Читать книгу Lo que aprendí del Mar - Mario Miret Lucio - Страница 6

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«Desenamorarme de ti ha sido lo más difícil que he hecho nunca». Las últimas palabras de la Chica de los tirabuzones siguen resonando todavía en mi cabeza. Luego me dio un abrazo y se marchó. Yo cogí el dolor, lo cargué en mi espalda y, poco a poco, lo he ido convirtiendo en poesía. Me siento cómodo en el lodo de la tristeza, siento que me regocijo y descanso en paz sobre la pena, pero no puedo dormir y bebo más de la cuenta; aunque esto último no es ninguna novedad.

«Si me quisieras de verdad, me dejarías ir». Es como si alguien estuviera haciendo acupuntura fallida en mi corazón. La Chica de los tirabuzones tiene razón y no tiene razón. La tiene porque he de aceptar que lo divertido fue vivirlo, y que, si se ha acabado, simplemente se ha acabado. Y no la tiene porque sé que ambos somos conscientes de que tenemos más química que un laboratorio de instituto. Joder, no sé en qué lado de la balanza colocarme.

«Será mejor que no volvamos a vernos». Y yo le lloro un poco en el hombro y de la espalda le nace una flor. «Piénsalo de esta manera —me dice—, cada vez que escribas sobre mí es como si me vieras de nuevo». Y lo que hago es llamar a mi amigo Carlos y enseñarle el lodo en el que ahora vivo. «¡Esto es una pasada!», me dice. Y es porque en mi tristeza hay belleza en sus paredes, arte en sus palabras, vida en su derrota. «Y lo más importante —le digo—, ¡aquí hay mucha cerveza fría!».

«Hasta siempre, primer amor, nunca te olvidaré». Y con nuestra historia estoy construyendo un reino mágico al galope de los recuerdos más bonitos de mi vida. Poneos cómodos, echad un vistazo a vuestros sentimientos y dejad que os cuente cómo enamorarme de la Chica de los tirabuzones fue lo más fácil que hice nunca.

Coged una cerveza del frigorífico.

Estáis todos invitados.

Lo que aprendí del Mar

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