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Introducción

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Necesitamos de modo urgente, cambiar la forma en que estamos viviendo nuestra fe. Una gran parte de la Iglesia Católica ha caído en el espíritu del mundo, debilitándola a tal grado que muchos católicos son incapaces de defender su fe. Graves pecados han penetrado el clero y la vida religiosa, muchas de las órdenes religiosas tradicionales han ido desapareciendo lentamente, por no atraer nuevas vocaciones y no poder inspirar más a los jóvenes. Durante mis viajes de misiones en el marco de la Iglesia Católica y a lo largo de los cinco continentes en los últimos 14 años, he visto muchos conventos y monasterios clausurarse y muchas iglesias cerrarse, y tristemente convertirse en sofisticadas residencias comerciales de arte religioso; he llegado a ver Iglesias que fueron vendidas para ser utilizadas como discotecas y bares, algunas conservan el arte religioso que antes formaba parte de la vida sagrada y mística del templo y ahora hacen parte de la vida nocturna del vino y el pecado.

Es muy importante mantener presente nuestra identidad Católica y nuestra verdadera misión. Debemos entender que no solamente tenemos una responsabilidad, sino también un gran tesoro para compartir con el resto de la humanidad; nuestros templos no se pueden convertir en piezas de museo o en locales de lujuria, nunca debemos ignorar y despreciar el valor espiritual de nuestras tradiciones sagradas, de la iconografía y las reliquias de los santos.

Me he enterado que muchos artículos sagrados de la Iglesia son sustraídos de conventos, monasterios y parroquias que han adoptado prácticas de la Nueva Era, ideologías marxistas, herejías o han caído en un simple modernismo. He visitado algunos almacenes de antigüedades y he podido comprobar que efectivamente en este tipo de mercado se pueden encontrar reliquias muy antiguas de los Santos, vasos sagrados como cálices y copones usados, patenas, custodias, vestimentas litúrgicas y la lista es interminable. Los encargados de suministrar estos objetos sagrados son tristemente sacerdotes, religiosos y religiosas católicos seducidos por la avaricia.

La Iglesia denomina esta práctica como pecado de simonía, en consecuencia a las prácticas realizadas por el mago Simón que aparece en los Hechos de los Apóstoles (Hch 8, 18-24), quien quería usar los poderes de Dios para ganar fama y dinero; cometen este pecado aquellos que venden los objetos sagrados de la Iglesia y lo más delicado de hacerlo es el uso que normalmente terminan dándole, que obviamente es profano, algo que ni siquiera comenzaría a tratar en estos renglones.

Si bien es cierto que en la Iglesia Católica siempre estará el remanente de Dios, que está compuesto por sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos santos y comprometidos en el sentido verdadero de la palabra; recordemos que estamos viviendo una de las crisis más grandes con relación a la inmoralidad y la desobediencia que se han apoderado de muchas áreas del clero y la vida religiosa.

El qué hacer con respecto a esto, es una de las razones por las cuales he escrito este libro.

Al denunciar estos hechos debo resaltar que dichos sacerdotes, religiosos y laicos católicos que han caído en estos pecados graves y se encuentran activos en la Iglesia, son producto de las familias católicas de hoy. Para abordar este problema, hay que estar conscientes que es nuestra propia sociedad católica que se ha contaminado y ha dejado de pertenecer a Dios. Es por tal razón que los frutos que recibe la Iglesia, son este tipo de personas disfuncionales que han nacido en hogares gravemente maleados por el espíritu de este mundo decadente en que vivimos. Por esto, la llamada a esta "Nueva Evangelización" de la que se habla hoy en nuestra Iglesia Católica, no es sólo para Europa como se proyectó en un principio, sino que debe comenzar con la familia católica en todo el mundo, la cual es cuna de todas las vocaciones, vientre humano de la Iglesia del Señor.

Jesús primero llamó a sus discípulos, y luego procedió a enviarlos (Lc 9, 1-6). En ese grupo de enviados estamos todos nosotros, si queremos despertar y cumplir con nuestro deber como hijos de Dios y miembros de su Iglesia debemos tomar las riendas de esta "Nueva Evangelización" .

¡Católicos Despertad!

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