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4.5. Julio Ardiles Gray: la potencia del periodismo, la cultura y la literatura44

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En simultáneo con su decisiva e inigualada tarea cultural al frente del Consejo Provincial de Difusión Cultural, Ardiles Gray construyó una importante obra periodística y literaria. En sus novelas son protagonistas niños, hombres y mujeres del pueblo, aquellos personajes mínimos en los que vibra un mundo lacerante y profundo.

Ardiles Gray nació en Monteros el 6 de mayo de 1922. Realizó estudios en San Juan y se recibió de maestro normal y bachiller. Luego fue maestro primario y profesor de literatura española y argentina. Periodista del diario La Gaceta, redactor y jefe de la página de espectáculos durante más de veinte años, a lo que se agrega su tarea como secretario general de Primera Plana, secretario de redacción del diario La Opinión y editor del diario Convicción. Estuvo a cargo de la Subsecretaría de Cultura de Tucumán en 1958 y fue el creador y presidente del Consejo Provincial de Difusión Cultural (1958-1960), organismo que brindó un fuerte impulso cultural en la provincia y cuyo legado, aquel que sobrevivió a los desmontajes del autoritarismo y la incompetencia, pervive hasta el día de hoy. En la década de 1940 fue uno de los fundadores del grupo La Carpa junto con Eneas Díaz, Raúl Galán, María Adela Agudo, María Elvira Juárez, Nicandro Pereyra, Sara San Martín, Raúl Aráoz Anzoátegui, Manuel J. Castilla, José Fernández Molina, grupo que marca un antes y un después en la vida cultural de la provincia y de la región. Tradujo del francés al castellano, y viceversa, obras de teatro, poemas y tangos. Murió en Buenos Aires el 19 de agosto de 2009 a los ochenta y siete años. Sus cenizas corren hasta el día de hoy por el arroyo El Tejar en Monteros, lugar de su infancia inolvidable.45 Publicó libros de poesía (Tiempo deseado, 1944; Cánticos terrenales, 1951), cuentos (Cuentos amables, nobles y memorables, 1964; Historias de taximetreros, 1976; La noche de cristal y otros cuentos, 1987; El casamentero y otros cuentos con viejos, 1997), teatro (Égloga, farsa y misterio, 1961; Vecinos y parientes, 1970; Fantasmas y pesadillas, 1983; Personajes y situaciones, 1989; Delirios y quimeras, 1993), historias de vida (Memorial de los infiernos, 1972; Historias de artistas contadas por ellos mismos, 1981) y novelas (La grieta, 1944; Elegía, 1952; Los amigos lejanos, 1956; Los médanos ciegos, 1957; El inocente, 1964; Las puertas del paraíso, 1968; Como una sombra cada tarde, 1980).

En La grieta, que puede leerse también como una Bildungsroman o novela de aprendizaje, surgen personajes que reaparecerán en obras posteriores: Santiago Renn, Lucas, el periodista Werner.46 En Elegía se retorna a los años de la infancia y se cuenta la historia de un niño que no quería seguir creciendo y su enfrentamiento con el mundo de los mayores; son los niños los únicos que pueden ver las verdades de los otros, notan cómo los adultos emplean mentiras para seguir viviendo. El mundo de la infancia, fundamental en las obras de Ardiles Gray, se complementa con el retrato del universo de murmullos y gestos silenciosos de las criadas que recorren sus ficciones, mundo también presente en las obras de Rojas Paz. Mientras tanto, en Los amigos lejanos se relata el choque y enfrentamiento de la mirada de los viejos y de los niños, a partir de la aparición de un hombre al que le brotan las voces de sus amigos desde la memoria y la ausencia. Allí aparecen ya los personajes del Riojano y de González, quienes luego serán protagonistas de Los médanos ciegos. Se describe un territorio de viento, arena, esperanza, médanos, mientras se aguarda la lluvia como bendición vital para no desaparecer. En El inocente se incluye una “Noticia” que anuncia que en esa novela hay más mitología que historia, pero que, sin embargo, se desplazan los tiempos de ciertos sucesos históricos (la gran huelga azucarera de 1904, las primeras elecciones del partido Bandera Blanca, el robo a un auto que llevaba dinero del ingenio para el pago de jornales del ingenio Santa Lucía) para que confluyan en un mismo tiempo en la ficción y, de ese modo, dar cuenta de la “atmósfera de una época” y el clima de agitación política que reinaba en Tucumán. Se narra el periplo y los golpes de los trabajadores golondrina que llegan a Tucumán para la zafra y reaparece el periodista Werner. Para Clemencia, en Las puertas del paraíso, su tierra es el lugar para resistir e impedir que se esfume la memoria de sus antepasados: debe conservar al recuerdo de vidas y muertes continuadas en un solo tiempo: en ese “gran lienzo”. El retrato del universo de la caña de azúcar y de los ingenios en los primeros tiempos de la industria se entrecruza con los movimientos producidos por revoluciones, elecciones y el incipiente influjo de los radicales. Los últimos y decadentes años de Santiago Renn serán narrados en Como una sombra cada tarde. Para la mirada de Santiago las cosas no semejan más que “fantasmas de la luz”, mientras camina por los márgenes de la ciudad de Buenos Aires, rozando la locura e invadido por sombras de tristeza y soledad.

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