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III. RETOS PARA LA (RE)INTEGRACIÓN DE LOS RETORNADOS

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Uno de los principales desafíos que enfrenta hoy la sociedad colombiana es la integración de los venezolanos; sin embargo, es necesario pensar la (re)integración de los colombianos, muchos con doble nacionalidad, que han regresado al país, no solo desde el punto de vista del Estado, sino también de la sociedad civil, para abrir espacios que les permitan un retorno sostenible. Hay tres situaciones que se identifican de la salida de colombianos de Venezuela: 1) el retorno de migrantes que eran refugiados, es decir, los repatriados; 2) el de los que salieron a comienzos del chavismo; y 3) quienes están regresando por la intensificación de la crisis en años más recientes.

Primero, en cuanto a las víctimas en el exterior y las que vivían en Venezuela que hayan retornado al país, no se conocen las medidas adoptadas; no obstante, desde el punto de vista del regreso es importante acentuar que se deben dar unas condiciones de seguridad. Al respecto, el Gobierno

Se ha propuesto generar y promover las condiciones socio-políticas necesarias que, garantizando una efectiva promoción y protección de los derechos humanos en el territorio nacional, motiven el retorno de nacionales colombianos que han solicitado protección internacional en un segundo país, mediante la figura de refugio. (Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, 2018b, p. 120).

Algunas organizaciones de la sociedad civil han exhortado al Gobierno colombiano a “construir un plan especial de atención que permita a las víctimas del conflicto armado que desean retornar proveniente [sic], acceder a ayudas humanitarias y de programas de integración diferenciales” (Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, 2018, p. 42) entre otras recomendaciones, entre las que se incluyen la protección especial de los refugiados que decidan retornar y tomar medidas para evitar las expulsiones colectivas y arbitrarias de colombianos.

En este caso del retorno de migrantes que han tenido que salir de sus países de origen por el conflicto armado se concluye sobre varios puntos o retos a partir de un estudio realizado en Afganistán, aplicable al caso colombiano (Van Houte, 2014). Esta autora propugna una integración multidimensional o “embededness” para explicar algunos factores del proceso; se refiere específicamente a la manera en que un sujeto encuentra su lugar en la sociedad y al sentimiento de pertenencia y participación en ella (Davids, 2008, en Hebinck, Slootweg y Smith, 2008).

Van Houte (2014) plantea también una visión alternativa partiendo de este concepto y de la premisa de que no solo se debe estudiar la agencia y la estructura; con ello se refiere a un estudio de las migraciones que comprenda la estructura, la agencia y la relación entre las dos. Esto es, que no solo se tengan en cuenta los factores macro- del proceso, como puede ser la situación social, política y económica en origen, sino también factores micro-, entre los cuales los recursos con que cuenta el retornado. La (re)integración se estudia desde las dimensiones económica, redes sociales e integración psicosocial, que se interrelacionan.

En segundo lugar, algunos de los que han retornado desde hace más años, es decir, cuando subió Hugo Chávez al poder, señalan la dificultad de vivir entre dos países, pues cuando la migración es de larga data, se dificulta el proceso de integración14. En efecto, muchos de los colombianos que emigraron a Venezuela duraron más de cuarenta años allí15, lo cual dificulta el proceso ya que cuantos más años se está fuera del país de origen, más se deshacen las redes existentes. Esto dificulta la consecución de objetivos vitales para los retornados, como conseguir una vivienda y un empleo.

La ventaja de este grupo de retornados es que aún no se encontraban en una situación vulnerable y muchos de ellos pudieron preparar el regreso en los términos que plantea Cassarino (2004), es decir, que tenían un nivel de preparación y pudieron movilizar unos recursos. El nivel de preparación puede ser de tres tipos: alto, bajo o inexistente, e incluye dos variables: el deseo de retornar y el nivel de preparación. En cuanto a los recursos que movilizan los migrantes, se clasifican en: recursos tangibles, recursos intangibles y capital social. Ambos factores están influidos por las circunstancias (institucionales, políticas, económicas, sociales) tanto de los países de origen como de los receptores; en el caso estudiado, y para este grupo de migrantes, son las circunstancias políticas las que inciden en su retorno.

En tercer término, quienes han retornado de manera reciente, en particular desde la crisis del 2015, llegan por el empeoramiento de las condiciones socioeconómicas en Venezuela. A ello se suma que muchos fueron expulsados, por lo cual salieron de sus viviendas sin un proyecto definido, sino más bien sin rumbo cierto, sin preparación y sin recursos. Debe tenerse también en cuenta el sufrimiento social por el movimiento migratorio mismo (Speroni y Petroff, 2018), que comprende las rupturas familiares y necesita un apoyo psicológico. Al respecto, es importante subrayar las acciones de la sociedad civil; en particular, la Organización Deportados sin Fronteras reúne a un grupo de estos deportados y de los que han regresado con el objetivo de facilitarles el acceso a los beneficios de la Ley de Retorno y de la Ley de Víctimas mediante orientación sobre estos procesos y otros como el de la reunificación familiar.

En lo que concierne a su integración en la sociedad, uno de los retos en este proceso es el tema de la xenofobia hacia los venezolanos, pues muchas familias son binacionales y se han enfrentado a este problema. Al respecto, algunas organizaciones16 han empezado a implementar estrategias comunicativas contra la xenofobia entre las cuales destaca la campaña Somos Panas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur)17, que propende a contrarrestar los argumentos generalmente expuestos en contra de la migración de venezolanos.

Si bien el Gobierno está implementando algunos programas para la reintegración socioeconómica de estos migrantes, aún se dificulta por el subregistro. Un ejemplo de estos programas es el que se está implementando en Arauca para emprendedores con la ayuda de la Cámara de Comercio de este departamento18.

No obstante, el retorno de estos migrantes puede no ser sostenible en la medida en que, por ser una migración de larga data, puede que el proceso de (re)integración a la sociedad colombiana se dificulte a pesar de la cercanía cultural entre ambos países. En efecto, hay que anotar que algunos de los que han retornado eran refugiados en Venezuela y aún no se encuentran las condiciones de seguridad para su repatriación en los términos del Estatuto de 1951, lo cual dificulta su situación para permanecer en el país.

La respuesta estatal ante este retorno ha sido circunstancial: los decretos del Estado de emergencia no fueron suficientes ni lo serán, en la medida en que el flujo de migrantes desde Venezuela continúe. Ante estos retos, debe haber una atención integral a las familias que pase por su reincorporación socioeconómica pero también psicológica que sea sostenible, pues al menos en el corto y el medio plazos no hay un panorama de reemigración hacia Venezuela. La caracterización de estas personas que han retornado se hace necesaria para poder implementar acciones que vayan en línea con las capacidades y experiencias propias de cada migrante pero que además les brinden un apoyo al menos en el primer año de su regreso al país. Deben implementarse unos mecanismos de seguimiento a las acciones que se han formulado y puesto en marcha hasta el momento, pues esto permite reformular las políticas de acuerdo con las necesidades que los migrantes vayan presentando en su proceso de reintegración a la sociedad en los diferentes ámbitos.

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