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4. El módulo de la sombra ¿Qué es la sombra?

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Aunque todo el mundo está familiarizado con las nociones de “cuerpo”, “mente” y “Espíritu”, la PIV considera a la “sombra” como un componente esencial de cualquier práctica que realmente aspire a ser integral. El cuerpo, la mente, el espíritu y la sombra son, pues, las áreas mínimas necesarias para la práctica porque, de otro modo —y por razones que luego veremos—, el proceso transformador tiende a quedarse estancado. Empezaremos prestando atención al módulo de la sombra porque, de todos los enfoques de la práctica, suele ser el más descuidado.

El término “sombra” se refiere al “lado oscuro” del psiquismo, es decir, aquellos aspectos de nosotros que, por una u otra razón, hemos rechazado, negado, ocultado, escindido, enajenado y proyectado. La sombra es, hablando en el lenguaje de la psicoterapia, el “inconsciente reprimido” (¡reprimido porque lo hemos escindido de nuestra conciencia e inconsciente sencillamente porque no somos conscientes de él!)

Pero el hecho de que no seamos conscientes de la sombra no implica que no tenga ningún efecto sobre nosotros. Lo único que ocurre es que se expresa a través de caminos distorsionados e insanos a los que habitualmente agrupamos bajo el epígrafe de “neurosis”.

El objetivo del trabajo con la sombra y del correspondiente módulo consiste en desarticular la represión y reapropiarnos de la sombra para mejorar nuestra lucidez y nuestra salud psicológica. Los beneficios del trabajo con la sombra se extienden de manera natural a todos los módulos básicos (desde el cuerpo hasta la mente y el espíritu) y a cualquier otro dominio de la vida, desde las relaciones hasta el sexo, las emociones, la vitalidad, el trabajo y la situación económica.

Uno de los principales beneficios del trabajo con la sombra es que libera energía que, de otro modo, malgastaríamos peleando imaginariamente con nosotros mismos. ¡Mantener la sombra es un trabajo realmente duro! Es mucha la energía que debemos invertir para ocultar de continuo aquellos aspectos de nosotros mismos que más nos desagradan. Pero, cuando el trabajo con la sombra libera esa energía, podemos utilizarla para alentar nuestro desarrollo y transformación.

Imagine lo que ocurriría si la energía de la que dispone para la transformación estuviera representada por una cuenta bancaria de 600 dólares y el salto al siguiente estado del desarrollo requiriese 800. ¿Y qué sucedería si mantener reprimido el inconsciente insumiese 400 dólares? Bastaría entonces con liberar 200 dólares de esa “cuenta” para disponer de la energía necesaria para alcanzar el siguiente estadio. Así pues, el trabajo con la sombra no sólo nos libera del dolor y el sufrimiento provocados por todos estos problemas psicodinámicos, sino que puede suponer la diferencia incluso entre el estancamiento y el desarrollo.

La psicoterapia y el trabajo con la sombra son las contribuciones más importantes de Occidente al quehacer de la práctica transformadora. Por más profunda que sea su comprensión del desarrollo espiritual, las antiguas tradiciones espirituales no se enfrentan adecuadamente a los problemas generados por la sombra y su dinámica. De hecho, uno de los principales errores en los que suelen incurrir las tradiciones espirituales —y que el trabajo con la sombra de la PIV trata de corregir— consiste en asumir que prácticas como la meditación pueden transformar la totalidad del individuo, cuando lo cierto es que, de hecho, soslayan algunas cuestiones muy importantes del yo como, por ejemplo —y muy especialmente—, la sombra. Y el lamentable resultado de esta situación es, con demasiada frecuencia, una realización de los estadios de conciencia más elevados sin la correspondiente, rigurosa y consciente integración del “lado oscuro” del practicante.

Aunque Freud cometió muchos errores y ahora esté de moda criticarlo, su comprensión fundamental de la naturaleza de la sombra sigue siendo incuestionable: los impulsos y sentimientos inaceptables se ven reprimidos de la conciencia consciente, desde donde siguen influyendo de manera encubierta en nuestra vida.

Décadas de trabajo con la sombra llevado a cabo por miles de investigadores y terapeutas de todo el mundo han corroborado reiteradamente esta conclusión básica relativa a la naturaleza de la sombra.

