Читать книгу Un curso de amor - Mari Perron - Страница 29
ОглавлениеCAPÍTULO 15
El yo especial
15.1 Hemos hablado mucho de tu amor especial por otros, pero, ¿qué hay del especialismo que deseas para ti? ¿No ves cómo estos dos deseos están estrechamente vinculados? El deseo de dar y recibir un trato especial es el deseo impulsor de tu vida, y el mundo que ves no es más que el reflejo de este deseo. Lo opuesto al amor no existiría si no fuera porque lo has invitado. El odio, la culpabilidad, la vergüenza y la envidia son el resultado de tu creación de un opuesto al amor a través del especialismo. Todos los males de los tiempos actuales, así como los de la historia, cederían ante el amor sin la interferencia de todo lo que sirve para hacerte especial. Crees que son cuestiones de supervivencia las que rigen el mundo, y esto es cierto, pero no lo regirían si no fuera por tu necesidad de ser especial. Los medios de transporte serían medios de transporte, en lugar de símbolos de estatus social. Sin el deseo de ser especial, una persona no tendría ninguna necesidad de estatus social. La belleza sería lo que es, y no un resultado conseguido mediante el uso de productos. Sin el deseo de ser especial, una persona no tendría ninguna necesidad de productos. La riqueza sería el estado afortunado de todo el mundo, pues sin nada especial que alimentar, no habría carencias ni hambre. Sin el deseo de ser especial, no existiría la guerra, pues no habría ningún motivo para romper la paz. No habría tierra considerada más sagrada para algunos que para otros, no se acapararían recursos, no habría pueblo considerado subordinado.
15.2 ¿Qué mal hay en ser especial? Tan sólo todo el mal que ves en el mundo.
15.3 Mientras tu yo desee ser especial, tu Ser verdadero permanecerá oculto y desconocido, y puesto que éste es un Curso que pretende revelar tu verdadera identidad, el especialismo tiene que ser visto por lo que es, para que dejes de desearlo. Puedes tener especialismo o tener tu Ser verdadero, pero nunca los dos. El deseo de ser especial es lo que propicia la existencia de tu yo pequeño: el yo que se hiere con facilidad, que acumula resentimientos y se niega a renunciar a ellos, que es propenso a la mezquindad y al rencor, al resentimiento y al engaño. Sé honesto mientras te examinas y verás que esto es cierto.
15.4 Te resulta más difícil ver que este deseo de ser especial no se limita a aquello que causaría sufrimiento a tu propia mente y a tu propio corazón. Es posible que el dirigente de algún país empobrecido provoque sufrimiento a los demás con su deseo de ser especial, pero tú no. Sí, a gran escala, puedes ver que este deseo puede causar estragos. Aun así, no crees que tu propio deseo de ser especial, o de hacer especial a otro, podría afectar a muchos, o tal vez ni siquiera a nadie. Tú sólo quieres amar a tu pareja y a tus hijos, a tus padres o a tus amigos, y estarías satisfecho con que ellos te considerasen especial y con que tú los hicieras especiales para ti. Ahí fuera, en el mundo, crees que tú eres anónimo, y que ellos también lo son. Si dentro del reducido ámbito de las personas a las que ellos aman no se les puede hacer sentir que son especiales –y que tú lo eres, junto con ellos– entonces, ¿qué sentido tiene estar aquí? Porque, de hecho, éste es el sentido que le has dado a tu vida.
15.5 Así que, dentro de este ámbito reducido, haces lo necesario para mantener tu especialismo y el de los que forman parte de él. En función de tu cultura, lo necesario puede significar pocas cosas, o muchas, y éstas pueden ser distintas para cada persona. De este ámbito de influencia provienen tus nociones de éxito, tus ideas de qué es necesario para ser bueno, tus nociones de qué significa tratar bien a los demás. Para esta persona no serías especial si no tuvieras un aspecto determinado, y para esta otra persona no serías especial si no ganaras determinada cantidad de dinero. Para esta persona no serías especial si no le dieras determinados regalos y oportunidades. E incumplirías tu responsabilidad de hacer especial a esta otra persona si no los dieras. Realizar tan sólo un pequeño cambio en esta cultura es difícil, por no decir imposible, porque si siguieras tu propio camino y eligieras tu propia imagen, estilo de vida o actitud, podrías correr el riesgo de ser considerado especial dentro de este grupo, y las opciones que escojas podrían afectar a tu capacidad de hacer que otros se sientan especiales de la manera en que se han acostumbrado a que lo hagas.
