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Sonia y Pablo están tomándose dos Coca-Colas —Sonia, una Coca-Cola Zero— en el patio interior de un concurrido centro comercial de la Ciudad. Es un rato tonto, de esos que a Pablo le gusta aprovechar para proponerle a Sonia algún plan de fin de semana. En unos minutos empezarán su jornada como policías nacionales.

Pablo se palpa nerviosamente el bolsillo interior de la americana. Nunca encuentra el momento de sacar por fin el anillo de compromiso que lleva paseando por chaquetas y abrigos desde hace más de tres meses. Sonia siente su estómago como una enorme gruta vacía que se manifiesta a través de pequeños retortijones. Tal vez podría picar unas patatitas o un pincho de tortilla, pero en las últimas semanas ha engordado dos kilos y no quiere que el verano delate sus pequeños antojos: una tostadita aquí, un cucurucho de nata allá, una barrita de chocolate acullá… Suspira resignada, con la mirada perdida en el horizonte, y se ajusta el uniforme oficial del cuerpo de Policía con desidia, un gesto que Pablo interpreta erróneamente como aburrimiento.

¿Acaso Sonia ya no siente lo mismo? ¿Finalmente se ha dado cuenta de que su atracción por Pablo es más fruto de un cuidadoso trabajo emocional por parte de él que de una elección real y legítima por parte de ella? Tal vez haya llegado el momento de dar un paso adelante y de demostrar que es un hombre capaz de gestos intrépidos e inesperados, un amante con las ideas claras y una seguridad férrea a prueba de suspiros femeninos.

Pablo introduce la mano en su bolsillo y tantea el anillo de dieciocho quilates de oro mate adquirido en El Corte Inglés gracias a la ayuda inestimable de una dependienta llamada Claudia. Se incorpora. Hinca la rodilla derecha en el suelo y abre la pequeña caja de interior aterciopelado. Sonia alza la mirada, pestañea, boquea como pez fuera del agua y, un instante después, grita aterrorizada. Con un estrépito de sillas, cristales y huesos astillados, SiempreHada_15 —nombre real, Carolina Hernández; treinta y siete kilos de peso; a dos meses y siete días de cumplir dieciséis años— impacta sobre la mesa ocupada por Pablo y Sonia tras haberse arrojado al vacío desde la azotea del edificio.

Historia de España contada a las niñas

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