Читать книгу LS6 - Mario Crespo - Страница 8
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Me aburren los polvos frívolos. Ya no sé trabajarme a una española. Me siento brusco, frío, seco, como un vikingo en un burdel. Me falta la pasión, me falta un orgasmo pronunciado, poner los ojos en blanco, alcanzar el todo. Después de ver la cara de troll de Amanda he decidido masturbarme más a menudo. Necesito jugar, entretenerme, divertirme, ruborizarme. Necesito creer que le gusto a alguien. Ya no me vale con saber que a las cinco podré liarme con la primera que tenga ganas, con la primera que se quite la camiseta en una discoteca, con la primera rubia mediocre que me invite a una copa en un pub.
Con el pantalón caído y las zapatillas en la mano le digo adiós a Amanda. Al pronunciar su nombre siento un placer que ella no ha sabido darme. Bajo a trompicones las escaleras, giro hacia lo que parece el salón y salgo de la casa por la puerta trasera. Es la última línea de edificios de la zona. Detrás de unos árboles está la carretera. La calle no está asfaltada y piso varios charcos antes de alcanzar la vía, donde paro un taxi que pasa por allí en ese instante. Estoy en el distrito 6: en LS6, cerca del estadio de rugby y no lejos de mi casa.
En León las cosas no iban mejor. Llegué a trabajar en el Parador. Autónomo. ¡Buf!, cuando se lo digo a mis compañeros no se lo creen. Uno de los pocos freelance de la zona noroeste. He estado en un mitin del PSOE, en una cena del Real Madrid, en la finca de Enrique Ponce, en la dehesa de Victorino, he cortado jamón para Fabio Capello, he metido el cuchillo delante de ministros, embajadores, alcaldes de capitales de provincia y hasta de Jaime de Marichalar. Un día le partí la cara a un tipo. Me cansó. Cuento hasta diez, respiro hondo y pienso en la playa, pero a veces no puedo contenerme. Me molesta mucho que se rían de mi profesión. Soy cortador: corto jamón.
Como autónomo llegué a ganar mucho dinero, pero luego vinieron tiempos difíciles. Solo los fuertes sobreviven. Alguien me sugirió Inglaterra. Sí, hombre, es una experiencia y, además de aprender inglés, puedes ganar mucho dinero. Típico consejito que, unido a factores económicos y emocionales, hizo que desembarcara en esta isla. Desde entonces soy uno más. Extraño circular por la izquierda, el sol mediterráneo y los productos de la matanza, pero no me importa, ya estoy habituado al naranja oscuro de los ladrillos, a decir siempre gracias y a sonreír al interlocutor cuando mis ojos delatan que quiero matarlo. Aquí la democracia está muy consolidada y la convivencia es más fácil que en España. Todo es más fácil. La crisis es lo único que me inquieta. Hasta ahora no he tenido mucha suerte. Llevo cinco años en Inglaterra y aún no he podido blandir el jamonero.
Durante el último año el consumo ha bajado en picado. En Leeds la gente no sale a cenar tanto como solía hacerlo. Sale a beber. Poco a poco se reducen gastos familiares. Un camarero ve todo; un camarero necesita usar la psicología, manejar a los clientes; un camarero puede hacer un análisis social de cualquier aspecto de la vida en función de los clientes que trate un sábado noche. Y en los últimos tiempos se veía venir un bajón del consumo, un descenso del porcentaje de ganancia de mi manager general, una reducción de horas semanales y, finalmente, un despido. Me han finiquitado.