15.6 ¿Cuántas personas se encuentran dentro de este ámbito de influencia? ¿Veinte, cincuenta, cien? ¿Y cuántas veces es esto multiplicado por cada una de ellas? Y sin embargo, son sólo un pequeño porcentaje de las personas influenciadas por tu especialismo. En verdad, tu especialismo afecta a todo el mundo.
15.7 Tu deseo de especialismo te convierte en esclavo de los demás y convierte a los demás en esclavos tuyos. Merma tu libertad, y sin ninguna utilidad. Pues lo que los demás opinen de ti no te hace especial, como tampoco lo que pienses o hagas por los demás los convierte en especiales. Toda noción de popularidad, éxito y competición parte de esta premisa. Toda noción de lealtad, también.
15.8 Pues ahora nos encontramos ante uno de los ejes de tu plan para el especialismo, un eje que es imprescindible vencer si has de alcanzar el objetivo de aprendizaje fijado por este Curso. La lealtad proviene de la fe, y dónde deposites tu fe es tan determinante de tu percepción como lo es tu concepto de separación. Todo cambio parece poner en duda tu lealtad a los demás, y toda opción se escoge con esta lealtad en mente. La lealtad proviene aquí de tu fe en el miedo y en todo aquello de lo que necesitas protegerte. La pertenencia a un grupo, familia o comunidad de personas que te apoyan se considera necesaria para tu seguridad. Aunque hay muchos de vosotros que no la tenéis, lucháis por ella, y su obtención ha sido la causa de mucho sufrimiento en vuestro mundo. El construir así un frente común de apoyo contra el miedo no hace sino convertir el miedo en algo real, y la causa aparente de lealtad en algo esencial.
15.9 Tu concepto de lealtad es lo que dificulta que te plantees retirar tus esfuerzos por poner de manifiesto el carácter especial de los demás, así como el tuyo. Hacer especial a alguien parece ser una responsabilidad que has asumido; y negarte a hacerlo especial, parece un acto de deslealtad. Además, al fin y al cabo, eres leal no sólo a tu colectivo sino a la humanidad misma. A pesar de los múltiples males que os han hecho sufrir a ti y a aquellos a los que amas, poner en duda el derecho de la humanidad a ser especial parece un acto supremo de deslealtad hacia tu propia especie. Al simple pensamiento de que podrías cambiar y ser diferente de otros de tu especie, lo llamarías un acto de traición. Dar tu lealtad a tu Padre y a los objetivos de aprendizaje que este Curso ha fijado no es sino un acto de traición contra el mundo, tal como lo conoces.
15.10 Y efectivamente lo es. Por ello tu fe y tu lealtad han de depositarse en algo nuevo, algo digno de tu diligencia, y algo que no dejará atrás a tus hermanos y hermanas, condenados a una vida de sufrimiento y pecado.
15.11 Todo sufrimiento y pecado es consecuencia del especialismo, por lo que éste es lo único que has de dejar atrás. Y hay una forma de hacerlo, una forma que no perjudicará a ninguno de los seres a los que amas, aun cuando traicione todo aquello que ellos aprecian. Mas, ¿qué prefieres traicionar: la verdad o la ilusión? No puedes guardar lealtad a las dos, he aquí el problema. Pues al llegar a la encrucijada, miras atrás y ves a uno al que no puedes traicionar, y a otro sin cuyo trato especial hacia ti no puedes vivir, ni puedes abandonar la esperanza de recibirlo. Así que escoges ilusión en lugar de verdad, y traicionas todo lo que eres y la esperanza que tu hermano ha depositado en ti como salvador del mundo.
15.12 Tú, que sigues fantaseando con poder tener las dos cosas, abandona tu fantasía y date cuenta de que la verdadera decisión la tienes ante ti. No, no es fácil escoger, porque si no la decisión se habría tomado hace mucho tiempo, y habría ahorrado mucho sufrimiento y puesto fin al infierno. Pero tampoco es difícil escoger, ni es una decisión que en verdad tengas que hacer tú solo. Es imposible tomar esa decisión sin tu hermano, y de hecho es la opción sagrada de tu hermano, así como su derecho de nacimiento, y el tuyo también. Sólo necesitas estar abierto al lugar en el que el especialismo no tiene cabida, y pedir a tu hermano que escoja por ti. Pues al escoger él, tú te unes con él y con vuestro Padre. En esta opción se halla una sola Voluntad unida de gloria, que no conoce ni el especialismo ni la separación. En esta opción se halla la vida eterna.