Читать книгу Expresión corporal - Luis Antolín Jimeno - Страница 10
1.1.1. Los elementos del proceso expresivo
ОглавлениеComo cualquier otra materia, la expresión corporal será educativa si su práctica responde a una conducta que pueda ser analizada, tanto en la forma que se produce como en sus resultados.
Para que así sea tendremos que describir un mecanismo básico de comportamiento en el que no quede espacio para lo involuntario o lo incontrolable. Es necesario que las acciones que utilicemos para desarrollar esta capacidad puedan ser analizadas y modificadas.
Más allá de la idea de que la expresión corporal se corresponde con un proceso en el que solo se distingue la causa y el efecto (estimulo-respuesta), habría que resaltar la importancia de la intervención (emocional o cognitiva) del sujeto, tanto en el momento de la percepción del estímulo como de la creación de la respuesta. Relacionamos esta intervención consciente con la sensibilidad.
Básicamente la sensibilidad es la capacidad de utilizar voluntariamente los recursos cognitivos y emocionales propios de cada persona durante la percepción sensitiva de un estímulo y la creación de una respuesta. Es decir, en contra de la idea de una respuesta automática a un estímulo, la respuesta expresiva en un proceso educativo ha de ser reflexiva y tener relación con el estado de ánimo, el conocimiento desarrollado en experiencias anteriores, el recuerdo, los conocimientos adquiridos, la intencionalidad estética o creativa y todas aquellas vivencias que constituyen la personalidad.
Por tanto, una característica necesaria de esta expresión corporal es que además del carácter del estimulo y la respuesta como elementos que pueden ser fijados y analizados, hay que tener en cuenta la intervención sensible del sujeto o los sujetos que intervienen en el acto expresivo.
La idea de la sensibilidad como un acervo personal que individualiza el proceso expresivo, hace que, a veces, se califique la práctica expresiva como un acto arbitrario y subjetivo con escaso valor pedagógico. Lejos de esta consideración, el ejercicio de la sensibilidad en la educación es el camino que posibilita el aprendizaje significativo y que nos hace conscientes del valor de lo que estamos aprendiendo. De la cualidad de la sensibilidad, dicen Cencillo y García (1973): «Mas existe otro nivel de percepción no puramente sensorial y al que damos el nombre de sensibilidad (contradistinta de la sensorialidad pura de los «órganos de los sentidos»), y cuyos contenidos no pueden reducirse a sensaciones puras y ni siquiera a su combinación más o menos compleja, sino que se abren a la percepción de otra dimensión del objeto».
Estos elementos, estímulo-sensibilidad-respuesta, que permiten analizar un acto expresivo como una conducta intencional y voluntaria, pueden ser analizados independientemente, pero, en la práctica no siempre se producen en el mismo orden ni se pueden delimitar estrictamente.
El desarrollo de este proceso es una tarea personal, pero no al margen de los elementos que rodean el acto educativo, y que analizamos a continuación.