Читать книгу Química rosa - Katie Arnoldi - Страница 12
ОглавлениеAurora tiene su estilo
Aurora, de pie frente al espejo, se desabrochó el botón del cuello del maillot y se lo bajó lentamente hasta la cintura. Le encantaba observarse los pechos; eran perfectos. Se alegraba de haber escogido los implantes con agrandamiento de pezones, que eran mucho más sexis y compensaban el gasto extra. Le gustaba ese aspecto colmado y protuberante. Se mojó los índices y los pulgares con la lengua y se apretó los pezones hasta que estuvieron totalmente erectos, después se quitó el maillot y se quedó con el tanga de nailon violeta en una pose de frente relajada con los dorsales expandidos, los brazos ligeramente separados del cuerpo y flexionados, las piernas como en una rutina de tirón y empuje en una isometría placenteramente dolorosa. Era cierto, sí que tenía una buena base genética. Con algo de ayuda, quizá pudiese competir con aquellas chicas.
Hizo un cuarto de giro hacia la derecha y se quedó un momento admirando su tríceps, en forma de herradura perfectamente definida. Dios, vivir en California. Competir en esta escena. Sería como que le tocase la lotería.
Se elevó sobre la cadera derecha, llevó los brazos hacia delante, se agarró las manos y las acercó a su cuerpo en una pose de perfil, caja torácica. Si se mudaba aquí, tendría su propia casa. Podría librarse de su madre. Tendría la oportunidad de triunfar de verdad.
Giró sobre sí misma e hizo una pose de frente, doble bíceps con la pierna izquierda estirada, su gran baza. Quizá con un patrocinador pudiese vencer a las californianas. Charles era flaco y a ella nunca le habían gustado los hombres menudos. Tenía la piel blanca y la nariz larga y retorcida como una raíz de jengibre. Aurora odiaba las pecas. Pero sus dedos eran bonitos y su voz superrefinada. Tenía esa especie de atractivo que caracteriza a los ricos. Y parecía saber lo que hacía. Estaba claro que tenía dinero.
Se quitó bruscamente las bragas, adelantó la pierna izquierda con el pie en punta y la rodilla hacia fuera, levantó los brazos por detrás de la cabeza, expulsó todo el aire de los pulmones y se contrajo en una pose abdominal. El vientre le quedó dividido verticalmente por la mitad, revelando seis secciones simétricas y dos buenas venas azules. Se dio la vuelta e hizo una pose de espaldas, doble bíceps, pero no veía gran cosa sin un segundo espejo, así que se inclinó hacia delante con las piernas estiradas y tensas a la altura de los isquiotibiales y se entusiasmó ante la profunda separación y claridad muscular que vio. Aurora se sintió bien. Se agarró los tobillos y acercó más la cabeza, admirándose y pensando que ojalá los jueces les dejasen a las mujeres hacer ese tipo de poses.