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«CANSO, SOIO, TRISTE», 1947-1960

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Las escasas colaboraciones de prensa y el San Gonzalo proporcionan a Cunqueiro unos ingresos demasiado magros como para mantener dignamente a su mujer y a sus dos hijos pequeños en la capital de España. Su crisis profesional se une a una profunda crisis personal que en 1947 lo motiva a tomar la decisión de abandonar Madrid y regresar a Mondoñedo. En un sentido, la ciudad natal se convierte de nuevo en refugio, pero perceptiblemente, en esa situación, esa vuelta debía de ser vista por el propio autor, también, como una especie de destierro autoimpuesto por las circunstancias. En Mondoñedo Cunqueiro volverá a ser acogido por los sectores intelectuales del galleguismo que sobrevivieron a la debacle de la guerra y la represión, y que entre enormes dificultades estaban sentando las bases para la reconstrucción del sistema cultural gallego. Cunqueiro, pues, retoma las amistades de Ánxel Fole, Ramón Piñeiro y, sobre todo, la de Francisco Fernández del Riego. Este último en particular lo animará a retornar a la escritura en lengua gallega y le abrirá la colaboración periodística en el suplemento cultural del santiagués diario La Noche. La andadura de esta publicación fue breve, pero en sus páginas Cunqueiro muestra de manera diáfana su conexión con el mundo intelectual heredero del Grupo Nós, que buscaba la dignificación de la cultura gallega equiparándola con las tradiciones literarias europeas, y para ello será clave la traducción de autores canónicos. El mismo Otero Pedrayo tradujo fragmentos del Ulises de Joyce en 1926, siendo el gallego la primera lengua romance que contó con una traducción de esta obra. Cunqueiro, en cambio, volverá a un poeta de referencia personal, Hölderlin, del que publicará unos poemas para el citado suplemento de La Noche. Es una referencia que muestra textualmente los puentes que lo unen a sus actividades de compromiso cultural galleguista de los años treinta. El cierre de la publicación no tardó en llegar, sin embargo. Juan Aparicio ordenó su clausura cuando llevaba quince números, desde el 15 de octubre de 1949 al 28 de enero de 1950, tras aparecer en el suplemento una serie de artículos de homenaje a Castelao, fallecido ese mes de enero en Buenos Aires. El germen del suplemento cultural de La Noche cuajó en la fundación de la editorial Galaxia en la significativa fecha del 25 de julio de 1950. Su primera publicación fue la obra poética de Ramón Cabanillas Antífona da cantiga (1952), y asimismo sus directivos, Isla Couto, Otero Pedrayo, Ramón Piñeiro y Fernández del Riego, pusieron en marcha el proyecto de Grial: Revista Galega de Cultura, en sí todo un manifiesto de los presupuestos culturales de recuperación galleguista en la asfixiante atmósfera del franquismo. Cunqueiro se ofrece entusiasta a Del Riego para colaborar con esta publicación en su calidad de literato y traductor34. Grial no llegará a los dos años de andadura, pero las bases institucionales del galleguismo cultural que supusieran asimismo líneas posteriores de imbricación política quedaban asentadas para los siguientes años, y la editorial Galaxia comenzaba un recorrido constante y dificultoso entre los vericuetos de la censura franquista. El mismo año de 1950 Cunqueiro consigue, de la mano de Francisco Leal Ínsua, una colaboración como articulista para el diario El Progreso de Lugo. Será el inicio del retorno a una carrera periodística que en la década de los cincuenta se irá extendiendo paulatinamente a diferentes periódicos de ámbito gallego: El Correo Gallego, de Santiago, la coruñesa La Voz de Galicia, la revista Vida Gallega en su segunda época, dirigida por Xosé Iglesias Presa, y, por último, el Faro de Vigo. En 1950 retoma, además, su obra poética en lengua gallega, dando a la imprenta Dona do corpo delgado. Será su único poemario en lengua gallega tras la guerra, descontando la reedición con añadidos de Cantiga nova que se chama Riveira (1957). En cualquier caso, Cunqueiro mantiene un trabajo literario constante durante toda la década; pese a definirse como caótico y haragán en algunas cartas a su amigo Fernández del Riego35, trabaja incansablemente, sin embargo, en la creación de novelas, poesía, traducciones y teatro. Retoma también la tradición de su Taller Literario publicando en la imprenta mindoniense de Xesús Díaz textos de tirada muy reducida, en los que vuelve nuevamente a su Hölderlin en «Retrato da poesía de Hölderlin. Fragmento», y rehace los textos que vieron la luz en la revista Nós en 1934. No sólo es muy interesante este fenómeno de revisión y autocorrección, que también se dará, en gran medida, en parte de su obra periodística, sino que además vuelve a poner de relieve las concomitancias con un poeta que, más allá de su vinculación de contenidos, era visto en esos años por Cunqueiro como arquetipo de sufridor en un momento en que Cunqueiro vuelve a componer y publicar poesía en lengua gallega36.

