Читать книгу La práctica integral de vida - Кен Уилбер, Ken Wilber - Страница 38

Un lugar para todo en nuestra vida

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No es ningún secreto que la vida contemporánea puede resultar abrumadora. La posibilidad de acceder a tanta información y a tantas variedades de experiencia diferentes es, simultáneamente, una bendición y una condena. La sobrecarga de información puede resultar sofocante, exigente, intimidadora, paralizante, aterradora, agotadora y extenuante. Y, lo creamos o no, un marco de referencia integral simplifica mucho las cosas. Bien podríamos decir que el marco de referencia OCON es, en este sentido, una aspirina para el dolor de cabeza generado por el exceso de información.

¿Pero es éste un viaje estrictamente mental?

Integrar la mente, el cuerpo y el espíritu es una de las tareas esenciales de cualquier PIV. ¡Pero ello no implica, en modo alguno, que debamos desembarazarnos de la mente porque, después de todo, se trata de una dimensión esencial de la ecuación! Son muchas las personas que consideran a la mente como un obstáculo para el desarrollo espiritual y, en consecuencia, insisten en la necesidad de ir más allá de ella, de soslayarla y de abandonarla. “¡Desembarázate de la mente y entra en el cuerpo!”, “¡Deja de ser tan cabezón y simplemente sé!” o “¡Si fueses realmente espiritual evitarías tantas distinciones intelectuales y escucharías con más esmero la sabiduría de tu cuerpo!”.

Pero todas estas frases no hacen sino poner de relieve el prejuicio de que el cuerpo es “experiencial” y de que la mente, al ser “conceptual”, nos aleja de la experiencia inmediata. Queremos experimentar algún tipo de unidad o intimidad con el Espíritu, pero la mente, con sus divisiones y distinciones, acaba con la experiencia sentida. Y todo ello sin mencionar siquiera el fl ujo de pensamientos y distracciones (la llamada “mente del mono”) que no dejan de afl orar mientras estamos meditando. Es por esto por lo que la regla de la espiritualidad popular se ha convertido en “¡Sé!” o, dicho en otras palabras, “¡No seas tan intelectual!”.

Realmente es posible, en ausencia de práctica realmente integral, quedar atrapados en la cabeza. Pero, como la PIV no soslaya nada, también incluye la mente y el intelecto. A fin de cuentas, la mente es una dimensión de la PIV. El uso de un marco de referencia OCON es, en sí mismo, un aspecto de la práctica de integración entre el cuerpo, la mente y el Espíritu (y también la sombra).

Pensar con claridad es esencial para el cultivo de una moral adecuada, tomar decisiones conscientes y hasta practicar la compasión. Si queremos empatizar con alguien debemos ser capaces de asumir su perspectiva (un acto ciertamente mental). Es necesario, para ser auténticamente espirituales, contar con una mente sana y desarrollada.

La información, cuando no está adecuadamente organizada, pierde su utilidad. Y es que, desconectados de una imagen mayor que les dé sentido y de una pauta que lo conecte todo, los datos puros no son más que fragmentos de información desconectada que se apila en montones y no explican absolutamente nada. OCON nos ayuda, en este sentido, a identificar esas pautas fundamentales y convertir los montones en totalidades. La visión integral nos revela el modo de acomodar facetas aparentemente desgajadas de nuestra experiencia y proporcionarnos, sin simplificar excesivamente las cosas, un lugar para cada cosa reduciendo, de este modo, la complejidad de la vida.

La práctica integral de vida

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