se encuentran almacenados en ese lugar de difícil acceso que llamó inconsciente. Y, para llegar a él, se requiere conocer los sistemas simbólicos en que se han convertido los eventos que quedan en nuestra memoria como recuerdos, y los mecanismos que los regulan.
Ser Creativo no es una definición. No es parecer creativo. Ser creativo es aquel que logra sacar su poder interno y tocar al mundo en cada situación con esa fuerza potencial. Ya iremos ampliando este tema poco a poco en el transcurso de nuestras reflexiones, aunque no pretendemos agotarlo. No olvidemos que este es un texto de conocimientos tangenciales. Para ello, recurriremos a algunos amigos. Para aprender y saber más tenemos la fortuna de “pararnos en hombros de gigantes”. Sabemos de estrategias valiosas e interesantes en el campo del conocimiento y la información: Mapas Mentales, de Tony Buzán; Mapas Conceptuales, de Joseph Novak; Teoría de Sistemas, de Ludwig Von Bertalanffy y Niklas Luhmann, y la Teoría de Conjuntos matemáticos, de Cantor, Dedekind y Frege, entre muchas otras.
Dicho esto, es muy importante explicar que el Diseño2 se adquiere mediante el entrenamiento, porque es una actividad que requiere de cierto oficio, de una instrumentación, que sigue métodos o metodologías, precisa del dominio de los materiales y los procesos de manufactura, de estrategias conceptuales, fundamentos lingüísticos en semiótica, del desplegar habilidades y destrezas prácticas, manuales o intelectuales para resolver determinadas tareas y, así mismo, profundiza en los aspectos estéticos, formales y funcionales del proyecto a realizar. A diseñar se aprende como lo hacemos los humanos con la escritura o el dibujo. Se transfiere culturalmente.
El diseño, como proceso estructurado, se ha especializado en la resolución de problemas humanos, del mejoramiento de los dispositivos técnicos y tecnológicos, aunque también de intangibles en el área de servicios.
En cambio, la creatividad pertenece al ámbito de los procesos cognitivos, viene con el sujeto desde que nace. Lo que debemos hacer durante la vida es propiciar un ambiente adecuado para las personas, disponer los recursos, estimular los talentos, ofrecer condiciones afectivas, intelectuales, sociales, económicas, etc., para permitirles que logren potenciar estos componentes y procesos en relación con la solución de problemas cotidianos y la generación de ideas, en todos los escenarios posibles.
La creatividad, ya lo dijimos, es un asunto ontológico: el Ser Creativo ya está dentro. Solo debemos aprender a conectarnos con el potencial interior. Se aprende a crear del mismo modo a como lo hacemos con el caminar y el correr. Y si se favorece podemos romper el récord de maratón o de los cien metros planos. Viene con nuestra ontogenia. De ser humanos.
El diseñar se explica, se muestra, se hace. El crear se despierta, se propicia, se descubre.
¿Qué es diseño? Diseñar, en el sentido más simple, es pensar en aportar “algo” que antes no estaba en las cosas o en las ideas. Crear implica hacer que un pensamiento que no existía nazca y surja para que el diseño lo tome con sus herramientas y lo traiga al mundo. El Diseño Creativo se implementa relacionando, integrando, configurando o logrando dar novedad y originalidad a un resultado esperado. De lo que sea. El Diseño Creativo trata de entrar al mundo con lo novedoso, lo único, lo exclusivo, lo genuino, lo auténtico: es decir, lo que verdaderamente un diseñador creativo hace, que es hallar en sí mismo (insights), en su propio eureka, el hallazgo de soluciones no previstas, de encuentros sorprendentes, de copiar para mejorar, para inspirarse, para crear, para fabricar y producir algo inédito y ponerlo en el ecosistema, con todas sus especies, incluyendo prioritariamente a la sociedad humana. Los humanos, parece, diseñamos creativamente para las especies y el medio ambiente que nos rodea, siempre y cuando no se desmejoren las condiciones que esperamos para la sociedad en la que vivimos.
Se diseña creativamente relacionando diferentes ideas y pensamientos, motivaciones y propósitos. Se diseña dibujando y se crea pensando. Se logra esto cuando introduzco aspectos que antes no consideraba, se va meditando en el proceso, escribiendo, rayando ideas en el cuaderno, fabricando y, al tiempo, asociando ideas nuevas, experiencias que enseñan de la prueba y del error.
