Читать книгу Mi gran boda millonaria - Katy Evans - Страница 8
La hora de la verdad 17 de diciembre Nell
ОглавлениеTengo ganas de vomitar.
Es la final en directo que todo el país ha estado esperando. El plató está repleto de periodistas y las cámaras nos enfocan. Se disparan los flashes, y mi futuro pasa ante mis ojos a la misma velocidad.
Todo depende de lo que ocurra en la próxima hora. Podríamos responder en un segundo, pero ahora no. Sé que el presentador se va a enrollar hasta la saciedad. Un resumen con los momentos más conmovedores de la temporada, entrevistas a los concursantes, actuaciones de «invitados famosos especiales» que también son fans del programa.
Cada detalle está pensado para crear emoción hasta que llegue la hora de la verdad.
La gente en este plató, los trece millones de espectadores que nos ven en sus casas, todos esperan en vilo la respuesta a una única pregunta.
¿Sí… o no?
Ojalá pudiéramos responder y acabar de una vez.
Está muy cerca, pero también podría estar a millones de kilómetros. Entrelazando sus dedos con los míos, saluda a la multitud que corea nuestros nombres. No le sudan las palmas de las manos. Echo un vistazo a sus facciones marcadas y a su sonrisa relajada y se me hace un nudo en la garganta.
No me extraña que todo el mundo esté enamorado de él, ni que haya sido el favorito de los fans desde la primera semana.
Ya está. Es el final. O quizá…
Lo miro y le digo:
—Luke… Yo no…
Niega con la cabeza con gran disimulo.
—No pasa nada —murmura mientras me acaricia la palma de la mano con los dedos—. Respira, Penny. Respira.
Eso hago. Pero aire no es lo único que necesito ahora mismo para recomponerme.
Hemos pasado por muchas cosas, más de lo que la mayoría de las parejas vivirán en toda su vida.
Y ahora estamos a punto de tomar la decisión que determinará nuestro futuro.
Me resulta extraño pensar que hace siete meses ni siquiera conocía a Luke Cross. Y que hace tres meses lo odiaba. Pero en algún momento las cosas cambiaron.
En algún momento de esta aventura de locos que hemos representado en televisión para que la vea todo el mundo hice lo que me prometí a mí misma que nunca haría.
Ni siquiera sé cómo pasó, pero, cuando vuelvo la vista atrás, me parece que era inevitable. Como si no hubiera podido impedirlo siquiera, aunque lo hubiera intentado.
Pero que tuviese que pasar no significa que vaya a durar eternamente…