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CAPÍTULO 12

El origen de la separación

12.1 La palabra “amor” es parte del problema que tienes con este Curso. Si tomara la palabra “amor” y la cambiara por algún sofisticado término técnico, y dijera que éste es el elemento que fusiona el mundo en unidad, te resultaría más fácil aceptarlo. Si dijera que este término sofisticado es desconocido para ti y que por eso has creído en tu separación, en lugar de en tu unidad con todas las cosas, sería mucho más probable que asintieras con la cabeza y dijeras: “Yo ignoraba esto, como todos los demás”. Si un científico te dijera que se ha hallado una energía benigna que demuestra tu conexión con todo lo que hay en el universo, y le pusiera un nombre estrambótico, dirías: “Se ha realizado un nuevo descubrimiento y estoy dispuesto a creer que puede ser verdad, sobre todo si otras personas también van a creer que lo es”.

12.2 Te sientes un poco timado cuando se te dice que el amor es la respuesta. Te sientes un poco reprendido cuando se te dice que desconoces el amor. Te sientes un poco engañado al pensar que posiblemente el amor no se limite a aquello que tú creías que era. Te parece típico de un texto espiritual que te diga que el amor es la respuesta, como si eso no se hubiera dicho antes. Este mensaje ya se predicó hace mucho tiempo y, sin embargo, el mundo sigue igual. Siendo así, ¿cómo puede ser ésta la respuesta correcta? La vida es demasiado complicada para que el amor sea la solución.

12.3 ¡Con qué rapidez te dispones a volver al escepticismo y a creer que ya lo has intentado y que has fracasado! Porque todos creéis que habéis probado esta idea denominada ”amor”, y todos creéis que tenéis pruebas que demuestran que no es en absoluto la solución. ¿Cuáles son vuestras pruebas? Vuestra propia incapacidad para ser felices y la infelicidad del mundo que veis a vuestro alrededor.

12.4 Hemos dicho antes que el único sentido posible que tiene tu libre albedrío es la elección que hagas entre aquello con lo que te unes y aquello que eliges situar fuera de ti. Sin embargo, has de entender que nada que no sea parte de Dios merece unirse a ti, ni tampoco puede. Aquello a lo que has querido unirte es el motivo de tu infelicidad. Porque buscas unirte a aquello que no se puede unir, y pretendes separarte de todo aquello que podría unirse a ti, y que llenaría tus lugares oscuros y solitarios con la felicidad que buscas.

12.5 Te puede parecer que este Curso se ha desviado bastante del propósito que le atribuyes, pues buscas algo específico de él, aunque no lo sepas. Buscas el descanso y la alegría sosegada que sólo nacen del amor. Buscas la seguridad y la protección de un hogar amoroso, aunque se trate sólo de un hogar filosófico. Buscas la tierna seguridad de la certeza, no de tu mente sino de tu corazón. Hay una parte de ti que piensa: “Si sólo pudiera estar seguro…” y ahí se detiene, porque ni siquiera estás seguro de qué es aquello sobre lo que buscas seguridad. Y sin embargo, sabes que lo que más te cansa es tu incapacidad de estar seguro de nada. Y en efecto, estás muy cansado.

12.6 La voluntad de Dios para ti es la felicidad, y de esto puedes estar seguro. Alinear tu voluntad con la de Dios es hacer de ese estado de seguridad, tu hogar. Se trata de un deseo hecho realidad, y cuando sea lo único que desees, se cumplirá. Y al cumplirse ese deseo, encontrarás el descanso y te librarás de todas las pesadas cargas que has llevado.

12.7 Reconoce ahora tu deseo de descansar, un deseo que podría hacerte llorar, hacerte desear dormir un sueño eterno. Si tan sólo entendieras la energía que hace falta para mantener el mundo de tu ilusión en su lugar, entenderías el descanso que llegará simplemente por renunciar a la necesidad de hacerlo. Tu deseo de certeza es parte de la resistencia que opones a toda idea que parezca tener que ver con el cambio. Te esfuerzas por conservar lo poco que crees saber, y sin embargo en el fondo te das cuenta de que no sabes nada con la certeza que buscas.

