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Iluminar la sombra con la luz de la conciencia

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Como saben perfectamente los maestros de aikido, lo que ignoramos puede acabar dañándonos, mientras que siempre es posible trabajar con aquello que sabemos. Si queremos recuperar los aspectos que el proceso de disociación 1-2-3 acabó escindiendo del yo y expandir nuestra conciencia, debemos volver a establecer contacto con los aspectos del yo que habíamos puesto en cuarentena o, dicho en otras palabras, de los que nos habíamos enajenado. Y, para ello, empezamos con la parte “3” del proceso, enfrentándonos, relacionándonos y restableciendo contacto con lo que habíamos acabado enajenando como “ello” (perspectiva de tercera persona). Luego tomamos lo que veíamos como “ello” y restablecemos ese aspecto de nosotros a una conciencia parcial como “tú” (perspectiva de segunda persona), comprometiéndonos con ello, hablando con ello y dialogando con ello. Así es como, durante la parte “2” del proceso, nos aproximamos al gancho, pero todavía no nos identificamos con él. Finalmente, cuando llegamos a la parte “1” del proceso, asumimos lo que, en el paso anterior, reformulamos como “tú” y lo afirmamos como “mí” o como “lo mío” convirtiéndonos en ello (conciencia de primera persona). Ésta es, en suma, la esencia del proceso 3-2-1, que consiste en pasar de la perspectiva de tercera persona a la perspectiva de segunda persona y, desde ahí, a la perspectiva de primera persona. Así es como lo que, empezando como un “ello”, se recupera como un “tú” que finalmente se restablece como “mí”, es decir, como un aspecto de mi yo.

La esencia del proceso 3-2-1 comienza, pues, enfrentándonos a ello, prosigue hablando con ello y acaba finalmente convirtiéndonos en ello. Ésta es una forma muy sencilla de suscitar una comprensión profunda de las dimensiones reprimidas del psiquismo.

Práctica estrella El proceso de la sombra 3-2-1

Empiece eligiendo aquello con lo que quiere trabajar. Suele ser más fácil comenzar con una “persona difícil” por la que usted se sienta atraído, repelido o molesto (como, por ejemplo, la pareja, un jefe o un pariente). También puede elegir una imagen onírica o una sensación corporal que le distraiga o que, de un modo u otro, atraiga su atención. No olvide que la perturbación puede ser tanto positiva como negativa.

Hay dos formas posibles de reconocer la presencia de la sombra. El contenido de la sombra:

puede tornarle negativamente hipersensible, reactivo, irritado, enojado, molesto o dañado, y también puede tratarse de un tono o estado emocional que impregna toda su vida

o

puede tornarle positivamente hipersensible, infatuado, posesivo, obsesionado, claramente atraído o quizás se convierta en una idealización continua que estructura sus motivaciones o sus estados de ánimo.

Siga luego los tres pasos del proceso:

3. Enfréntese a ello

Observe atentamente el problema y luego, utilizando un diario en el que tomar nota o una silla vacía con la que dialogar, describa con todo detalle la persona, situación, imagen o sensación, utilizando pronombres de tercera persona como “él”, “de él”, “ella”, “de ella”, “ellos”, “suyos”, “sus”, etcétera. Ésta es una oportunidad para explorar con detalle su experiencia de la perturbación, especialmente lo que más le molesta. No desaproveche esta oportunidad y permítase describirla de la manera más plena y minuciosa posible.

2. Hable con ello

Entable un diálogo simulado con esos objetos de conciencia utilizando pronombres de segunda persona (como “tú” o “tuyo”). Y convendrá, puesto que ésa es una oportunidad para relacionarse con el problema, aprovechar la ocasión para hablar directamente con la persona, situación, imagen o sensación que aparezca en su conciencia. Quizás podría empezar entonces formulando preguntas del tipo “¿Quién/Qué eres? ¿De dónde vienes? ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Qué necesitas decirme? ¿Qué es lo que tienes que ofrecerme?” Permita luego que la perturbación le responda. Imagine lo que le respondería si realmente pudiese hablar con usted. Déjese sorprender por todo lo que aparece durante ese diálogo.

1. Conviértase en ello

Utilice ahora, mientras escribe o habla en primera persona, los pronombres “yo”, “mí” y “lo mío”, al tiempo que se convierte en la persona, situación, imagen o sensación que está explorando. Contemple el mundo, incluyéndose a sí mismo, desde la perspectiva única de esa perturbación y permítase también descubrir, no sólo las similitudes, sino también que realmente son una y la misma cosa. Esboce finalmente una afirmación o una identificación del tipo “Yo soy…” o “… soy yo”. Esto es algo que, por su misma naturaleza, siempre experimentará como algo discordante o “equivocado” (¡después de todo, es precisamente lo que su psiquismo se ha esforzado en negar!) Pero pruébelo una y otra vez hasta acabar descubriendo la verdad que encierra.

Este último paso (el “1” del proceso 3-2-1) suele tener una segunda parte en la que se completa el proceso de reapropiación completa de la sombra. En tal caso, no sólo contempla provisionalmente el mundo desde esa perspectiva, sino que también siente el sentimiento o impulso anteriormente excluido hasta reconocerlo claramente como propio. Luego debe comprometerse con él hasta llegar a reintegrarlo.

Para completar el proceso permítase luego registrar la realidad anteriormente excluida no sólo con la mente sino con todos los niveles de su ser. Este paso provoca un cambio de conciencia, emoción y energía sutil que libera la energía y la atención atrapada en la negación. Y el indicador más claro de que el proceso funciona es que usted se siente más ligero, más libre, más en paz y más abierto y, en ocasiones, más elevado y hasta un poco mareado. Entonces es cuando se abren las puertas a un nuevo tipo de compromiso con la vida.

La práctica integral de vida

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