A un mismo nivel de difusión reducidísima publica al año siguiente su Rondeau en loor de un botánico del siglo XVIII que regresa de Cipango y Catay y todas las Indias, esta vez en la luarquesa imprenta Herederos de Ramiro P. del Río. Al tiempo, continúa sus colaboraciones con Galaxia en una obra sobre Maside, junto con Ramón García Suárez. Su publicación literaria habitual en gallego y castellano prosigue en revistas como la coruñesa Atlántida, con su Crónica de la derrota de las naciones. Fragmentos (1954) o su poema «Os sete pavillóns», en la ferrolana publicación Aturuxo (1955). Sin embargo, será a mediados de la década cuando despunte todo el trabajo en lengua gallega preparado hasta el momento, con la publicación, en 1955, de la que será arquetipo fundacional de la novela gallega de la segunda mitad del siglo XX, su Merlín e familia i outras historias, verdadero y cabal exponente del realismo mágico, admitiendo una filiación que él mismo estableció en diversas entrevistas posteriores37, y donde se iniciaba claramente, en cualquier caso, una nueva etapa en la prosa del autor. Al año siguiente publica As crónicas do sochantre, donde la fusión anacrónica de Merlín en Miranda, de prosa e historias engarzadas, se convierte aquí en una fusión entre los vivos y los muertos en el marco de la Bretaña de la Revolución Francesa.

Es importante destacar de nuevo en este punto el carácter dual con el que durante esos años y con posterioridad a ellos Cunqueiro abordará su trabajo literario, combinando publicaciones en lengua gallega y castellana y, asimismo, traduciendo su obra gallega en un proceso que, como hemos señalado, debe calificarse en mayor medida de re-creación y no de traducción en sentido estricto. El año 1956 es un buen exponente de lo que acabamos de comentar, porque Cunqueiro dará a la prensa su versión castellana Merlín y familia y El caballero, la muerte y el diablo, que retoma un texto más relacionado —al parecer, incluso redactado casi en su totalidad— con el período literario de Historia del Caballero Rafael, con el que tiene enormes concomitancias estilísticas y en el tono bizantino del relato38. Sin embargo, sí es cierto que la década de los cincuenta verá la aparición de buena parte de la obra en gallego de nuestro autor: su obra de teatro O incerto Señor Don Hamlet, príncipe de Dinamarca (1958), cuyas dificultades con la censura para su puesta en escena son bien conocidas; los relatos basados en la retratística fantástica que son Escola de menciñeiros (1959), la obra teatral A noite vai como un río (1960) y su novela Se o vello Simbad volvese ás illas (1961). Cunqueiro retomará, además, la narrativa larga en castellano con Las mocedades de Ulises (1960). Asimismo, el año 1959 tiene importancia en la carrera de Cunqueiro hacia su reinstitucionalización como escritor en castellano, porque la traducción que Fernández del Riego realizó de As crónicas do sochantre fue galardonada con el Premio Nacional de la Crítica. Cunqueiro se convertirá en un referente novelístico en los sesenta, afirmando, eso sí, sus lazos editoriales no con Madrid, sino con Cataluña. Allí establecerá conexiones personales, culturales y profesionales de primer orden, tanto con escritores como con empresarios del sector editorial como Ignacio Agustí, quien pasará a ser el editor de referencia de sus novelas en castellano, en la editorial Destino, y con el que colaborará como articulista en la revista del mismo nombre desde 1961. Al mismo tiempo, sus amistades literarias muestran concomitancias y lazos relevantes para una obra vinculada, por encima de todo, a la exaltación de la imaginación y lo fantástico, y en un plano más prosaico, a las revistas culturales catalanas con las que colaborará intensamente. Así hay que entender su compromiso personal con autores como Néstor Luján, director precisamente de la revista Destino, o el Joan Perucho de Llibre de cavalleries (1957), también vinculado a esta misma revista y al diario La Vanguardia, autores ambos que tienen en común una manifestación cultista como rasgo literario permanente, enfrentados a la dominante y permanente tendencia de la novela social que propugnaba un canon literario caracterizado por ciertos afanes reduccionistas39.

Cunqueiro, pues, parece haber superado su ostracismo, y puede considerarse que, si bien no volverá a publicar obras de ficción con tanta asiduidad y continuidad como en los siete años que van de 1955 a 1962, su prestigio queda plenamente consolidado, además de como creador de mundos fantásticos, como articulista culto y colaborador variado en prensa gallega y nacional. Cunqueiro, que empezó como poeta y se reveló un novelista complejo y un dramaturgo innovador, se convirtió, además, en figura referente de primer orden para la cultura gallega dentro y fuera del país, como recoge el número extraordinario de la revista Ínsula de julio-agosto de 1959, titulado Letras gallegas.

De santos y milagros

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