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Presentación
ОглавлениеLiliana Martínez Pérez
Este libro es el resultado de un extenso y minucioso trabajo colectivo de descripción y análisis del fenómeno migratorio cubano en México, el cual abarca de fines del siglo xx a principios del xxi. El objetivo principal se concentró en realizar una reconstrucción empírica detallada de los contextos normativo y socioeconómico de Cuba, como moduladores del proceso migratorio cubano durante las últimas dos décadas y media. La intención es develar los probables factores explicativos de las peculiaridades del flujo migratorio isleño, y reconstruir las tipologías sociodemográficas y las estrategias de inserción social de la migración cubana en México durante el periodo en estudio.
Por ello, los capítulos de esta obra se enfocan en la descripción —macro y micro— de tal proceso migratorio, más que en la contrastación de un conjunto de teorías e hipótesis ya elaboradas sobre la migración internacional o regional de los cubanos; si bien algunas de esas conjeturas sirvieron para configurar las múltiples descripciones y variadas interpretaciones propuestas en los distintos textos aquí reunidos. Así, la decisión de organizar el análisis del contexto del país emisor atendiendo primero a la política migratoria antes que a la problemática económica, por ejemplo, parte de la hipótesis general de que, al menos para el caso cubano, el marco regulatorio de la migración parece representar un factor estructurante de largo plazo en la modulación del proceso migratorio, mientras que las condiciones económicas resultan un componente coyuntural de corto plazo, aunque no por ello menos importante.
La apuesta por la reconstrucción descriptiva pormenorizada del fenómeno y sus contextos partió de una doble convicción: primero, que las carencias informativas y las dificultades metodológicas que enfrenta el estudio del tema migratorio, en específico para el caso de los cubanos, habían contribuido —lo que suele ocurrir con los flujos relativamente menores de migrantes si se les compara con el de los mexicanos a Estados Unidos, los turcos a Alemania, los norafricanos a España o los asiáticos a gran parte de los países más dinámicos del planeta— a la generación y difusión de imágenes y opiniones superficiales, simplistas, distorsionadas y, en el mejor de los casos, fragmentarias sobre estos migrantes; y, segundo, la constatación de que las teorías y conjeturas en torno a los procesos migratorios eran el resultado de la investigación de los grandes flujos Sur-Norte y Este-Oeste, pero no necesariamente Sur-Sur y Oeste-Oeste, como parecía ser el caso de los cubanos que emigraban de Cuba y residían en México o en otros países latinoamericanos y europeos, así como que las teorizaciones más productivas sobre los distintos flujos migratorios eran, principalmente, las de mediano alcance y, por ello, vinculadas a las peculiaridades empíricas de los casos estudiados.[1]
En este sentido, se asumía que, en los estudios de migración —debido en parte a la relación del tema con la problemática de la seguridad nacional y a las condiciones de irregularidad que acompañan a los flujos migratorios contemporáneos, aun siendo documentados—, la dificultad de conocer y explicar científicamente el proceso se ha relacionado con un doble problema metodológico: por una parte, las restricciones, escasez, discontinuidad y fallos u omisiones de las fuentes de datos gubernamentales de largo plazo, sistemáticos y cuantificables sobre el fenómeno, imprescindibles para distinguir, confirmar o rechazar las hipótesis en torno a las tendencias generales del mismo; por la otra, y en cierta medida debido a lo anterior, las dificultades para diseñar y ejecutar estudios cualitativos acotados, precisos y relevantes sobre un asunto que tiende a confrontarse, también, con la renuencia y/o desconfianza de los migrantes y otros sujetos involucrados en el proceso (funcionarios, intermediarios y familiares) a ofrecer datos personales, opiniones y testimonios sobre las experiencias migratorias en sí mismas, las variadas estrategias y prácticas de inserción laboral, social y familiar en los países receptores y los diversos modos de mantener los vínculos con el país de origen.
En el caso del estudio de la migración cubana, los montos, flujos y características de la misma durante la segunda mitad del siglo xx y la primera década del xxi resultan difíciles de establecer porque, en Cuba, el país emisor, la fuente gubernamental principal sobre el tema, es decir, los Anuarios Demográficos de Cuba, a pesar de que basan su información, desde 1990, en los datos de la Dirección de Inmigración y Extranjería (die), perteneciente al Ministerio del Interior (minint), solo ofrecen los saldos migratorios externos anuales, desglosados por sexo y provincias del país, y no proporcionan información sobre los montos y otras características sociodemográficas de los emigrantes, así como los lugares de destino de sus nacionales en el exterior y el tipo de permiso migratorio con el que salen del país.[2]
A su vez, en los países receptores más frecuentes de migrantes cubanos, las fuentes oficiales fundamentales, sobre todo los censos de población y viviendas, porque no todos emiten anuarios o conteos o producen estadísticas públicas específicas sobre inmigración, tienen intervalos de tiempo y datos diferentes, lo que limita el estudio de las tendencias del fenómeno y la probable comparación con los datos del país emisor.