12.8 Cualquier tipo de incertidumbre supone una duda acerca de tu Ser. Ésta es la razón por la que este Curso se propone establecer tu identidad, pues de ella vendrá todo lo demás. Así, este Curso parece pedir cambios en todos los niveles, y sin embargo, de un solo cambio vendrán todos los demás, y sin ningún esfuerzo en absoluto por tu parte. E incluso este único cambio no es ni siquiera un cambio, pues simplemente busca eliminar todos los cambios que crees haber hecho a la creación de Dios. Dicho cambio pretende tan sólo restaurarte a tu Ser.

12.9 Tu Ser descansa completamente inalterado dentro del Cristo en ti. El restablecimiento de tu relación con tu hermano es lo que te mostrará tu Ser. Tienes un único hermano que viste muchos rostros en tu percepción de quién es, y mientras no lo conozcas no podrás conocer tu Ser. Este único hermano puede unirte con todos aquellos a quienes percibes como otros, pues todos los demás son uno con él, al igual que contigo. Ésta es la única unión necesaria, que al producirse dará lugar a todas las demás.

12.10 Ésta es la única desunión producida por tu decisión de elegir la separación, y se trata sólo de haberte separado de tu Ser. He aquí el punto más difícil de comunicar, porque contiene una contradicción, la única contradicción que ha creado el mundo que ves y la vida que vives. Aunque es imposible que algo haya ido mal en la creación de Dios, ¡resulta que algo ha ido mal! Sólo hace falta mirar a tu alrededor para comprobar que esto es así, y en lugar de sentirte desanimado por esta noticia, suspiras con alivio porque sabías que era verdad, y sin embargo tenías la sensación de que éste era el secreto que se te había ocultado. Es como si se te dijera interminablemente: “Todo está bien” cuando sabes que no es verdad. Y si “todo” está bien, entonces debes de ser sólo tú quien esté mal.

12.11 Toda la creación parece fluir en perfecta armonía. Las estrellas iluminan el cielo; el sol y la luna cumplen la función que se les ha asignado; los animales del mar, de la tierra y del aire son exactamente como su Creador dispuso; las montañas se erigen en toda su majestad; los ríos fluyen, e incontables arenas del desierto son llevadas por el viento en un movimiento sin fin. Todo parece ser aquello que es y siempre ha sido, salvo, quizás, por la huella que deja el ser humano sobre todo ello. Aun así, la luna sigue siendo la luna, a pesar de las pisadas del hombre. La Tierra sigue siendo la Tierra, a pesar de vuestras carreteras, caminos y puentes. Y en algún lugar que no conoces, la paz sigue siendo la paz, a pesar de vuestras guerras; y la felicidad sigue siendo la felicidad, a pesar de vuestra desesperación.

12.12 ¿Y qué hay de ti? Parece que tú también has permanecido igual a lo largo de eras incontables. Tal vez crees que hace mucho tiempo evolucionaste de una forma distinta de la que ahora habitas; pero lo cierto es que dentro de las leyes de la evolución has cambiado tan poco como las aves del cielo o los peces del mar. Sin embargo, sabes que de entre toda la creación, es sólo la humanidad la que de alguna manera no es como le correspondería ser. En un día hermoso y en un bello paraje puedes ver que el paraíso de la creación sigue existiendo, pero en ningún lugar encuentras el Ser que Dios creó a Su imagen.

12.13 ¿Tiene algún sentido que esto haya ocurrido? ¿O que antaño caminaran sobre la Tierra seres que revelaban la imagen de Dios, y que cuando se dejó de verlos aquí se perdiera para siempre la imagen de Dios en la Tierra? ¿Acaso es posible que viniera y se fuera sólo uno, dejando este vacío por siempre sin llenar, un hueco enorme en el mismo universo?

