Читать книгу Stigma - Marta Cruces - Страница 31
ОглавлениеSábado 8 de septiembre
10:30 a.m.
Taeyang
Estudio fotográfico
Tiene los ojos entrecerrados, lo justo para que la maquilladora difumine la sombra rojiza por el párpado sin problemas. Da igual que esté acostumbrado a esas rutinas: los pinceles siguen haciéndole cosquillas y Taeyang arruga la nariz cada vez que los pelillos lo rozan. Jaehee sabe imitarlo muy bien cuando le ocurre y, normalmente, le arranca carcajadas a cualquiera que esté con ellos. Incluso a Hyun.
Al pensar en Jaehee, Taeyang suelta un suspiro y cierra los ojos del todo. Esa mañana sus labios estaban fríos y su boca, caliente, no le hacía falta preguntar. Jaehee había estado en la azotea durante la madrugada y había llorado. Solo otra vez.
Porque Taeyang se quedó dormido a mitad de Big Fish. No es que lo haga a propósito, pero la calma que su novio le transmite siempre es suficiente para transportarlo al mundo de los sueños en un santiamén. Aunque no lo haga queriendo, eso no quita la expresión triste en el rostro que tanto ama.
—Ahora, como siempre… —empieza a decir la maquilladora antes de echarle un espray fijador en la cara.
—Cuidado con manchar, lo sé. —Taeyang sonríe—. ¿Cuál me toca?
La joven le señala una percha de la que cuelga un conjunto blanco. Se abre la bata que le han dado para proteger el primer conjunto que ya ha utilizado en la sesión mientras lo retocaban y le echa un vistazo al nuevo. Los pantalones cortos tienen un pase, pero Taeyang tuerce los labios al ver el poncho. Imagina lo que Arem diría de ello, después de soltar una risita divertida. La echa de menos, ella sabría cómo hacer que no fuera tan horrible. Es consciente de que no le puede gustar absolutamente todo, aun así, con lo formado que está su estilo, cada vez se vuelve más complicado. Aun así, tiene que hacer de tripas corazón y descolgar las cosas para cambiarse.
Apenas se coloca el poncho, Taeyang oye un revuelo. Alza la cabeza, poco interesado, suele ser normal que la gente aparezca en las inmediaciones donde trabajan, pero la expresión de la maquilladora lo avisa de que hay algo más.
—¿Qué ocurre? —pregunta Taeyang moviendo sus labios lo mínimo.
La joven ha perdido el color por completo y le devuelve la mirada, a punto de hablar.
—¡Taeyang! —El mánager Cheol aparece a la carrera desde el fondo del pasillo—. Perdone —se disculpa inmediatamente con la maquilladora—. Recoge, debemos irnos.
Los labios de ella se abren de nuevo e intercambia una mirada con Taeyang. Cada vez le cuesta más mantener la calma, antes no era así.
—¿Qué ha pasado?
El mánager Cheol lo agarra de un hombro y lo lleva al interior del camerino. La maquilladora por fin parece salir de su ensimismamiento y desaparece, dejándolos solos.
—Tú recoge y luego te cuento —murmura el mánager cogiendo la bolsa de Taeyang para empezar a organizar.
No, no puede esperar a que le cuente más. Miles de imágenes pasan por su cabeza, mareándolo. Solo de pensar que haya ocurrido algo en casa le pone los pelos de punta. Seguramente, sea eso lo que le hace reaccionar de forma tan brusca.
Agarra al hombre de la chaqueta, estrechando los dedos en la tela hasta que los nudillos se le ponen blancos. No le importa que casi sea el doble de grande que él, lo único que quiere es que le conteste.
—¿Le ha pasado algo a Jaehee? —Su voz suena estrangulada.
La mirada del mánager Cheol se enternece por un momento y lleva las manos a las de Taeyang. Le da unos golpecitos suaves para calmarlo y suspira.
—No, pero ha ocurrido algo, te llevo a las oficinas de NowaE —explica, sosegado—. Tranquilo, los demás también están yendo para allá y lo solucionaremos. Tú recoge, ¿de acuerdo?
Taeyang siente la mandíbula dolorida, no se había dado cuenta de que estaba apretando los dientes con tanta intensidad, y le cuesta dejar de hacerlo. Suelta al mánager, despacio, y suspira.
Está acostumbrado a que el mánager Cheol sea el único que lo acompañe a las sesiones de fotos porque no suelen generar mucho barullo. Por eso se queda de una pieza al ver el equipo de cinco personas que se encuentra en la puerta del camerino. Todos con el auricular encendido y expresiones tan serias que no sabe qué decir.
Hace una reverencia de respeto y juntos avanzan hacia las escaleras para salir por una puerta lateral. De camino, ve a la maquilladora, que le dirige una mirada de curiosidad desde una esquina.
Taeyang se cubre la cabeza con la capucha. Solo quiere estar de vuelta en casa. Sale con la vista baja, mirando los zapatos del mánager Cheol, que lo guía hacia el vehículo que los está esperando. Se concentra en eso, está habituado a no distraerse con el sonido de las cámaras, pero las preguntas empiezan a llegarle con demasiada claridad:
—¿Cuánto llevan Jaehee y Taeyang manteniendo una relación secreta?
Taeyang no puede evitar tensarse al escuchar sus peores temores pronunciados en voz alta por un desconocido.
—¿Tiene esto algo que ver con lo que le ocurrió a Jaehee la semana pasada? —Desde la izquierda, habla un periodista demasiado aturullado con la pregunta.
—Entonces, ¿los rumores que lo unían con Arem son falsos? —pregunta con insistencia.
No tienen ni idea. Su amiga y él llevan lidiando con los rumores de que están juntos desde la primera vez que coincidieron en un evento. De hecho, todo empezó al sacarse una foto para bromear porque iban vestidos del mismo color. La gente no necesita más para inventarse mil historias.
El corazón de Taeyang late muy despacio y nota unas gotas de sudor frío cruzándole la espalda. ¿Cómo han descubierto lo suyo con Jaehee? Es imposible. Excepto que alguien los haya traicionado. Pero ningún miembro del grupo les haría eso, ¿verdad?
Todo su mundo se derrumba mientras las sospechas se acumulan en su mente.