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1.1. EXPRESIVIDAD Y EXPRESIÓN CORPORAL EN LA EDUCACIÓN
ОглавлениеLa expresividad entendida como cualidad y la expresión como efecto de ésta son dos términos que necesitarían un amplio estudio para abarcar todos los puntos de vista desde los que se pueden explicar. Esta complejidad está lejos de la intención de este manual.
Se puede generalizar la idea de expresión corporal como un concepto que intuitivamente se identifica con la comunicación o la información. Pero es necesario concretar más.
Para ello puede servir hacernos algunas preguntas sobre actuaciones que normalmente entendemos como actos o capacidades expresivas. Por ejemplo:
¿Es expresión corporal la mirada del animal que reclama nuestra atención?
¿Lo es mi forma de caminar cuando paseo distraído?
Un espasmo al recibir una descarga eléctrica, ¿es expresión corporal?
¿Está haciendo expresión corporal el orador que mueve los brazos al acompañar su discurso?
¿o el mudo que se explica con su complejo lenguaje de signos?
Intuitivamente se puede comprender, primero, que todas estas acciones son expresión corporal y, en segundo lugar, que no son estas las manifestaciones corporales que se analizan en los procesos de la educación física.
Debemos comenzar por decir que, cuando hablamos de expresión corporal como materia educativa, estamos tratando de manifestaciones expresivas humanas, y que aunque un animal se exprese corporalmente, no es objeto de nuestros estudios. No nos ocuparemos, por tanto, del comportamiento motor de los animales o del valor expresivo que se da a realidades, como pueden ser la naturaleza o una obra de arte.
En los otros casos planteados como, por ejemplo, la reacción a una descarga eléctrica, lo que se interpreta de este hecho es que existe una causa objetiva capaz de generar movimiento sin la intervención consciente del que se mueve.
También es objetiva la repercusión fisiológica en nuestro organismo y en nuestro comportamiento motriz de las emociones y los sentimientos. De tal manera que distintas manifestaciones como sonrojarse o salivar pueden ser interpretadas como signos expresivos de un estado emocional. En otro sentido, el resultado fallido o acertado de un acto motriz también puede ser relacionado con la influencia de una emoción. Si hablamos de deporte podíamos estar hablando del exceso de responsabilidad o de la euforia que hace que falles una acción que en otras condiciones no fallarías.
Todos estos actos, que podemos llamar expresivos, aunque tal vez sea más correcto llamarlos sintomáticos, tienen un carácter común que es la involuntariedad o el nulo control que ejerce en ellos el sujeto que los manifiesta. El esquema que ilustra estos comportamientos podría resumirse como de estímulo-respuesta.
Existen numerosas conductas que se producen de acuerdo con este simple proceso y que se traducen en distintos manifestaciones físicas:
Los actos condicionados de índole fisiológica. Instintivos o de supervivencia.
Las acciones corporales que acompañan el lenguaje.
El uso de estereotipos en la comunicación.
Los lenguajes codificados.
Del acto corporal visible de estos comportamientos se puede obtener información sobre un individuo: de la naturaleza fisiológica del ser humano o de la competencia comunicativa en el uso del lenguaje; pero no de su educación física. No son, por tanto, estas manifestaciones las que nos puedan ayudar a educar la conciencia del valor expresivo del cuerpo.
Es evidente que no tiene sentido, en el contexto educativo, hablar de una actividad basada en la relación causa-efecto que se produce sin poderlo evitar. Si consideráramos estas formas corporales de expresión como parte de la materia expresión corporal, que utilizamos para la educación física, estaríamos entendiendo que ésta se trata de un acto inconsciente o con poca participación de la conciencia corporal.