Diseñar creativamente es un goce, un encuentro consigo mismo; como dice el psicólogo croata Mihály Csíkszentmihályi en su libro Fluir, una especie de psicología de la felicidad: “fluir, es una fuente de energía psíquica en tanto que centra la atención y motiva a la acción”.3 Es decir, es un concentrarse, un pensar unido al sentir, meditar y actuar realizando conexiones conceptuales, emocionales, gráficas, literarias, mezclando posibilidades de ideas o materiales, relacionando de manera natural conceptos, bien sean distantes o cercanos, en nuestra mente tranquila y fluida.
Es como si la mente tramara algo, sin contar con nosotros conscientemente. Al tiempo que se van diseñando posibilidades, ese “algo” que nos ocupa, se hace en nuestro interior, se incuba creativamente.
En palabras del prestigioso premio Nobel de Economía norteamericano Herbert Simon, “los procesos de diseño son análogos en disciplinas tan diversas como la música, la arquitectura o la política”.4 Crear en cualquier oficio o campo del saber es diseñar. Todo diseñar es creativo. Toda creación utiliza el pensamiento del diseño. Diseño Creativo y punto.
Clío. Óleo
Con nuestra mente (y prácticamente todos lo sabemos por experiencia propia), tenemos la sorprendente cualidad intelectiva de buscar, encontrar y generar conceptos y/o categorías acerca de artefactos (es decir, cualquier entidad real), como resultado de nuestro quehacer técnico y tecnológico; y/o de mentefactos5 (entidades virtuales o conceptuales), como producto de nuestra inteligencia y sus procesos cognitivos en general. Producimos ideas y pensamientos extraordinarios acerca de lo que podemos fabricar y palpar, como de aquello que deseamos imaginar y fantasear. Somos, en definitiva, lo que experimentamos con el cuerpo y lo que imaginamos y explicamos con la palabra.
Poseemos esta facultad que no deja de maravillarnos, al percibir (reconocer y palpar del mundo ciertos materiales, formas y texturas, observar, detectar aromas, escuchar sonidos) las cosas que nos rodean como entidades, las mismas que convertimos en elementos con significado: roca, joya, árbol, silla, luz y sombra, lámpara o candil, átomo, galleta, infinito, concepto, etc. Y establecemos analogías (o descubrimos) relaciones comunes entre estos mismos elementos, bien sea porque consideramos que comparten afinidades visuales, conceptuales o porque decimos que poseen propiedades iguales o similares. ¿Se cumple la idea popular de que el sentido de una obra está en los ojos del observador?
Y lo singular de todo esto que existe es que surge de algo abstracto, de un grupo relativamente reducido de símbolos: grafos y sonidos. De signos (significantes y significados), es decir, agentes físicos que portan información, bits. De números, de letras, de símbolos, de señales, de indicios. Lo que hace valioso a Sherlock Holmes.
Pero ¿qué habita en la mente humana?, ¿es la realidad la que entra a la mente para acomodarse y asimilarse o es la mente la que tiñe al mundo al nombrarlo y darle un determinado sentido? Ambas opciones son válidas. Somos a veces inocentes e ingenuos y en otras prevenidos y llenos de prejuicios. Podemos dejarnos tocar espontáneamente por la realidad y, en otras, ya a priori tenemos una visión de ella. Son muchos asuntos a la vez. Demasiados quizás. Nuestra mente no puede abarcar lo que existe.
La intuición o las corazonadas, las conexiones conceptuales y también las intenciones y las motivaciones, la autorrealización y la propia identidad son aspectos de aquello que tiñe al mundo y el cómo lo percibimos. Quizá somos individuos que simplemente nos pasamos la vida habitando las intersecciones, como las que menciona el investigador en innovación Frans Johansson, en su libro El Efecto Médici. Lo que mejor sabemos hacer es realizar conexiones, relaciones entre ideas, conceptos, pensamientos y conocimientos.
Este autor afirma que: “la diferencia principal entre una idea direccional y una interseccional es que, en el primer caso, sabemos dónde vamos. La idea tiene una dirección. La innovación direccional mejora un producto en pasos bastante predecibles, en una dimensión bien definida… para la mayoría de nosotros, la mejor oportunidad de innovar se encuentra en la intersección. La intersección representa un ámbito que aumenta drásticamente las oportunidades de que ocurran combinaciones excepcionales”.6