Así, por ejemplo, Estados Unidos, país donde reside casi un millón de individuos nacidos en Cuba, destaca por el levantamiento y publicación de manera continua (anual y mensual) de estadísticas sociodemográficas que incluyen variables migratorias como el país de nacimiento y el año de llegada;[3] mientras que países como España, México, Venezuela, Chile y Argentina, antiguos y nuevos receptores de migrantes cubanos, solo proporcionan información demográfica pública relacionada con extranjeros a través de la variable país de nacimiento, con intervalos de tiempo de entre cinco y diez años; y, en el caso de España y México, solo a partir de principios de la década del 2000 se ha hecho accesible información más detallada sobre la situación migratoria y otras características sociodemográficas de los migrantes que arriban al país.[4]
Por ello, la relevancia fundamental de las investigaciones expuestas en este libro radica en el máximo aprovechamiento por parte de las autoras de una gran variedad de fuentes, macro y micro, con el propósito de largo aliento de crear una plataforma para nuevas indagaciones, empíricas y teóricas, sobre el tema, así como de contribuir a elaborar un retrato más exacto del proceso y las expectativas de los sujetos involucrados en el mismo y, por tanto, más provechoso y preciso para las políticas y acciones gubernamentales y no gubernamentales en favor del reconocimiento, el respeto y la comprensión de una de las interacciones sociales más dinámica, versátil y compleja de la vida social contemporánea: la migración internacional.
El libro está estructurado en dos grandes partes relacionadas entre sí: en primer lugar, las políticas migratorias y las condiciones socioeconómicas del país emisor (Cuba); y, en segundo, las características sociodemográficas de los inmigrantes cubanos, así como su inserción laboral y sociofamiliar en el país receptor (México). Sin embargo, antes de presentar los resultados de las investigaciones realizadas sobre estos temas, se ofrece en la “Introducción general” un panorama del fenómeno migratorio cubano de mediados del siglo xx a la fecha y más allá de las costas mexicanas, con la clara intención de situar la investigación en un contexto espacial y temporal más amplio e imprescindible para destacar y comprender las particularidades de la migración cubana a México.
En relación con el contexto emisor, el primer capítulo describe la conformación de la política migratoria cubana o “marco regulatorio”, como resultado del proceso revolucionario iniciado en 1959, y su compleja relación con Estados Unidos, lo cual permite comprender la contradictoria y gradual transformación del marco regulatorio de la migración por parte del Estado cubano a partir de los años noventa, y la manera en que estos cambios modularon las nuevas particularidades del flujo y las formas de la emigración cubana a Estados Unidos y a otros países. Asimismo, la autora expone las tácticas y estrategias implementadas por un conjunto de individuos decididos a emigrar —a quienes entrevistó—, a la vez que explicita algunas de las problemáticas asociadas a la implementación de la política migratoria —a partir de una amplia observación participante en las oficinas migratorias cubanas—. Esta observación microsocial, por último, le permite destacar las causales sociales —más que gubernamentales— que conllevaron a la promulgación de una nueva Ley de Migración en octubre de 2012, puesta en vigor a partir de enero de 2013, así como a examinar las probables consecuencias de esta nueva reglamentación para la migración cubana actual y para los principales países receptores de la misma.
El segundo capítulo devela las condiciones y reformas económicas y sociales implementadas a mediados de los años noventa en Cuba, a raíz de la profunda crisis económica causada por la desaparición de Europa del Este y la desarticulación de las relaciones comerciales de la isla con su principal socio económico desde mediados de los años sesenta, la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (urss), hasta la reciente implementación del proceso de “actualización” del modelo de desarrollo económico cubano, iniciado en la segunda mitad de la década del 2000, y los impactos del deterioro económico sustantivo en la calidad de la vida cotidiana de los cubanos durante todos estos años. Esta reconstrucción contextual permite a las autoras explorar las consecuencias sociales de las medidas gubernamentales en la sociedad cubana, destacando las distintas estrategias, públicas y privadas, regulares e irregulares, desplegadas por los individuos, así como los modos de engarzarse con la persistente elección migratoria de los isleños durante las dos décadas examinadas. Este análisis se basa en fuentes económicas primarias, cubanas e internacionales, así como en una variada colección de fuentes secundarias, entre las que destacan los resultados de investigaciones sociológicas y psicosociales realizadas en Cuba y un amplio conjunto de reflexiones de analistas de la realidad socioeconómica del país, residentes o no en la isla durante este periodo.
