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1. El concepto de teletrabajo

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A partir del planteamiento anterior, el teletrabajo se caracteriza, pues y básicamente, por la interacción remota, y por la mediación de las TIC para propiciar las interacciones. Desde el punto de vista etimológico, la definición de teletrabajo, trabajo a distancia o trabajo virtual proviene de las raíces griega telou y latina tripaliare, que significan “lejos” y “trabajar”, respectivamente5. En ese sentido, el teletrabajo implica el desarrollo de una actividad laboral a distancia o por fuera de la sede de la empresa y, en concordancia con lo anterior, involucra también la utilización de algún medio de interacción remoto como herramienta de trabajo y comunicación6.

De este modo, y en una primera aproximación conceptual, el teletrabajo puede ser entendido como la actividad laboral remunerada que un trabajador realiza en acuerdo con la entidad productiva a la que presta sus servicios, pudiendo realizar sus actividades fuera de la sede de la empresa –normalmente desde el propio domicilio del trabajador7– y estando en contacto con ésta gracias al apoyo de las tecnologías de la información.

Así las cosas, la delimitación del ámbito del teletrabajo podría entenderse como una tarea a priori bastante simple, si bien la realidad se ha encargado de poner de manifiesto que no lo es, ni mucho menos, tanto. Esto es así por cuanto ya el mero hecho que los trabajadores no hayan de acudir a los centros de trabajo para llevar a cabo sus actividades trae consigo la posibilidad de recurrir a diferentes formas en el plano de la organización, no existiendo en todos los casos disposición a asumirlas. Ese factor organizativo hace que la implementación del teletrabajo requiera, para empezar, de planificación, a la vez que también harán falta ciertos estilos de liderazgo cimentados en la mutua confianza entre empleador y empleado, que se reflejarán en esquemas de seguimiento y control basados mucho más en la consecución de objetivos y no tanto en las horas de trabajo necesarias para ello (que en todo caso habrán de seguir situándose dentro de lo razonable, tanto en términos de mínimos como de máximos), así como de cierto nivel de gestión de la información que permita un acceso de manera remota, pero sin vulnerar derechos fundamentales de la persona, cual es el derecho a la intimidad.

Por otro lado, esta misma primera aproximación conceptual permite descartar como teletrabajo –o al menos, suscitar dudas al respecto– algunos estereotipos que han venido asociando el trabajo en el domicilio con trabajos de escasa cualificación8. Aunque la evidencia empírica recogida a nivel internacional pueda corroborar la pervivencia de este tipo de actividades, también apunta a tendencias emergentes propias de la nueva economía que no se pueden ignorar, y que encajarían con mayor propiedad en la antedicha definición.

El teletrabajo: antes, durante y tras el coronavirus

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