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CANALIZAR ENERGÍA NO ESTÁ RELACIONADO CON SER MÉDIUM

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Podría empezar por afirmar que todos poseemos la capacidad de canalizar, pero pocos son los que tienen el don de propiciar como médiums. Estamos frente a dos cuestiones de distinta naturaleza.

Los seres animados e inanimados se hallan unidos por canales o hilos invisibles que enlazan y conectan. Por ello, estamos vinculados desde lo profundo con la fuente de energía universal que mantiene cohesionado a todo lo existente.

En El Talmud se puede leer:

Cada brizna de pasto tiene su Ángel que se inclina y le susurra “crece, crece”.

Así que todos tenemos esta destreza y la capacidad de aumentar la frecuencia vibracional energética a través de determinadas técnicas como la meditación o el reiki, entre otras herramientas, la cuestión es permitirnos o abrir nuestra mente a esta nueva experiencia.

Muchas personas creen que no tienen esta habilidad, sin embargo, la poseen pero nunca la cultivaron o quizá lo hicieron y jamás lo notaron. Estamos entrenados para aceptar o percibir “la realidad” de una forma y no de otra, por lo cual, aquello que es diferente a lo establecido culturalmente, se niega.

Desde pequeños se nos enseñan las tablas de multiplicar, gramática, historia, geografía, pero jamás se dan clases de intuición, espiritualidad (no, religión) o realidades alternativas. Aquí comienza el error que da origen a la saga de equivocaciones.

Cuando logramos serenar el pensamiento a través de técnicas de respiración o de meditación es posible entrar en contacto con otros planos sutiles y darnos cuenta de que existe el poder de trascender la realidad concreta para poder vibrar en la energía de lo que ocurre en otros planos.

Lo mismo ocurre con el reiki, herramienta maravillosa de sanación, que desarrollaré en un capítulo posterior, y que permite la canalización, a través de nuestro cuerpo, de energía sutil, de la energía universal. Esta canalización produce magníficos resultados en el cuerpo, el alma y la mente.

Ahora bien, tal como lo mencioné, no debe confundirse, repito, con mediumnidad, pues este término fue definido por el padre de la Doctrina Espírita Alan Kardec quien denominaba “médiums solamente a las personas capaces de producir fenómenos ostensibles con sus facultades”.

La mediumnidad es una facultad bastante múltiple que presenta una infinita variedad de matices en sus medios y en sus efectos. Cualquiera que esté apto para recibir o transmitir las comunicaciones de los Espíritus es, por esto mismo, médium, sea cual fuere el modo empleado y el grado de desarrollo de la facultad, desde la simple influencia oculta hasta la producción de los fenómenos más insólitos. Sin embargo, en el uso común, esta palabra tiene una acepción más restringida y se dice generalmente de las personas dotadas de un poder medianero bastante grande, ya sea para producir efectos físicos o para transmitir el pensamiento de los Espíritus a través de la escritura o la palabra. 13

Así también definió en El libro de los espíritus que las cualidades espirituales eran fundamentales para la utilización positiva o negativa de la mediumnidad, considerando que la baja moral convierte a los médiums en presa fácil de los malos espíritus lo cual desvía la finalidad de un don otorgado por Dios.

A este respecto consideraba:

Los espíritus son atraídos en virtud de su simpatía por la naturaleza moral del ambiente en que se les evoca. Los espíritus superiores se complacen en las reuniones serias, en que predominan el amor al bien y el deseo sincero de instruirse y mejorar. Su presencia allí aleja a los espíritus inferiores, quienes por el contrario encuentran libre acceso y pueden obrar con plena libertad entre las personas frívolas o que son guiadas sólo por la curiosidad, y en cualquier parte donde se encuentren malos instintos. Lejos de obtener de ellos buenos consejos o informaciones útiles, sólo se deben esperar de su parte futilezas, embustes, bromas de mal gusto o supercherías, y a menudo toman nombres venerables para inducir mejor a error.14

Definió, además, diferentes tipos de médiums como por ejemplo los de efectos físicos, de efectos espirituales, psicógrafos o escribientes, auditivos u oyentes, parlantes o psicofónicos, videntes, sonámbulos o sonambúlicos, sensitivos o médiums curadores.

Por lo expuesto, concluyo que ser canal y ser médium son cuestiones de diferente orden, que si bien parecen conectarse, sin embargo las separa un abismo.

En los trabajos psicoconstelativos, todos nos convertimos en canales porque recibimos y enviamos información, y si bien nos remiten al conocimiento, a ese “más allá”, nunca perdemos la consciencia, ni la energía que ingresa obstruye o desplaza la propia energía, mientras que un médium es una persona con un don especial que cuando entra en contacto con un espíritu, ese espíritu colma todo su ser, invade, lo ocupa y este médium solo se convierte en un instrumento, en la voz y cuerpo del espíritu que ha ingresado en él.

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