Pero es que, para complicar todavía más las cosas, la esencia de la sombra consiste en ocultarse de nuestra conciencia. Parcialmente, al menos, no queremos ver nuestra sombra. Es por ello por lo que, para corregirla, necesitamos un tipo especial de trabajo porque, en caso contrario, seguirá imponiendo sutilmente su naturaleza oscura sobre nuestras decisiones y nuestra conducta, y saboteando, en ocasiones, toda nuestra vida.

Nos guste o nos desagrade, la encrucijada ante la que nos hallamos consiste en:

apropiarnos de la sombra, es decir, esforzarnos en tornarnos conscientes de los impulsos, sentimientos, necesidades y potencialidades inconscientes reprimidas y poder tomar entonces decisiones más libres…

o vernos poseídos por ella, es decir, dejar que los impulsos y sentimientos enajenados dirijan nuestra vida por cauces completamente ajenos a nuestras decisiones conscientes.

Son muchas las formas diferentes de trabajar con la sombra. Durante décadas, las personas que han decidido enfrentarse a la sombra han buscado la ayuda de un psicoterapeuta adecuadamente entrenado. Y, aunque esto suela asumir la forma de una psicoterapia individual, también puede tener lugar a lo largo de seminarios intensivos o de sesiones de terapia grupal.

El campo de la psicoterapia es muy diverso. Son muchas las escuelas de psicoanálisis y muchas también las terapias psicodinámicas, varias modalidades generales de terapia cognitiva, una amplia diversidad de terapias de sensibilización, integración y curación de las emociones y numerosos enfoques somáticos o terapias de orientación corporal. Y ésta no es más que una visión muy superficial del campo.

Son muchas las lesiones, contusiones y calambres que, en cada uno de los diferentes estadios del desarrollo humano, puede experimentar el psiquismo humano. Y también nos contraemos y cerramos naturalmente ante la existencia. Cada forma de herida y contracción provoca un tipo único y distinto de sombra y de neurosis. Éste es un terreno que el campo emergente de la psicoterapia integral se ha dedicado a cartografiar con la intención de identificar los enfoques terapéuticos más adecuados para enfrentarse a estas patologías.

Pero a veces son otros los factores que determinan la decisión terapéutica. Hay veces en las que el único abordaje posible es la terapia breve mientras que en otras, sin embargo, la profundidad y severidad de la patología nos obliga a emprender una terapia larga. Son muchas las opciones de tratamiento a las que tiene acceso el psicoterapeuta de orientación integral que le permiten, en consecuencia, esbozar juicios exactos sobre todas estas decisiones importantes.

Hay individuos desafortunados que padecen lesiones psicológicas especialmente profundas. Quienes sufren psicosis como la esquizofrenia, por ejemplo, suelen obtener mejores resultados con enfoques fisiológicos como la psicofarmacología y, en su caso, la psicoterapia resulta secundaria. Como norma general, sin embargo, el abordaje integral tiene en cuenta metodologías tanto interiores como exteriores y, aun en los casos más extremos, trata de asumir una visión sensata y equilibrada.

Para todos los demás, es decir, para personas que funcionan razonablemente bien, pero que quieren mejorar su vida “ordenando, por así decirlo, el sótano”, la psicoterapia puede ser considerada como un lujo más que deseable. Zambullirnos en las profundidades de la sombra, ampliar nuestra conciencia y abrir nuevas opciones a nuestro mundo interno es una forma de aumentar nuestro conocimiento y nuestra compasión.

Pero, si carecemos de los medios, del tiempo o de la predisposición necesarias para solicitar ayuda profesional —y aun en el caso de hacerlo—, también podemos comprometernos con otras formas de trabajo con la sombra.

El proceso 3-2-1 es, en este sentido, una Práctica estrella, un ejercicio directo, económico y útil de establecer contacto con la sombra y reapropiarnos de ella (como cualquier Práctica estrella de la PIV, el proceso 3-2-1 es opcional aunque, si está interesado en una vida realmente integral, deberá asumir algún tipo de trabajo con la sombra). En la próxima sección veremos el proceso 3-2-1 pero, antes de ello, convendrá echar un vistazo al origen de la sombra e ilustrar prácticamente con varios ejemplos el modo en que se nos presenta.

La práctica integral de vida

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