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El verdadero Católico

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Es vital que definamos nuestra relación con Dios basados en un claro entendimiento que Él es Dios y que nosotros somos sus criaturas (Éxodo 3, 13-15). Así nos podremos someter a Él con humildad y con un corazón manso.

Todos los cristianos llegamos al encuentro del mundo espiritual a través de nuestra religión; en ella encontramos una introducción a Dios. La mayoría de nosotros aceptamos la religión, pero no aceptamos plenamente a Dios, este será el mayor conflicto en el interior de un cristiano por el resto de su vida, una constante fluctuación entre ser de Dios o de sí mismo y del mundo.

Esta es una buena forma de entender que estamos viviendo constantemente en un camino de conversión, hasta el fin de nuestra vida, una continua búsqueda del camino recto hacia Dios y de cómo morir a sí mismos para lograr darle todo el señorío a Él en cada una de las cosas.

Hace 14 años que soy misionero laico. Mi regreso a la Iglesia Católica tuvo lugar casi dos años antes de ello. En total han pasado ya unos 16 años desde que fui rescatado por nuestro Señor Jesucristo de lo más profundo de la oscuridad, en la cual viví por 33 años, o aún mejor, en la cual estuve espiritualmente muerto por 33 años.

Durante estos años de misión a través de más de 90 países en los cinco continentes, he sentido la gran necesidad de exhortar a los Católicos a adquirir una conciencia más profunda de nuestra fe, una mayor claridad y concepción de la Iglesia, de lo que es y de quién es el "Pueblo de Dios" y su función en esta tierra. No porque me considere diferente o mejor que los demás, sino al contrario, porque siento que he sido parte de los católicos que han contribuido a que la Iglesia se encuentre padeciendo de estos males que denuncio a lo largo de estas páginas. El cambio siempre debe comenzar por casa, por nosotros mismos, por esto al hacer estas declaraciones, me estoy acusando yo también.

Cuando regresé a la Iglesia, estaba realmente perplejo por los escándalos causados por sacerdotes, religiosos infieles con sus vidas homosexuales, la pedofilia, efecto directo del homosexualismo y tantas otras que da vergüenza mencionar; la acogida masiva por religiosos a todo tipo de enseñanzas paganas como el yoga y sus filosofías, medicinas alternativas esotéricas, magia, técnicas de control mental, eneagramas, supersticiones en todos los niveles y orígenes, herejías e ideologías marxistas, en fin, la lista es interminable.

¿Qué hacer frente a un problema tan grave? ¿Se puede uno mantener callado e inactivo al frente de esta situación? ¿Podríamos enfrentarnos a Satanás, sin temor y con valor? ¿Estaríamos dispuestos a dar la vida por la Iglesia del Señor? ¿Es posible contribuir al cambio? ¿Hay alguna esperanza?.

¿Por qué somos tan indiferentes con lo que está sucediendo al interior de la Iglesia? ¿Será que no entendemos quiénes somos realmente? ¿O quizás no conocemos el poder que nos ha sido dado por nuestro Señor Jesús?.

Hoy en día se encuentran parroquias en muchas partes del mundo donde se están cometiendo sacrilegios tan grandes, que parece que fuera el fin, porque esos sacerdotes, ya no son católicos, son verdaderos hijos de las tinieblas y lo más triste es que ya han hecho tanto daño a sus congregaciones, que muchos fieles se han unido a esta oscuridad, no pueden escuchar la verdad porque les causa ira y desesperación; en muchas oportunidades he estado cerca de ser agredido físicamente por personas muy disgustadas después de una de mis conferencias en algunos de estos sitios , porque he tratado la existencia del infierno y de las fuerzas del mal como seres espirituales reales, porque he hablado del pecado y les he recordado sobre el sacramento de la Confesión. Esto me lleva a San Pablo en 2 Timoteo 4, 3-5: "Pues vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a medida de sus pasiones para halagarse el oído…".

Ser un verdadero católico es estar consciente de la misión que Dios nos ha encomendado desde que fuimos bautizados, es ser testigos de su Reino, proclamar su Palabra con nuestro testimonio de vida.

Sí hay esperanza, pero depende de nosotros, de nuestra conversión, de despertar a una verdadera vida cristiana. Sí debemos atrevernos a dar nuestra vida por el Señor, por su Iglesia; no debemos tener miedo del maligno por testificar la verdad ante los que la han ignorado o no la conocen. Sí hay remedio, debemos comenzar por casa y hacer cambios en nuestras vidas primero, para que así el Espíritu Santo comience a caminar con nosotros llevando a cabo la obra de rescatar las almas.

¡Católicos Despertad!

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