Читать книгу Debates presidenciales televisados en el Perú (1990-2011) - Lilian Kanashiro - Страница 23
6. Debates electorales televisados en Francia
ОглавлениеCon motivo del último debate electoral de las elecciones presidenciales francesas, el diario El País dio cuenta de 38 años de debates electorales en Francia. El primer debate televisado entre candidatos presidenciales ocurrió entre Valéry Giscard D’Estaing y François Mitterrand. Señala el diario que, en ese memorable e histórico evento, Giscard pronunció la frase que ha quedado escrita en la historia de la política francesa: «Señor Mitterrand, usted no tiene el monopolio del corazón». Según informa el diario, existe todo un mito en torno a esta frase que indica que contribuyó a la victoria del candidato conservador (Pascual, 2012).
El primer debate norteamericano se produjo en 1960; el primer debate francés, en 1974. Este considerable retardo tiene que ver con la situación de monopolio del Estado; en dicho contexto, una mezcla de temor y fascinación caracteriza el proceso de mediatización. El advenimiento de lo audiovisual en la política ha estado por mucho tiempo sometido a rigurosos controles que le quitaban al discurso todos los recursos y figuras retóricas propias del lenguaje audiovisual. En el caso de los debates franceses, la organización recae sobre el Consejo Superior del Audiovisual (CSA), con la única indicación específica de la igualdad en la asignación de los tiempos. Si bien en un debate una de las reglas más importantes que se discute es la equidad temporal en el uso de la palabra, se ignora la importancia de la estructura del intercambio y la imagen como productora de contacto. En 1981, se somete a negociación estos dos elementos: se propone una igualdad de tiempos en cuanto a la imagen al neutralizar el plano de corte. Esto suponía que, cuando un candidato estuviera hablando, no se podía cortar la imagen proyectando la imagen del interlocutor o del árbitro. Al mismo tiempo, se solicita la presencia de periodistas en el debate (Verón, 2001).
Como se ha visto en párrafos anteriores, mucho se ha dicho sobre las consecuencias de negarse a participar en un debate electoral, sobre todo cuando este se ha institucionalizado. Un caso de negativa a participar, con sus propias peculiaridades, ocurrió en las elecciones de 2002, cuando el entonces presidente Jacques Chirac se negó a debatir con el candidato ultraderechista Jean-Marie Le Pen. No obstante, el rechazo a este debate se convirtió en un gesto político bajo el argumento de no aprobar «la banalización del odio y la intolerancia» y, como lo expresó el mismo Chirac en su anuncio, «asumiendo los costos políticos que ello suponía».
Según García (2012b), en 2007 se encuentra una particularidad en los debates franceses. Se enfrentaron, como es costumbre, los candidatos Sarkozy y Royal con una audiencia de más de veinte millones de espectadores. Pero a su vez se produjo otro debate entre los candidatos Royal y Bayrou; este último había quedado en tercer lugar en la primera vuelta electoral. El candidato Bayrou había rechazado cualquier endoso de votos con alguno de los otros dos candidatos y se especulaba que tenía ofrecimientos de ocupar el cargo de primer ministro. A pesar de la protesta del candidato Sarkozy, el debate entre Royal y Bayrou aparecía como un mecanismo para que los votantes del candidato que había quedado en tercer lugar decidieran por sí mismos a quién le darían su voto.
Otro aporte a los debates electorales, en general, es la variación del formato o estructura que permitió la incorporación del ciudadano en el debate electoral. Según Casado (2012), durante la precampaña electoral francesa de 2007, la cadena privada TF1 solicitó el diseño de un formato en el que no hubiera duda de manipulación o control sobre las preguntas. En respuesta, la productora A Prime Group diseñó un formato por el cual se convocaba a ciudadanos elegidos con criterios demoscópicos que podían preguntar libremente al político. Este formato se empleó en cuatro programas sucesivos como parte de la campaña preelectoral y ha sido llevado a los debates electorales en otros países, ya sea colocando a uno o dos candidatos en el set. La versión en español lo titula: Tengo una pregunta para usted.
El caso reseñado anteriormente revela el aporte e intervención de los profesionales de la televisión, en especial, de las productoras, en la configuración y renovación de los formatos de los debates. En este aspecto, queda pendiente un estudio en profundidad del rol de las productoras audiovisuales en los debates electorales televisados.