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Conclusiones
ОглавлениеEste capítulo se ha enfocado en la política migratoria cubana y sus efectos en el proceso migratorio insular en la última década del siglo xx y la primera del xxi. En ese contexto, se han reconstruido sus orígenes, decurso institucional y sus características más distintivas y efectos en el proceso migratorio insular en la coordenada temporal referida. Como epílogo, se describe la reforma de esta política, entrada en vigor en enero de 2013, la cual elimina importantes restricciones que fueron parte de su arquitectura institucional por más de cincuenta años.
No se puede reflexionar sobre la política migratoria cubana sin hacer referencia al contexto específico que la originó, signado por la emigración masiva de cubanos hacia el exterior en un momento de intensa transformación revolucionaria, de incremento del conflicto con Estados Unidos y de acciones de sabotaje y armadas en contra del gobierno revolucionario. De este modo, las salidas de la población cubana —su control y selección— se convirtieron en asunto de seguridad nacional y se identificó al acto de migrar como contrarrevolución y traición a la patria.
Se puede concluir que, desde 1961 hasta 2013, el núcleo de la política emigratoria ha respondido al imperativo de seguridad de un Estado que considera las salidas al exterior y la emigración como un peligro para su supervivencia. Por tal causa, el diseño institucional de esta política se caracterizó por la invisibilidad de sus procedimientos y normativas y el carácter selectivo y casuístico de las salidas al exterior en general, y de la emigración en particular. Asimismo, el conflicto eua-Cuba ha impulsado la utilización del mecanismo de la “válvula de escape” como respuesta a la demanda migratoria insular en diversas coyunturas y ha dotado al fenómeno de un profundo carácter convulsivo, por lo menos hasta los acuerdos de 1994-1995 entre los dos países.
En consonancia con tal diseño institucional, la implementación de la política migratoria ha corrido a cargo, desde los inicios revolucionarios, de una organización de carácter militar que pertenece a la seguridad del Estado, la die del minint. Ella se ha constituido en el núcleo central de ejecución de la política hasta nuestros días.
Aunque desde finales de la década de los setenta se insinuaron acciones para dotar al proceso migratorio cubano de cierta normalidad, es a partir de los noventa que se observa una paulatina flexibilización de la política migratoria, estrechamente relacionada con las condiciones internas e internacionales por las que transitaba el orden sociopolítico. Así, se redefine el problema migratorio cubano, despojando al proceso de modo parcial de los tintes políticos que había tenido desde la década de los sesenta. La estigmatización del migrante, clasificado como “traidor a la patria”, “escoria” o “lumpen”, cede paso a una interpretación de la migración por razones económicas y humanitarias: se promueve el respeto del derecho a viajar, la importancia de la reunificación familiar y la emigración o residencia permanente en el exterior por razones económicas.
Entre las medidas flexibilizadoras se encontraron la disminución de la edad para salir temporalmente del país (18 años); el incremento de los plazos de estancia en el exterior por asuntos personales (once meses); el aumento de los permisos de residencia en el exterior (pre) y de estancias por contrato de trabajo o estudios; la flexibilización de los permisos de estancia en el exterior para grupos sociales específicos, como los artistas e intelectuales, etc. Estos cambios influyeron en el patrón migratorio cubano que, aunque mantiene elementos estructurales emergidos en décadas anteriores, incorpora nuevos matices a partir de la década de los noventa.
Los efectos de la política migratoria en el proceso migratorio insular es una suma de continuidades y rupturas en los más de veinte años analizados. Tal y como sucedió en décadas anteriores, esta política, si bien no explica los motivos o la decisión de migrar, sí ha influido notablemente en el volumen, perfil y tiempos de la migración.
Un rasgo estructural de la migración cubana es que tiene como principal destino Estados Unidos, lo que se explica por las políticas migratorias preferenciales que ese país implementó para la migración cubana, las cuales han consolidado a esta corriente migratoria como la más importante de la isla. Sin embargo, en la medida que dicha política ha tenido periodos restrictivos con relación a la migración regular en presencia de fuertes demandas migratorias, ha tenido lugar la liberación del control de las fronteras por parte del gobierno cubano, que ha implicado la salida masiva de un amplio volumen de migrantes en periodos relativamente cortos de tiempo. La interacción de las políticas migratorias estadounidenses y cubanas dotó al proceso migratorio de un carácter disruptivo y cíclico, que ha logrado una relativa normalización con la firma de los acuerdos binacionales de 1994-1995.
Además de las oleadas de migración masiva, en los últimos cincuenta años se ha originado y perpetuado un flujo migratorio irregular que se mantuvo entre 1990 y 2013. Esto se debe, fundamentalmente, a dos mecanismos que en su interacción estimulan la emigración, incluso la irregular: el deterioro de las condiciones de vida en la isla y la existencia de la Ley de Ajuste Cubano.
Aunque en décadas pasadas esta corriente migratoria se caracterizó por cruzar el canal de la Florida para alcanzar territorio estadounidense, a partir de los años noventa se ha incrementado el número de cubanos que acceden a eua a través de la frontera mexicana o directamente en los puertos de entrada de ese país. Lo anterior obedece al incremento de los controles a la migración cubana irregular por mar, que obliga a utilizar otras vías para llegar a eua; a la aprobación en 1999 de la “Clarificación de Elegibilidad para la Residencia Permanente bajo la Ley de Ajuste Cubano”, que permite acogerse a la Ley de Ajuste en cualquier punto de entrada de eua; y a la llegada irregular de cubanos que residían anteriormente en otros países. Si los incentivos que han dado lugar a este flujo migratorio se mantienen, la migración irregular continuará, como lo prueban las cifras de los cubanos interceptados en el mar o que han arribado a eua cruzando la frontera mexicana.
A pesar de la persistencia del flujo migratorio a Estados Unidos, la flexibilización de la política puesta en marcha en la década del noventa amortiguó el carácter unidireccional y de migración sin retorno. Hasta esa fecha, los principales destinos migratorios de los cubanos, además de aquel país, eran España y Venezuela; las naciones del campo socialista mundial, especialmente la antigua urss, y países coyunturales que servían de puente para arribar finalmente a eua. La flexibilización de la política migratoria en los años noventa en combinación con otros fenómenos, como los programas de cooperación del gobierno cubano y las políticas de otros países que han incentivado la migración insular, han diversificado los flujos migratorios a un importante número de naciones de América Latina, Europa y África.
El proceso de flexibilización de la política migratoria tuvo como momento culminante su reforma, la cual entró en vigor el 14 de enero de 2013. Con ella se derogaron importantes restricciones a la salida del país de la población cubana, como el permiso de salida y la carta de invitación, y se amplió la duración de las estancias en el exterior a veinticuatro meses.
En todo caso, la transformación de la política migratoria llena una expectativa largamente anhelada por la población cubana, a la par que abre el debate sobre el lugar de los migrantes en la Cuba del siglo xxi: la necesidad de reconocer su existencia, lugar y potencialidades como parte indiscutible del cuerpo de la nación.