Читать книгу La tonalidad precisa del rojo - Manuel Broullón - Страница 12

VI La ciudad en el tiempo

Оглавление

«[...] Bien sabes que cuanto me dices cumpliré para ti de la forma que tú me lo mandas.

[...] Acércate para que, estando abrazados,

podamos, aunque por un momento, saciarnos de llanto tristísimo.»

Homero, Ilíada, Canto XXIII.

Tu idea del tiempo: invención de quien mira hacia atrás y recuerda, colocando unas tras otras –como los hitos a lo largo de un camino– las cosas vistas y oídas en el transcurso de su propia vida. Esta idea debería permitirte averiguar las causas objetivas del azar propiciatorio, acaso de la voluntad escondida, que dictaminó que llegarías a la ciudad roja este día y a esta hora, mucho antes de que existieran los tiempos y los espacios.

Pero, ¿qué imágenes ven tus ojos? ¿Qué suelos pisan tus pies y qué aromas embriagan tu olfato? No es, no, una sola ciudad, sino una multitud laberíntica, terrible, monstruosa, infinita pero subyugante, la que tu conciencia se representa, recorridos todos los espacios por todos tiempos que existieron y existirán. Tal vez fueron tus ponderaciones previas a la llegada, marcada por el hado, las que produjeron una multitud de ciudades, como sucesivas visiones de Troya imaginadas por Aquiles antes de morir, contándole a Patroclo mientras le mira con ternura a los ojos, cómo se había figurado la apariencia de los palacios, de las fuentes, de los templos y los manjares ilíacos, mientras rodeaba la urbe con su carro durante la guerra, pero sin poder alcanzar a ver jamás uno solo de sus tejados por encima de la descomunal muralla. Si Troya existe es tan solo en los ojos de Patroclo, donde arden las historias que le cuenta Aquiles, enamorado, hasta consumirse la vida del devoto amante.

La tonalidad precisa del rojo

Подняться наверх