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Transmutar las emociones primordiales auténticas

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Hay ocasiones en las que, por más importante que sea para aclarar nuestra vida emocional, el trabajo con la sombra no es más que un primer paso. Una vez que hemos emprendido el trabajo con la sombra y empezamos a movernos entre la maraña de emociones secundarias e inauténticas, disponemos de una extraordinaria oportunidad para asumir y emplear creativamente la energía de la emoción primaria y auténtica (y aunque ya no se trate, técnicamente hablando, de “trabajo con la sombra”, constituye, muy a menudo, el siguiente paso que debemos dar en la práctica con las emociones).

La energía de la emoción auténtica es una expresión de la energía primordial de nuestro ser, algo esencial y necesario para la totalidad. Si nuestras emociones, como la ira, el miedo o la tristeza, son aparentemente “negativas” puede parecer que sabotean nuestra eficacia o envenenan nuestra mente y nuestro corazón. No es de extrañar, en tales casos, decidir la necesidad de eliminarlas. Pero ésa, no obstante, es una opción poco realista, porque el empeño en “desembarazarse” de las emociones negativas no hace sino enterrarlas más en la sombra ¡agudizando, en tal caso, el problema del que partíamos! Resulta mucho más provechoso transmutar esas emociones en su energía pura y esencial y, a partir de ahí, expresarlas y liberarlas más adecuadamente. Esperamos que el siguiente proceso sencillo de cinco pasos transmita al lector la esencia de la práctica espiritual tradicional que apunta a la transmutación de las emociones negativas:

1 Advierta lo que está sintiendo y el modo en que se muestra, tanto física como energéticamente, en su cuerpo.

2 Relaje la tendencia a juzgar, reprimir o reaccionar, y permita que lo que es, sea, cobrando de ello una clara conciencia.

3 Si su emoción tiene que ver con alguien o con algo, relaje su relación con ese objeto. Luego permita que su energía emocional simplemente sea. Advierta luego cualquier cosa que aparezca en su interior (no tanto como algo que le hacen como cuando, por ejemplo, dice «ella me hace sentir de tal o de cual modo»). Relájese y asuma la responsabilidad total de sus pautas y energías emocionales.

4 Sienta la energía de su emoción y la situación o relación en la que aflore. Luego respire y permita que esa energía fluya. Advierta el modo en que, en lugar de moverse de formas destructiva, lo hace constructivamente. Respire varias veces y advierta el modo en que, al canalizarse y circular, va transformándose.

5 Preste atención hasta que reconozca la naturaleza provisional de la emoción y permita que su energía cruda se libere, como el agua que, al hervir, se convierte libremente y sin obstrucción alguna, en vapor.

La esencia de este proceso es la aceptación de la emoción y el correspondiente permiso, lo que libera la tensión y resistencia que la envuelve. Luego deje que la emoción se exprese y permita que revele la expresión liberada, despierta y sin obstrucciones de su energía pura.

Considere, por ejemplo, lo que sucede en el caso de la transformación de la ira. Es mucha la energía que se oculta detrás de ella. ¿En qué se convierte si se libera en su esencia pura y auténtica? A menudo se revela como la energía y el compromiso de discriminar y profundizar, de disipar la confusión y de convertirla en claridad. Pero, en otras ocasiones, sin embargo, se convierte en la energía y el poder de transformar lo que haya que transformar. Una energía emocional como la ira no se desvanece en la nada sino que, al servicio de la compasión y de la libertad, puede convertirse, de hecho, en un recurso muy poderoso y útil.

La práctica integral de vida

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