Читать книгу Lo que aprendí del Mar - Mario Miret Lucio - Страница 9

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Nací el día de la muerte de mi abuelo en el diciembre del año capicúa del siglo pasado. Acto seguido, improvisaron mi nombre en honor al padre de mi madre, y en cada cumpleaños reímos y lloramos a partes iguales. Ya desde mi primer momento de vida, en mi familia descubrieron que había belleza en la tristeza y pensaron que de mayor sería un niño especial; pero llevo renegando de ese calificativo desde que supe que la gente así sufre más de la cuenta.

Al pasar por el lago del parque de Cabecera, vi una especie de cisnes a los que llamé «gatos», y esa fue mi primera palabra. Mis padres sonrieron y dieron por hecho que a mí siempre me gustarían los mininos; pero la verdad es que yo quería decir «patos» y no se dieron cuenta de la torpeza de mi confusión.

En el recreo del colegio, me dieron un zumito para merendar, sin embargo, no había manera de sorberlo: «Necesito una pajita, pero no sé cómo». Y mi amigo Carlos se bajó los pantalones y se la cascó delante de mí. El muy inútil había confundido mis palabras y yo me puse pálido. Tenía siete años y acababa de descubrir el sexo. Renegué de esos actos durante mucho tiempo y, aunque sigo siendo amigo de Carlos, nunca más he vuelto a tomarme un zumito.

Fui a la playa cierta tarde y allí me dejé olvidada la cartera. Al regresar, una chica estaba tomando el sol donde yo antes tenía mis cosas. Me ayudó a buscarla y tardamos cinco minutos en encontrarla y uno en enamorarnos. Pasé los tres mejores años de mi vida con mi primer amor. Luego me he dejado más cosas olvidadas en la arena, pero las he acabado perdiendo.

Hacía mucho que no escribía, pero el desamor llevó al insomnio y este a las largas noches de lápiz y libreta. Ahora me apetece hablaros de mi madre, de los gatos, de Carlos y de la chica de la cartera, que es a su vez la Chica de los tirabuzones. Si la vida es una sucesión de casualidades, mi mayor suerte fue conocerla y, ahora que la he perdido, necesito olvidarla convirtiéndola en libro. No sé si es motivo de celebración:

¡Qué feliz y qué triste me pone haber vuelto a escribir de nuevo!

Lo que aprendí del Mar

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