Читать книгу Florecer juntos - Miriam Subirana - Страница 8

1. Abrir la puerta

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Acompañar a una persona en el descubrimiento de sí misma, en la resolución de sus encrucijadas o en el despejar de sus nubes es, a la vez, una labor fascinante y una gran responsabilidad. En cada encuentro sigo sorprendiéndome por el gran misterio que somos los seres humanos. En las estancias de nuestro ser hay de todo, mucho innecesario, como son el ruido y el equipaje pesado, algunas experiencias incrustadas que cuestan desincrustar, pero también encontramos una gran capacidad de imaginación y de creatividad, y sorprendentemente todo lo que buscamos y necesitamos está ahí. Permanece escondido por emociones y pensamientos dramáticos, casi teatrales, y encerrado por nuestros miedos y nuestras dudas. Tan cerca está, a menos de un milímetro de distancia y a menos de un segundo para alcanzarlo. Sin embargo, cuántos kilómetros recorremos en su búsqueda y cuántos años pasan hasta que logramos mínimamente abrir las puertas donde yace el tesoro que anhelamos.

Me pregunto día tras día: ¿Cuál es entonces mi responsabilidad como coach, como persona que se ofrece a acompañarte en tu búsqueda, en tu viaje por la vida? A medida que avanzo, mi escucha se hace más abierta y sutil. Desde el silencio interior conecto con lo que el otro me plantea, más bien con lo que se plantea a sí mismo. En ese espacio de escucha activa y silenciosa, emerge una pregunta. Siempre apreciativa. Mi experiencia me ha mostrado una y otra vez que, para abrir las puertas de las estancias interiores y entrar en ellas, debemos conectar con nuestras fortalezas, confiar y ser valientes. Para ello es esencial ser apreciativo. Una pregunta apreciativa abre con suavidad para que puedas ver sin bloquearte ni abrumarte.

Apreciando, valoras, reconoces, enalteces la belleza del otro, le haces confiar en sí mismo y se abre. No solo se abre a ti, sino más importante aún, se abre a sí mismo. Se abre para ver y darse cuenta de los monstruos que ha creado y que son como tigres de papel. Con una mera cerilla, los puede quemar si quiere, si se atreve. Se abre para entrar silenciosamente en sí mismo y escuchar. Entonces escuchamos juntos. Creamos juntos una nueva realidad que surge de sentirnos y de una conversación generativa. Generativa porque genera un estado diferente al que teníamos antes de iniciar la conversación. Generativa ya que nos lleva a otros espacios en los que la realidad que creamos es amable y nos ayuda a progresar.

En el coaching acompaño a la persona a transitar los caminos que le llevan hacia su interior. Quizá la persona busca mejorar una relación, cambiar de trabajo o tener éxito en su empeño, sea laboral o personal. Al mantener una primera conversación sobre cuál será el tema principal de las sesiones de coaching, empezamos a quitar capas de objetivos que le dirigen hacia el exterior, y a vislumbrar que el tema que quiere tratar abarca su vida, sí, su trabajo, sí, pero sobre todo abarca su corazón y su mente; en definitiva, su alma y su ser relacional, que es fruto de las relaciones que ha tenido y que mantiene.

Para acompañarte a entrar en tu alma, o soy apreciativa, o puedo evocar un sufrimiento innecesario. Forzando con preguntas que son más una bofetada que un trampolín, puedo lograr que abras las puertas de tus estancias internas, pero no te habré conectado con la pasión por el misterio que yace en ti, sino con los temores por la caja de pandora que pueda abrirse o esté abierta ya.

Ser apreciativa no significa centrarme únicamente en lo positivo y en tus fortalezas, sino valorar tu vulnerabilidad como una oportunidad, acoger tu sufrimiento como un camino por recorrer para liberarte de lo que ya no te nutre, y escuchar tus dudas y tus preguntas que pueden convertirse en las llaves que abrirán tus estancias internas. Veamos esos caminos que nos llevan hacia ellas.

Florecer juntos

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