12.14 Sólo uno hacía falta para poner fin a la separación, y en éste se unen todos los demás. Pues, ¿qué es lo único en toda la creación que podría ser afectado por tu libre albedrío sino tu propio ser? Sólo uno hacía falta para unir su voluntad a la de su Padre mediante su libre albedrío, y de esta forma obrarlo para todos. Esto es lo único que significa la corrección o la expiación, y es lo único que necesitas aceptar. Únete a tu hermano que hizo esta elección por todos, y así te reunirás con Cristo en ti.

12.15 Las mentes unidas no pueden pensar por separado y no tienen pensamientos ocultos. De hecho, no son mentes en plural, sino una sola mente. Lo que este Curso dice es que en algún momento que no existe en el tiempo, el Hijo de Dios optó por la separación. El hecho de que en ese momento el Hijo de Dios tuviera una forma o muchas no es importante, pues ya fuera una forma o muchas, seguía habiendo una sola mente: la mente del Hijo de Dios unida a la de su Padre. A muchos de vosotros se os ha enseñado este misterio de la fe. Padre, Hijo y Espíritu Santo son Uno. Si de verdad hubierais aprendido esta enseñanza, ya no habría separación.

12.16 Las palabras “Padre”, “Hijo” y “Espíritu Santo”, al igual que la palabra “amor”, son sólo símbolos representativos de ideas que, a su vez, representan aquello que es. El que hayáis hecho del Padre una figura singular, de algún modo más grande que el Hijo, y hayáis aceptado al Espíritu Santo como algo que en gran medida está fuera de vuestra comprensión, sólo demuestra la naturaleza del error que hay que corregir. Si bien, al ser símbolos, las palabras no pueden explicar plenamente aquello que no se puede simbolizar, ofrecen un comienzo que ha de completarse por medio de los recuerdos de vuestro corazón. Así es que continuamos, dándonos cuenta de que estas palabras expresan la verdad únicamente dentro de su capacidad como símbolos, y que más allá de donde estos símbolos os puedan llevar, se encuentra la verdad dentro de vuestro Ser.

12.17 Todos habéis comprobado cómo os puede afectar un pensamiento que parece haber surgido de la nada. Una idea, nacida un día, no parece haber estado allí el día anterior. Quizás sea la idea de hacer un viaje o de tener un bebé, de volver a la escuela o de dejar un empleo. Puede parecer que esta idea, recién nacida, viene y se va, o que se convierte en una obsesión, pero de cualquier modo no abandona su fuente. Y sin el nacimiento de la idea, sus resultados no se producirían. Puedes tener mil ideas un día, y diez mil al día siguiente, tantas que te sería imposible llevar la cuenta, y sin embargo siguen existiendo dentro de ti, y no se desprenden para convertirse en algo aparte de ti. Imagina que esto ocurriera y te darás cuenta de lo absurda que sería una situación así. ¿Acaso puede un viaje suceder por sí solo? ¿A quién le sucedería?

12.18 Es muy posible, sin embargo, que digas que una idea pareció haber tomado vida propia y haberte obligado a hacer cosas que ni en sueños se te hubiera ocurrido hacer. A menudo las personas miran hacia atrás repasando su vida y se preguntan cómo llegaron desde ese punto hasta donde están ahora, y puede que algunas observen cómo una idea echó raíces y cambió lo que parecía ser un destino ya escrito.

12.19 En la medida en que es posible describir con palabras la separación, esto es lo que ocurrió: una idea de separación entró en la mente del Hijo de Dios. Como cualquiera de vuestras ideas, ésta no abandonó su Fuente ni alteró en absoluto Su esencia. Aunque la idea de tomarse unas vacaciones de aventura, una vez materializada, podría reconfigurar la vida de la persona que participa en ellas, no cambiaría la identidad de esa persona, ni la de su padre, ni el carácter de la familia en la que nació. Lo único que cambiaría sería la forma de su vida, los hechos que en ella se producirían, tal vez los lugares en los que se desarrollaría, o las personas que formarían parte de ella. En resumen, los aspectos externos de la vida.

