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Historia 3. El asesor que propone buenas ideas pero que no son viables

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Un economista, egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (itam) y asesor en la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno federal, le propuso a su jefe crear un fondo para ayudar a las personas que reciben remesas para que eviten pagar las altas comisiones que existen en el mercado. Invirtió semanas en la investigación y especialmente, en la elaboración de la presentación.

—Secretario, hemos identificado que en cinco entidades federativas se reciben 80 % de las remesas del país y que en la última Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares se muestra que 40 % de las familias que las cobran, viven por debajo de la línea de pobreza patrimonial —dijo el joven asesor de 34 años.

La presentación contenía gráficas en rojo y gris. Estaba muy bien estructurada y tenía fotografías de excelente calidad. Parecía como si un despacho de diseño la hubiera elaborado pero el asesor me comentó que él la había hecho.

—Interesante —comentó el secretario.

—Las comisiones que se cobran por este servicio son excesivas, van de 10 % a 25% del monto total del envío. Los datos muestran… —continuó el asesor y extendió su exposición durante diez minutos más, dedicándose al análisis de datos duros.

—Muy bien, ¿qué propones? —preguntó el secretario.

—Que la Secretaría de Desarrollo Social haga un convenio con las empresas que captan remesas en los Estados Unidos para pagarlas con comisiones más bajas y que éste se opere a través de la estructura de Oportunidades, lo que permitiría un ahorro de… —respondió el asesor, mientras adelantaba un par de láminas a su presentación.

—¡Espera! ¿Ya analizaste la viabilidad legal? —interrumpió bruscamente el funcionario.

—Primero me aseguré de que la propuesta tuviera beneficios socioeconómicos positivos, además quería conocer su opinión y, si usted estaba de acuerdo, proseguiría con otros análisis —respondió tímidamente el asesor.

—Por favor, ¡no me hagas perder el tiempo! Cuando hayas analizado todas las aristas del proyecto y creas que puede ser viable, lo piensas dos veces y, entonces, me lo presentas.

Visiblemente afectado, el asesor apagó su laptop y salió de la sala de juntas.

Tercera lección de este libro: si tienes una buena idea, te la comentó algún colega, la leíste en el periódico o algún político la está presumiendo, tienes dos tareas: la primera es verificar que la historia en realidad sea una buena práctica y no una anécdota, y la segunda es hacer un serio análisis de factibilidad de la propuesta.

La actitud entusiasta del joven funcionario es loable, principalmente porque le invirtió su tiempo libre a una propuesta que pensó que podría ayudar a miles de mexicanos. Sin embargo, únicamente utilizó las herramientas de análisis económico que aprendió en la universidad.

Cuarta lección de este libro: si eres decisor, no permitas que te presenten ocurrencias. Eso habla mal de tu liderazgo. La reacción del servidor público de alto nivel fue ejemplar, me parece que es una excelente manera de darle una lección a un colaborador que no hizo su trabajo.

Si eres un asesor, tu trabajo es dar consejos profesionales de política pública, así que no desprestigies a la profesión. En el capítulo 6 encontrarás una metodología de análisis de factibilidad que te permitirá distinguir entre ocurrencias y propuestas serias de política pública.

Diseño de Políticas Públicas, 4.a edición

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