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Capítulo 5

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La vida es una cachonda mental, te pone en bandeja que tú y el amor de tu vida os vayáis con vuestras personas favoritas a un lugar idílico para libraros del estrés, y de repente, aquí estalla la tragedia y lo dejáis.

Si pienso bien en lo sucedido entre nosotros, al margen de todo el escándalo que está salpicando a los medios del corazón lo de Axel y que no pienso escuchar ni ver, nuestro conflicto vino por un embarazo que todavía no sé si es o no.

Mañana por la mañana iré a por otro nuevo test, y mientras tanto, aguantaré el día de hoy con la inquietud de saber si hay garbancito o no, y la decisión de, esta vez, no decirle nada a un hombre que se cree que soy la reencarnación del Diablo Santana.

Y es terrible. Es lo peor que me han podido decir en la vida.

Porque yo no soy una mujer que vaya haciendo daño a nadie ni que disfrute con el dolor ajeno; tampoco soy egoísta, suelo pensar más en los demás antes que en mí.

No soy infiel.

No me tiro a millonarios que podrían ser mis abuelos solo por el placer de hacerlo ni por ver qué me dejan de herencia; ni engaño a las personas que quiero, porque así siento que soy yo quien tiene el poder y que puedo mover los hilos de mi realidad como me place.

No soy maquiavélica. No soy mala.

No, joder, por supuesto que no soy como Tori.

Pero sé que el dolor, los traumas y el pasado son un borrón difícil de hacer desaparecer, porque siempre acecha en nuestro subconsciente como una sombra. Es un miedo. Es el coco que siempre nos aguarda cautelosamente, esperando el momento exacto en el que bajemos la guardia.

Y Axel la ha bajado mucho conmigo y, aunque entiendo qué ha activado su reacción, no se lo puedo perdonar. Porque todos tenemos nuestras mierdas, pero no por tenerlas tenemos que proyectarlas en los demás.

No paso por ahí. Yo no he proyectado nada en él, y eso que su sola presencia podría despertar cualquiera de mis fobias consecuentes de haber trabajado en el Diván y de haber entrado en su vida. Pero nunca lo he hecho.

Sé separar. Axel no es su padre. Y me consta lo mucho que se esfuerza en no parecerlo. Pero me encantaría que comprendiese que tiene que dejar de esforzarse en no serlo, porque nunca lo será.

No obstante, ahora viene su prueba de fuego. Su apellido se cierne sobre él y su pasado está a punto de ser revuelto como unos huevos en una sartén. Veremos si él tiene de eso para enfrentarlo.

He comido con todo el equipo, aunque la verdad es que no tengo hambre. Y sí, Matilde se ha encargado de dejar claro a todos que no me molesten con comentarios ni miradas perniciosas.

Aunque, ella no se ha aplicado el cuento. Pero lo cierto es que no me molesta su indiscreción. Matilde es de esas mujeres que van sin máscaras por la vida y que se muestran tal como son desde el principio. Y yo siempre he valorado la autenticidad.

He comido con ella y con Eli y, aunque no le he explicado demasiado, he sido sincera. Axel y yo estábamos juntos, pero ya no lo estamos. Y con eso es con lo que se ha quedado. Y Eli también, que cada vez que digo eso me mira como si mirase a otra persona y no se lo pudiese creer.

Después de comer, nos hemos ido a la playa, a darnos un chapuzón que nos merecíamos desde que llegamos. Me ha dado bastante el sol y creo que me he quemado un poco, pero Eli me ha asegurado que el tono me queda bien. No estoy segura de que estar rojita como el culo de un mandril me quede bien.

Ahora, entre el pelo y la piel soy como una remolacha.

Y hablando de rojo, la regla tampoco me ha bajado esta tarde.

Como estoy de mal humor, ya había decidido hacer un corralito de urgencia esta noche. Pero, por si acaso, Eli ha sido la que ha escrito en el grupo diciendo:

«Esto no es urgente. Es el siguiente nivel. Esta noche tenemos que estar todas en El chiringuito del Cielo. Todas, sin excepción».

Por supuesto, la última coletilla iba dirigida directamente a mi hermana.

El tiempo que ha pasado hasta la noche, lo hemos invertido en ver vídeos de las casas.

Y aunque todo sigue con normalidad y hay muchas dudas sobre dónde está Juanjo en Villa Chicos, y otras cuestiones ... no hay nada especial a remarcar, excepto que Jenni parece más nerviosa de lo habitual al verse sin tentador. Como si ya no supiera qué trama elaborar. Y como no lo sabe, ya está hablando de quién era ella y de su relación con Tori. Lo que no sabe es que Axel va a cortar toda esa información cuando edite los vídeos. No vamos a dar ni un minuto de gloria a esta mujer.

En Villa Chicos, hay cada vez más acercamiento entre Adán y Edurne, y eso me decepciona, porque pensaba que Adán era más listo, y no porque Edurne no valga la pena, sino porque cuando tienes una reina, no la vas a sustituir por otra.

Genio y Rosario bailan juntos siempre que pueden, y Rosario le está dando un montón de ideas para su negocio, porque es emprendedora además de bailarina.

Y después está Carlos, que además de desarrollar un vínculo con mi hermana Carla, también se ha hecho muy amigo del frigorífico.

Nunca había visto a un hombre tan feliz por comer. Es evidente que Martina le ha privado de muchas cosas y le ha matado de hambre en más de una ocasión. De hambre, de sexo, de amor... de todo eso con lo que un ser humano subsiste.

En Villa Chicas, hemos visto muchas imágenes de Faina y Maca. Macarena tiene momentos de llantos, pero Faina se encarga de levantarle el ánimo. Cuando recuerdo lo que vi ayer noche y cómo Juanjo la golpeaba, se me revuelve la tripa. Los concursantes desconocen lo sucedido con el maltratador, y hasta que mañana no les haga una visita, no sabrán que Juanjo está fuera de circulación. Y no solo eso, también tendré que hablar a solas con Jenni, por ser la tentadora que ha tenido sexo con él, para invitarla a irse a la mierda educadamente.

Después está Martina, que cada vez piensa menos en Carlos y habla como si fuera su pasado. No sé qué pasará entre ellos.

Y por último, Julia, que se quedó muy afectada y muy triste por lo que oyó que dijo Adán sobre ella. Y me encantaría poder ayudarla, porque lamentaría que su pareja se rompiera. Sin embargo, ¿quién soy yo para hacer ni recomendar nada cuando mi pareja se ha ido a la mierda?

En fin, no he sabido nada de Axel en todo el día. Y eso me deja bajo mínimos anímicamente. Porque le quiero y quiero estar con él, pero no después de lo que nos ha pasado y, menos, sin recibir ni una miserable disculpa ni haber recapacitado sobre lo que soltó por la boca.

Por eso me he arreglado para irnos al chiringuito, y sí, lo digo, voy a beber. Y que sea lo que Dios quiera. Mañana ya me arrepentiré de la resaca.

Ahora no. Ahora estoy dispuesta a echarme la manta a la cabeza y tener mi momento de felicidad efímera con mis amigas.

Porque he entendido que la felicidad es eso que te pasa entre putada y putada.

Y aunque te pase más bien poco, hay que aprovecharla y brindar con las personas más puteadas.

Que somos las que mejor nos entendemos.

Becca y Chimpún

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