12.20 De la idea de la separación surgió la idea de un aspecto externo de la vida. Antes de la idea de la separación, no había tal cosa, y sigue sin haberla, excepto como una extensión de la idea original. De la misma manera que hemos señalado que tu deseo de proteger o de controlar proviene del concepto de miedo, y nos dimos cuenta de que sin miedo tal deseo no existiría, lo mismo sucede en cuanto al aspecto externo de la vida: sin la idea original de separación, el aspecto externo de la vida no existiría. Del mismo modo que el miedo no es real aunque parece serlo, la separación no es real aunque parezca serlo.

12.21 El Padre no impidió que la idea de separación tuviera lugar, y no podría haberlo impedido, como tú tampoco podrías impedir que una idea se te ocurriera. Al igual que una idea tuya, una vez nacida, sigue existiendo, así también pasó con la idea de separación. Pero de la misma manera que tus ideas no toman vida propia aunque a veces parezcan hacerlo, esta idea tampoco tenía la capacidad de ser más de lo que era, excepto en la medida en que el Hijo eligiera participar en ella.

12.22 Así es que la participación del Hijo en la idea de separación pareció dar lugar a una vida completamente reconfigurada, a un destino distinto del que estaba escrito. Sin embargo, dicha participación sólo podía proceder de la idea original y no podía proceder en la realidad, sino tan sólo en el aspecto externo de la vida que la precedió. La idea de separación no cambió nada en realidad, sino que se convirtió en un drama representado en un escenario tan real que parecía ser la realidad.

12.23 La separación es dolorosa sólo para aquellos que creen que puede ocurrir en verdad. ¿Qué sentido tendrían el rechazo de un hijo o la muerte de un padre para aquellos que no creyeran en la separación? ¿Crees que Dios cree en la separación? No la conoce, y porque no la conoce, no existe. Porque no la conoce, no le ha causado ninguna herida. No conoce el rechazo ni la muerte. No conoce el dolor ni la pena. Su Hijo permanece con Él en su hogar eterno, unido a Él como siempre, en compleción eterna.

12.24 Sin embargo, aunque la extensión del Hijo en el mundo externo es real, es lo único verdaderamente real en dicho mundo. El Hijo no podría crear sino a semejanza del Padre, quien creó todo por extensión de Sí mismo. Ni la extensión del Padre ni la del Hijo menoscabaron al Padre ni al Hijo en modo alguno. Sustituye la palabra “Padre” por la palabra “creación” y observa si el concepto te resulta más claro. ¿Cómo podría la extensión continua de la creación, su creación continua, hacer de ella menos de lo que era en un principio? Aquello que llamamos “Padre” no es sino el rostro celestial de la creación, una personificación de lo que en verdad no se puede personificar. Te resulta difícil creer que la propia creación pueda ser benévola y bondadosa, o simplemente otro nombre para el amor, pero así es. Dios no es sino el punto de partida de la creación, el Creador de la creación y aun la propia creación. El Hijo y el Espíritu Santo, al igual que la Creación, surgieron del punto de partida de Dios. Dios es el punto de partida del Hijo y del Espíritu Santo también, el Creador del Hijo y del Espíritu Santo, y sin embargo, Él es también el Hijo y el Espíritu Santo.

12.25 Ahora, sigue adelante con este patrón, pues el patrón de la extensión de Dios es el patrón de creación, y por tanto, el patrón del universo. El Hijo se extendió en la creación, y tú eres esa extensión y tan santo como Él. La idea de separación sólo aparenta haber hecho al Hijo de Dios susceptible a la división, y estos símbolos en forma de palabras son lo único que parecen separar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo de la Creación, o entre sí.

Un curso de amor

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