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CUNQUEIRO ARTICULISTA

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Si bien Cunqueiro parecía asumir en sus declaraciones públicas la existencia de una dicotomía entre la práctica del periodismo y la literatura, esta se reducía en particular a quejas por la falta de tiempo que esa profesión le dejaba, sobre todo tras acceder a la dirección de Faro de Vigo, para sus proyectos literarios de mayor envergadura. Pero lo cierto es que Cunqueiro siempre escribió prosa de arte, y una prosa literariamente cohesionada de un modo que supera la clasificación convencional de géneros. De hecho, al igual que en su obra novelística jugó a disolver los márgenes y rasgos definitorios del género, en sus artículos de prensa podemos igualmente observar esa disolución de fronteras, que hace tenue la clasificación de su prosa46. El mismo Cunqueiro fue consciente de esa consideración de sus artículos como textos puros cuando en las diferentes antologías publicadas por la editorial Táber alrededor de 1970 decidió incluir los textos sin fecha ni aditamentos paratextuales más allá del título. El componente narrativo ocupaba en ellos un lugar privilegiado para el propio Cunqueiro, fuera de lo accesorio que era su publicación periodística, para él, que se definió siempre, y por encima de todo, como fabulador.

Al igual que con el resto de su obra en prosa, el rasgo que más llama la atención, tanto al lector que se acerca por vez primera a la obra de Cunqueiro como al estudioso especializado, es el grado de profunda coherencia general que manifiestan sus textos articulísticos. El particular estilo y poetización que revela es plenamente reconocible, incluso en los artículos y textos breves que no llevaban su firma, como buena parte de los comentarios a pie de foto en las páginas de Faro de Vigo durante dos décadas. Dicha coherencia se da también en los planos temáticos. Es importante señalar que Álvaro Cunqueiro se movió siempre en un abanico relativamente poco extenso de referencias temáticas y culturales que utilizaba de modo recurrente en su obra, cargándolas así de una mayor funcionalidad interna. En ese sentido, él, que odiaba las clasificaciones, podía permitirse agrupar sus artículos por temáticas de una forma relativamente sencilla, y así solía mencionárselo en determinadas ocasiones a sus lectores, señalándoles, por ejemplo, que la narración iba a tratar sobre aspectos habituales en su prosa como las semblanzas y anécdotas sobre demonios o sirenas. Esta línea de clasificación temática ha sido habitual en muchas antologías, como las realizadas por César Antonio Molina, Néstor Luján o María Liñeira. Sin pretender exhaustividad, podemos señalar que en general, la clasificación de contenidos está vinculada en gran medida al grado de centralidad que ocupa el elemento cultural en la narración del artículo. Así, podríamos hablar de artículos que conforman ciclos laxos, como los formados por la mitología hebraica, que englobaría buena parte de su angelología y demonología, la tradición y mitologías helénica y bizantina, el ciclo bretón —en el que podrían incluirse todas las referencias artúricas que tanta importancia tienen en su obra—, el árabe, el irlandés-céltico, el africano, o el chino. Estos tres últimos, a diferencia de buena parte de los anteriores, no cuentan con un desarrollo novelístico en paralelo, como serán el Merlín e familia, Las mocedades de Ulises, As crónicas do sochantre o el Se o vello Simbad volvese ás illas. Al mismo tiempo, Cunqueiro contempla también buena parte de las referencias literarias de una forma recurrente, que podríamos llamar cíclica: Shakespeare, Dante y la literatura italiana del Renacimiento, Boswell, Dickens se convierten en temáticas con desarrollos articulísticos propios a lo largo de los años cincuenta, sesenta y setenta. Igualmente, conforman grupos de artículos periódicos los dedicados a seres mitológicos determinados, como las sirenas. Del mismo modo, y esto es relevante, el plano religioso será tratado de forma desacralizada47, como narraciones mitológicas —no en vano Cunqueiro conocía y citaba a menudo a autores expertos en mitología como Mircea Eliade o Lévi-Strauss—. Es en este grupo donde debemos englobar sin duda las narraciones de santos y milagros.

