Читать книгу ¡Católicos Despertad! - Marino Restrepo - Страница 9
Asimilando la verdad
ОглавлениеHemos llegado a un estado crítico en el que no hay tiempo que perder. No podemos sentarnos a esperar a que Dios nos manifieste su Voluntad por medio de grandes signos. La señal está dada como se lo dijo Jesús a los fariseos y a los saduceos: "Esta generación perversa y adúltera pide una señal, pero no se le dará otra señal que la de Jonás" (Mt 16, 4).
Nosotros podemos diferenciar entre lo que es bueno y lo que es malo, conocemos nuestra doctrina, nuestra fe, los mandamientos y la Ley de Dios. No hay tiempo que perder tratando de cambiar nuestras vidas. El clima de la batalla no nos da otra opción mas que olvidarnos de nosotros y salir con todo lo que somos y tenemos a luchar por el Reino de Dios.
Estos son los tiempos en que las fuerzas del mal están desplegadas a plena luz del día. Ya no se ocultan a la vista de nadie, todo aquel que se avergüence de testificar a favor el Reino de Dios será ignorado por los ángeles del Señor, a quienes Él envía para proteger a su pueblo santo.
Para estar activos en los dones del Espíritu Santo, es necesario tener una concepción mística de las responsabilidades que nos ha asignado Dios Padre, por medio de la persona de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Es indispensable comenzar por el Evangelio y preguntarnos si estamos absolutamente seguros de estar viviendo según las verdades reveladas en él.
No tener claridad sobre nuestra relación con estas verdades nos hace vulnerables, nos convertimos en objetivo directo de las fuerzas enemigas, porque aunque no estemos activos en nuestra fe, en la que fuimos bautizados, el maligno nos tratará como miembros de sus fuerzas contrarias y hará cualquier cosa para destruirnos, aún más rápido que a aquellas personas que no hayan sido bautizadas, ya que no pertenecen a Cristo.
Estos no son tiempos para estar vacilantes. El llamado es a ser plenamente conscientes de las responsabilidades que tenemos.
Podemos leer a San Pablo donde nos enseña que Dios Padre nos ha elegido para Su Hijo Jesús desde siempre. Por lo tanto, no somos un mero accidente. Ser católicos es un auténtico llamado. Aún aquellos que son llamados a la Iglesia Católica de otros credos a una edad madura, fueron escogidos desde la eternidad por el Padre Celestial. El misterio del tiempo de Dios con cada alma es único e inescrutable y no lograremos comprenderlo desde las limitaciones de nuestra mente racional.
Ser llamado a las filas de Cristo es un acto de la voluntad divina. Sólo Dios, como el Creador de todas las cosas, puede llamar a alguien a su propia Iglesia. ¡Qué gran honor!. Nadie se hace católico únicamente por voluntad humana, es la gracia la que acompaña esa voluntad.
La esencia de ser un verdadero católico es reconocerse primero como ser espiritual. Esto puede resultar confuso, pero es necesario descubrir el significado de ser espiritual. ¿Cómo puede combatirse un enemigo espiritual invisible, si no reconocemos que también somos espíritu, designados a enfrentar los espíritus de la oscuridad que fueron creados inicialmente superiores a nosotros? ¿No es esto muy importante?. Debemos comprender que realmente estamos calificados para derribar los imperios del mal, aunque hayamos sido creados inferiores a ellos; éste es el milagro de la Encarnación de Jesucristo nuestro Señor, quien hizo esto posible para nosotros.
Él se hizo hombre y nos liberó del demonio; Él pagó nuestra deuda adquirida con el pecado original con Su propia sangre; por lo tanto, debe ser claro para nosotros que los medios para combatir contra el enemigo son de origen sobrenatural; no podríamos ganar ni una batalla sin haber recibido la gracia para lograrlo.
No hay forma de sobrevivir esta vida terrenal sin ser espiritual, seamos bautizados o no. Todos tenemos un alma y sin importar lo que podamos pensar o creer, esto no cambiará; es un hecho que lo invisible es la realidad permanente y lo visible es la realidad temporal.
Somos seres espirituales temporalmente desterrados, en un estado material donde el alma es iniciada en la lección del amor; fuerza que hace posible a la existencia humana trascender hacia la promesa eterna de la salvación dada a todo cristiano por nuestro Señor Jesucristo.
Debemos someternos a las Leyes de Dios, en obediencia a Sus mandamientos y no parece ser tan fácil y sencillo para la civilización de hoy, los seres humanos están tan alejados de la verdad que no entienden el lenguaje del espíritu, no alcanzan a concebir la obediencia a un Dios que es invisible a su condición humana.
Nuestra religión católica se ha convertido en algo definitivamente absurdo para esta cultura de muerte, en una amenaza a los estados producidos por el materialismo. Los católicos débiles en la fe se avergüenzan de su propia religión.