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«Como un simple beso tuyo en mi nariz.

Como el sol revoloteando en mi jardín.

Como aquella mariposa, con sus néctares, hermosa,

que se posa sobre el beso en mi nariz».

ADRIÁN BERRA

Si vienes y me preguntas te contestaré que no, que no sé lo que es el amor. Pensaba que tenía todo claro y sabía perfectamente cómo iba a hacer las cosas, que sentiría algo y lo vería venir, que actuaría de una forma determinada. Pero llegaste tú de la más absoluta casualidad y aún hoy me pregunto por qué fuiste diferente y desde que empezamos a quedar me preguntaba si era posible que me gustaras de la manera tan caótica y fabulosa en que me estabas gustando.

Comenzamos a salir y no solo te conocí a ti, también descubrí partes de mí que no sabía que existían; sin embargo, me ayudaste a averiguarlas y dominarlas para crecer como persona. En nuestras primeras quedadas exhibimos el encanto de convertir cada día en un sinfín de magia especial. Y, aunque suene raro, me complacía que nos preguntaran sobre nuestros planes y tener un gran abanico de respuestas: «Cuando nos juntamos, no existen dos citas iguales».

Martín, has roto todos mis esquemas. Has hecho que me plantee muchas cosas y mentiría si te dijera que eso no me dio miedo al principio (hasta me echó un poco para atrás); pero ahora veo que eso es lo que hay que pedirle a la vida, porque en algún momento hemos de cuestionárnoslo todo. No hace mucho me dijeron que nos pueden gustar o atraer involuntariamente muchas personas, pero somos nosotros los que elegimos a quién querer y a quién estamos dispuestos a conocer e intentar llegar hasta el final. Por eso, esta carta es para decirte que yo quiero elegirte a ti, en esta vida y en todas las que hiciera falta. Y, si me permites el juego de palabras, crecí con la idea de ser mayor y tener un Mar-ido a mi lado; ahora simplemente quiero crecer y seguir teniendo un Mar-tín.

Lo único que me falta por decirte es que hay una canción que nos define, bien lo sabes tú, así que, como un cantautor argentino escribió una vez, quiero que sepas que no caminas solo, que yo quiero caminar contigo. Porque en esta vida todo es más bonito y se hace más fácil si se hace entre dos. Porque no hay mayor felicidad ni mejor sensación que un simple beso tuyo en mi nariz.

Tuya siempre,

la Chica de los tirabuzones

Leo la primera carta que me escribió una y otra vez, contemplo las imágenes que produce mi mente y vuelvo a guardarla en su sobre correspondiente. He borrado todas nuestras fotos, pero cada una de las palabras que me dedicó en un papel en blanco, las guardo bajo llave en un cajón secreto. No puedo romperlas, ni quemarlas, porque sé que no arderían en el fuego.

El amor que nos hemos tenido tiene demasiado valor para arder tan fácilmente.

Lo que aprendí del Mar

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