Junto con la referencia cultural, amplificada y desarrollada hasta formar ciclos, Cunqueiro trata la referencia espacial de forma similar, como articulista que maneja cultural y periódicamente paisajes determinados, sobre todo el gallego, pero también, de manera más amplia, en ciclos como los que dedica a su viaje por la Bretaña francesa o las importantísimas series sobre el Camino de Santiago. El retrato paisajístico permite la posibilidad de que el artículo desarrolle la temática de las semblanzas personales, reales o ficticias, que en general desenvuelven un tipo particular ligado al realismo mágico que conformará también modelos literarios propios en lengua gallega (Escola de menciñeiros, Os outros feirantes, Xente de aquí e acolá). Indudablemente, la forma articulística le ofrecía a Álvaro Cunqueiro, como podemos ver, una enorme flexibilidad temática, estilística y, sobre todo, de tratamiento interno, muy variado, de los elementos narrativos y ficcionales.

Hemos utilizado anteriormente el término «ciclo» para describir de manera muy laxa la filiación de sus artículos a diferentes tradiciones culturales y registros temáticos. Esta misma categoría es útil, además, para describir otro aspecto muy particular de la práctica articulística cunqueiriana, y no sólo articulística, sino del conjunto de su obra literaria, como es la recurrencia del tratamiento narrativo asociado a determinadas fechas del año. Esto es particularmente relevante, como veremos, en el caso de los artículos de temática hagiográfica, publicados normalmente en torno a la festividad del santo, de modo concreto con aquellos de filiación local y personal importantes para Cunqueiro como San Cosme, San Froilán, San Roque, San Jorge, San Lucas y Santiago Apóstol. Esto mismo ocurre con otro tipo de artículos como los dedicados a narraciones navideñas y de Reyes, que conviene hilar con un referente textual muy querido para el propio Cunqueiro, el de los cuentos de Navidad que Charles Dickens fue componiendo desde 1843 hasta su muerte.

Estructuralmente, es muy complejo establecer una evolución general de la articulística de Cunqueiro. Puede señalarse, en gran medida, que el escritor plantea de forma genérica diferentes desarrollos narrativos a partir de un cierto anclaje con lo real, que puede ser desde una mera anécdota personal hasta la referencia a una noticia de actualidad o, de manera muy interesante, un diálogo motivado a raíz de otro artículo de su propia autoría o de un amigo como José María Castroviejo o Vicente Risco; pero, con todo, la labilidad es la norma, porque en el ámbito de la noticia entran las informaciones históricas como una nueva del año mil, en acertada explicación de Víctor Freixanes48, o las informaciones obtenidas de los Avisos de Barrionuevo o el diccionario de demonología de Plancy. Lo concreto, pues, recibirá el desarrollo narrativo que creará el propio artículo, de manera más o menos general. Indudablemente, esta consideración de su articulística como vinculada a cierta característica de glosa no puede extenderse a toda la creación periodística cunqueiriana, pero creemos que abarca una gran parte de la misma. Ello explica, además, la capacidad de trascendencia asociada a toda su escritura, que habría pasado de un articulismo combativo asociado a la política y propaganda exigida por las publicaciones oficiales franquistas a un articulismo más contemplativo y literario, en la estela de buena parte de la prosa novecentista, y en particular de la canónica figura que supuso Eugenio d’Ors para la generación a la que pertenecía Cunqueiro, de la que en su fervor, no ajeno a la vanguardia, en ese gusto por la brevedad, flexibilidad y sobre todo elevado culturalismo, será deudor, al igual —y esto debe ponerse muy de relieve— que de la construcción y el estilo articulístico de Ramón Otero Pedrayo. En cualquier caso, los artículos cunqueirianos buscan desarrollar, en mayor o menor medida, una narración, vinculada en sentido muy laxo a la realidad, presente o pasada, histórica o inventada, como noticia, considerando además la cultura como punto de desarrollo constante central o periférico, que abre nuevos aspectos dentro del propio artículo.

De santos y milagros

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