Читать книгу Diseño de Políticas Públicas, 4.a edición - Julio Franco Corzo - Страница 20
Los “elefantes blancos”
ОглавлениеEn mis seminarios de Análisis y Diseño de Política Pública, los servidores públicos participantes han compartido conmigo cientos de casos de “elefantes blancos” creados en distintas administraciones federales, estatales y municipales.
En el léxico de los políticos de América Latina, un “elefante blanco” es una obra con infraestructura que tiene muy poca utilidad para la ciudadanía o que de plano no sirve. La expresión “elefante blanco” tiene su origen en la anécdota que cuenta que el Rey de Siam, ahora Tailandia, regalaba un elefante blanco a un colaborador o enemigo al que deseaba arruinar. El animal era muy venerado y requería cuidados especiales y alimentación de primera calidad, lo cual era muy costoso. Esto obligaba a una familia a destinar muchos recursos a un fin que no tenía beneficios ni provecho hasta dejarlos en la pobreza.
Un “elefante blanco” es una obra de infraestructura que 1) tiene mayores costos que beneficios sociales, o 2) no resuelve el problema público para la que fue creada, o 3) está inconclusa, en desuso o subutilizada.
Uno de mis pasatiempos es coleccionar fichas de “elefantes blancos” de las ciudades a las que me invitan a impartir una conferencia o un taller.
La mayoría de mis alumnos son servidores públicos, por lo que conocen muy bien los “elefantes blancos” de la administración donde laboran y, una vez que lo comparten en clase, trato de verificarlo de primera mano. Eso me motiva para continuar con el trabajo de capacitación y asesoría en política pública, y para contribuir desde mi trinchera a detener el mal uso de los escasos recursos públicos en América Latina.
Resultado de esta colección que he reunido a lo largo de los años, nació El País de los Elefantes Blancos, mi nuevo libro, próximo a publicarse, en él te comparto algunos de los fracasos gubernamentales icónicos que he documentado de cada una de las entidades federativas.
Respecto a los “elefantes blancos” he llegado a varias conclusiones, pero mencionaré las dos más importantes: 1) suceden en gobiernos de todos los partidos políticos; y 2) seguramente ningún presidente de un país, gobernador o presidente municipal deseaba ver esas catástrofes, pero todos tenían a uno o más colaboradores cercanos con intereses personales en que se realizara la obra o implementara el programa y lo consiguieron gracias a sus habilidades de comunicación. Una vez anunciada y puesta en marcha la obra o el programa, era políticamente muy costoso echarse para atrás.
Veamos ejemplos de los dos tipos de “elefantes blancos” más comunes que he identificado: 1) el programa u obra que se implementó y no funciona; y 2) un programa u obra que se terminó pero no se planearon correctamente los recursos para hacerlos funcionar.