Читать книгу Saltar al buen vivir - Mario Massaccesi - Страница 27

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Dinos cuál es tu definición de abundancia y te diremos cuán abundante eres.

La palabra abundancia está asociada a cantidad. Pareciera ser que mientras más tienes, más abundante eres. Según la Real Academia Española abundancia proviene del latín abundantia y refiere a una gran cantidad de algo. También habla de prosperidad, riqueza o bienestar. En el mundo occidental está pendiente la deconstrucción de esta palabra que identificamos solo con lo material. Proponemos salir de esa definición limitada porque creemos que ser abundante es mucho más que eso.

A continuación, te invitamos a escribir tu propia definición de abundancia.

—¿Cómo fue la experiencia?

—¿En qué eres abundante?

—¿En qué te consideras escaso?

Los seres humanos tenemos todas las posibilidades para ser y sentirnos abundantes. Sin embargo, solemos vivir la vida desde una escasez constante poniendo el ojo en lo que nos falta, en lo que no somos, en lo que no tenemos. Pareciera que siempre estamos en déficit. No nos cierran las cuentas y, generalmente, estamos insatisfechos.

Nos relacionamos con los demás desde el reclamo y no desde la gratitud. ¿Por qué será? Aprendimos a ser dependientes del cariño de los demás (familia, amigos/as, pareja, compañeros/as de trabajo) pero se olvidaron de explicarnos que la caridad bien entendida para dar amor empieza por uno/a mismo/a. Reclamamos un buen trato, pero nos destratamos todo el tiempo haciendo lo que sabemos que no nos hace bien.

Exigimos atención de los demás, pero pasamos años sin mirarnos por dentro y por fuera. Buscamos aprobación ajena y, sin embargo, somos incapaces de generar un gesto de gratificación con nosotros/as, aunque sea una vez al día. Repartimos besos y abrazos sin regalarnos nunca un abrazo sincero.

La abundancia tiene siempre que ver con nuestra mirada desde el amor hacia nosotros/as mismos/as y hacia el mundo.

—¿Cuánto hace que no te das un abrazo a ti mismo/a?

—¿Lo haces a menudo?

—¿Lo has hecho alguna vez?

—¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste?

El 95 % de las personas que asisten a nuestros talleres nunca se dieron un abrazo. ¿Y tú?

Saltar a la abundancia es amar quienes somos más allá de las circunstancias, las personas, las cosas materiales que nos rodean. Ese reconocimiento incluye nuestros valores. Reconocer quiénes estamos siendo hoy es similar a trabajar con plastilina, porque nos vamos moldeando todo el tiempo y si no lo hacemos, el tiempo se encarga de hacerlo. Una diferencia abismal entre que la vida pase y hacer que la vida te pase. No es lo mismo ni es igual.

Josefina pasó la Navidad con su hija Greta y su mamá Teresa en Mendoza, en lo de un matrimonio amigo que abrió su hermosa casa con una vista privilegiada: la cordillera de los Andes. A la medianoche, tras el brindis de rigor, Greta llevó a su mamá hacia el parque y le dijo:

– Quiero que seamos conscientes de que somos privilegiadas y bendecidas por esta noche. Que no se nos pase por alto.

Josefina miró con admiración a su hija de 22 años y se apuró a completar la experiencia diciéndole.

– Con la misma felicidad que si estuviéramos en casa y en pijamas, con amigos en Buenos Aires, en un hospital ayudando a enfermos o en los merenderos del Chaco. Nuestra felicidad no depende de dónde estemos… somos ricas más allá del lugar donde nos encontremos.

Saltar a la abundancia empieza por sumar y no restar.

Saltar a la abundancia es reconocer no solo todo lo que tienes, sino también todo lo que eres y la calidad con la que estás viviendo eso que tienes y que eres.

—¿Quién estás siendo en este momento de tu vida?

—¿Cuáles son tus valores?

—¿Cuánto vives de acuerdo a tus valores?

—¿En qué hechos cotidianos se manifiestan estos valores de manera concreta?

—¿Qué te está faltando?

Saltar al buen vivir

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