En cuanto al contexto receptor, el tercer capítulo describe y analiza las características sociodemográficas de los individuos nacidos en Cuba censados en México en el año 2000 y residentes en este país antes y después de 1995, construyendo tipologías estadísticamente significativas de los migrantes recientes, así como una caracterización de su inserción laboral, sus vínculos conyugales y su estructura familiar en México, utilizando técnicas y análisis estadísticos multivariados y de conglomerado. También examina las similitudes y diferencias de algunas características del perfil sociodemográfico de los nacidos en Cuba residentes en México desde 1995, con los datos, recientemente disponibles, de los individuos nacidos en Cuba censados en México en 2010, residentes en este país después de 2005. Por último, los resultados del estudio detallado de los cubanos censados en 2000 y su comparación con los encuestados en 2010, permite a la autora explicitar las probables vinculaciones de ciertas características y tendencias de la migración cubana a México con los énfasis, oportunidades y restricciones promovidos por los marcos regulatorios del país emisor y del receptor en estas décadas.
El cuarto capítulo examina, a partir de 260 entrevistas realizadas a cubanos residentes en México desde 1990 a 2004 (“Encuesta a migrantes en México: cubanos, 2004”), los determinantes explicativos de esta migración a partir de la relación entre sus motivos de llegada y el año de llegada a México, evidenciando su consonancia con los resultados señalados en los capítulos previos del libro. Además, las autoras profundizan en las características de uno de los tipos de cubanos más destacados, según el análisis censal del año 2000 presentado en el tercer capítulo (migrantes por convenio laboral o reunificación familiar), develando las trayectorias, la movilidad ocupacional, la intensidad y la satisfacción laboral de los cubanos encuestados, así como las características de su mundo familiar, utilizando técnicas y análisis estadísticos multivariados, de conglomerados, probabilísticos y de sobrevivencia.
Por último, el quinto capítulo detalla el proceso de “conquista y colonización” del nicho de la música cubana en Mérida, Yucatán —una de las entidades de más larga data y de mayor dinámica de inmigración isleña—, por parte de un grupo de músicos cubanos residentes en esa entidad entre 1985 y 2003. La inmersión de la autora en este escenario, dada la realización de entrevistas en profundidad y de observación participante, al estilo del segundo capítulo, permite mostrar las tácticas y estrategias implementadas por estos cubanos en su proceso de inserción sociolaboral en México.
Para el lector interesado en conocer los datos puntuales en los que se basan los resultados estadísticos de los capítulos tercero y cuarto, se cuenta con los anexos estadísticos y metodológicos contenidos en el disco compacto que acompaña a este libro.
Por último, las “Conclusiones generales” brindan un resumen de los resultados más destacados de las investigaciones reunidas en este volumen sobre las causas, procesos y consecuencias de la reciente migración cubana a México.
Un esfuerzo de esta magnitud y alcance ha sido posible gracias al apoyo financiero del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) brindado al proyecto de investigación básica “Sociedades en Movimiento. Causas, procesos y consecuencias de la migración internacional contemporánea en América Latina” (U40342-S); a la disponibilidad de los responsables de la Dirección General de Estadística y del Laboratorio de Acceso a Microdatos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi) para facilitar el acceso a las bases de datos censales utilizadas en esta investigación; al aliento e interés permanente en el tema del Mtro. Ernesto Rodríguez Chávez, director del Centro de Estudios Migratorios del Instituto Nacional de Migración de México, durante el tiempo transcurrido de esta investigación; pero, sobre todo, al ambiente académico y formativo —además de la cooperación técnica y financiera— proporcionado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede México, bajo la dirección, en estos años, de la Dra. Giovanna Valenti Nigrini y el Dr. Francisco Valdés Ugalde, y a las investigadoras y los colaboradores involucrados en este trabajo.
Agradecemos a todas estas personas e instituciones su estímulo y colaboración; a los dictaminadores académicos de esta obra, sus sugerencias y comentarios; y a todos los migrantes cubanos que nos permitieron conocer y difundir sus nuevas trayectorias y experiencias de vida.