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I.3) ¿Por qué el Partido se catalogaba como “Socialista”?

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Mucho se ha discutido sobre la caracterización de este singular movimiento político. Algunos lo han colocado en el análisis como un partido de las más extremas derechas, inclusive al servicio del capitalismo mundial, otros historiadores señalan que en muchos aspectos se trató de una ideología con tendencia al socialismo.

Adolf Hitler dejó expresadas algunas ideas al respecto que nos pueden orientar sobre este debate. Vamos a analizar aquí solo “sus” ideas, ya que dentro del Partido hubo siempre tendencias de sus distintos miembros importantes, algunas más proclives a la izquierda (el caso claro de Julius Streicher, por mencionar sólo un ejemplo) y otras, más comunes, más proclives a la derecha.

En su libro Hitler ataca con dureza las diferencias sociales exageradas y exacerbantes que tuvo que vivir en sus años en Viena. Señala que él creció en un hogar representativo de la pequeña burguesía, un mundo con muy poca conexión con la clase netamente obrera. Agrega que esas dos categorías sociales si bien no gozan de una situación desahogada, están separadas por un enorme abismo. El temor a descender nuevamente a la clase obrera y el amargo recuerdo de la miseria hacen que el pequeño burgués vea insoportable el contacto con gente de un nivel cultural ya superado por ellos. Señala que tuvo la suerte de despegarse en Viena de la pequeña burguesía y empezó a conocer a los hombres en su esencia íntima, volviendo al mundo de la pobreza. Expresa más adelante: “Al finalizar el siglo XIX Viena se contaba entre las ciudades de condiciones sociales más desfavorables. Riqueza fastuosa y repugnante miseria caracterizaban el conjunto de la vida en Viena... Frente al enorme conjunto de oficiales de alta graduación, funcionarios, artistas, y científicos, había un ejército mucho más númeroso de proletarios, y frente a la riqueza de la aristocracia y del comercio, reinaba una degradante miseria. Delante de los palacios.... pululaban miles de desocupados y en los trasfondos de esa Via Triunphalis de la antigua Austria, vegetaban vagabundos en la penunbra y entre el barro de los canales”. Esta situación hace crecer su aversión por las ciudades multitudinarias que apiñan a los trabajadores para luego despreciarlos cruelmente (10).

Poco más adelante señala que igualmente tristes eran las condiciones de habitabilidad. La escasez de casas para los ayudantes de peón en Viena es descripta como deprimente, y como “tétricas madrigueras, los albergues y habitaciones colectivas”. Y aquí llega su advertencia sobre la venganza de los pobres: “¿Qué no podría salir de ahí cuando de esos antros de miseria los esclavos enfurecidos se lanzasen sobre la otra parte de la humanidad exenta de cuidados y despreocupada?” (11).

Llega entonces a conclusiones que ligan su pensamiento con ideas claramente socialistas. Dice que sólo se puede salir de la situación existente con un doble procedimiento: “Establecer mejores condiciones para nuestro desarrollo, a base de un profundo sentimiento de responsabilidad social, aparejado con la férrea decisión de anular a los depravados incorregibles... En Viena durante mi lucha por la existencia, me di cuenta de que la obra de acción social jamás puede consistir en el ridículo e inútil lirismo de beneficencia, sino en la eliminación de aquellas deficiencias que son fundamentales en la estructura económico-cultural de nuestra vida y que constituyen el origen de la degeneración del individuo, o por lo menos de su mala inclinación” (12).

Hace luego Hitler un claro enlace entre el socialismo, como crítica a la pobreza y a la marginación de las clases obreras, y el nacionalismo, junto con un crudo ataque la burguesía. Allí radica la explicación del “nacionalsocialismo”. Describe gráficamente y a modo de ejemplo la vida de un niño y luego jóven que ha crecido en la pobreza y la marginalidad y que luego sale a la vida de adulto. Y se pregunta si se le puede pedir un espíritu nacionalista a esa persona. La burguesía se admira de la falta de entusiasmo de esos jóvenes ciudadanos, se sorprenden de la falta de moral o de la indiferencia nacional de la gran masa del pueblo. Remata el tema con esta idea: “El problema de la nacionalización de un pueblo consiste, en primer término, en crear sanas condiciones sociales como base de la educación individual; porque solo aquel que haya aprendido en el hogar y en la escuela a apreciar la grandeza cultural y, ante todo, la grandeza política de su propia Patria, podrá sentir y sentirá el orgullo de ser súbdito de esa Nación. Sólo se puede luchar por aquello que se ama. Y se ama sólo lo que se respeta, pudiéndose respetar sólo aquello que se conoce” (13).

Mucho más adelante en su libro realiza una fuerte crítica al trabajo inhumano en las fábricas modernas y la absurda introducción de los antiguos horarios de trabajo artesanales en las condiciones de procedimientos intensivos de ese momento. Califica al obrero de fábrica como un desheredado social. Finalmente critica la disminución de los salarios y el empobrecimiento del trabajador y la cada vez mayor riqueza del patrón. Enaltece el trabajo rural en el cual el señor y el criado hacían el mismo trabajo y comían del mismo plato, mientras que ahora se había producido una perniciosa separación del trabajador y el patrón (14).

En cuanto a la igualdad de los trabajadores y los salarios podemos ver también ideas claramente socialistas: “La vergüenza que se siente por el trabajo material es una consecuencia de los pequeños salarios que a su vez rebajan el nivel cultural del obrero y, con ello, pretenden justificar el menor valor en que es tenida su actividad. Justamente por este motivo se debe evitar en el futuro una gran disparidad de salarios... Sería el más deplorable síntoma de decadencia de una época si el estímulo para las más altas realizaciones espirituales dependiese sólo de un salario elevado... Es aquí donde le corresponde un cometido especial al Movimiento Nacionalsocialista, que predice el advenimiento de una época en que a cada uno se le dará lo que necesite para su existencia, cuidando, sin embargo, como cuestiones de principio, que el hombre no viva pendiente únicamente de los bienes materiales. Esto encontrará un día su expresión en forma de una gradación sabiamente limitada de los salarios, de tal suerte que hasta el último de los que trabajen honradamente pueda contar en todo caso, como ciudadano y como hombre, con una existencia honesta y ordenada” (15).

Finalmente nos adelantamos a decir que en el Programa de los 25 puntos del Partido Nacionalsocialista, que serán analizados más adelante, como asimismo en el Manifiesto del Partido respecto de la población campesina y la agricultura, existen claras ideas de carácter socialista.

Por lo tanto y más allá de las discusiones existentes en torno al tema, no parecen quedar demasiadas dudas respecto a que las ideas de Adolf Hitler coincidían con muchos principios del socialismo moderno de la época, pero no puramente de izquierda, sino un socialismo muy particular. Un socialismo nacionalista. Está claro entonces que no se trató de una ideología capitalista. Ese carácter socialista se vio reflejado en númerosas normativas que impuso el gobierno de Hitler para la comunidad del pueblo alemán, y que veremos más adelante. El Movimiento Nacionalsocialista alemán ha sido, cabe decirlo desde ahora, un caso socio político único en el mundo.

¿Qué fue el nazismo? Breve análisis del imperio de la barbarie

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